Semillas de innovación para hacer frente al desierto que viene
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Economía
Semillas de innovación para hacer frente al desierto que viene
La colaboración público-privada, articulada en torno a los centros científicos y tecnológicos, construye novedosos diques ante el avance de la desertificación
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Drones que esparcen semillas para reforestar bosques arrasados por incendios, inteligencia artificial para crear modelos predictivos de las necesidades hídricas de una región, imágenes de satélites para encontrar balsas de agua, técnicas de hidroponía para que las plantas crezcan y absorban nutrientes disueltos en agua y no en el suelo, sensores para controlar la humedad del subsuelo y regar de forma inteligente porque cada gota cuenta, investigaciones en busca de nuevas variedades para cultivar que aguanten temperaturas extremas... En Dubai incluso se ha inventado un pequeño robot (A'seedbot) que busca en el desierto los puntos más fértiles y húmedos donde plantar semillas. Son algunos ejemplos de cómo la innovación y las nuevas tecnologías se han convertido en grandes aliadas para frenar la desertificación.
Y eso no puede pasar por alto en un país como España donde el avance de la aridez es una amenaza real. De hecho, las previsiones apuntan a que a finales de siglo el desierto se extenderá por nuestro territorio hasta las faldas de las montañas cantábricas. Aunque esto no significa que toda esa superficie se vaya a convertir en un paraje inhóspito y desnudo como el desierto del Sahara o el de Atacama, pero, de no poner freno a este proceso, sí que tendremos suelos más pobres y áridos, habrá más periodos de sequía y más prolongados, los bosques estarán más degradados y habrá menos agua y por tanto menos diversidad. «Estamos en riesgo de desertificación», afirma Patricio García-Fayos, director del Centro de Investigaciones sobre Desertificación (CIDE-CSIC). «Aún admitiendo -continua- que los datos de pluviometría de las últimas décadas no hayan descendido, el aumento de la temperatura causado por el cambio climático, que ya está aquí, hace que las plantas y los organismos necesiten más agua. Y si tenemos la misma agua, toca para menos. Si los cultivos que tenemos se quedan sin agua y los bosques se secan será un desastre. Tenemos que ser capaces de adaptarnos a esta situación».
Zona afectada
La Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación (un compendio de actuaciones hasta 2030 para combatir este fenómeno) estima que el nivel de aridez se han incrementado en el 74 % del territorio español, afectando sobre todo al centro y este peninsular (Madrid, Castilla-La Mancha y centro de la Comunidad Valenciana), Extremadura, zonas montañosas de Andalucía y de forma más dispersa a Orense, Navarra, centro y oeste de Aragón, Pirineo Oriental, Murcia, Alicante y sur de Almería. «Se corresponde con la España mediterránea, solo se excluye Cantabria, parte de Galicia y Asturias. Habrá zonas más expuestas que otras porque tienen climas más secos. Es decir, por ejemplo, no afectará de la misma forma a la ciudad de Madrid que a la sierra de Guadarrama», señala García-Fayos.
El 74% del territorio de nuestro país se encuentra en riesgo de desertificación
Para adaptarnos y poder gestionar lo que está por venir se están desarrollando diferentes iniciativas utilizando nuevas tecnologías. El propio CIDE trabaja en ello. «Con técnicas de teledetección e imágenes satélites somos capaces de procesar esa información y saber qué y cuánta vegetación sufre sequía, e incluso podemos conocer el punto físico exacto y cuándo una zona va a entrar en riesgo y dar la alerta. Si esto se automatiza y se utiliza inteligencia artificial se pueden hacer modelos para predecir los distintos escenarios de la evolución de una zona», explica García-Fayos.
También se están desarrollando diferentes programas. La Estrategia Nacional de Lucha contra la Desertificación destaca como referente el proyecto Guardian (Green Urban Actions for Resilient fire Defence of the Interface Area), en el que participan los ayuntamientos de Riba-roja de Túria y Paterna, Hidraqua, Cetaqua, Medi XXI, la Universitat Politècnica de València y la Universitat de València. El objetivo es aumentar la resiliencia al fuego en una zona del Parc Natural del Túria.
En este caso, se ha construido una estación que regenera agua de la depuradora local Camp de Túria II. «Hacemos un tratamiento adicional al agua que llega de la depuradora. Así podemos utilizarla en condiciones sanitarias adecuadas», explica Vicente Adobes, director del proyecto y técnico municipal del ayuntamiento de Riba-roja de Túria.
Una barrera verde
El agua regenerada es lanzada por un sistema de cañones creando así una barrera verde para proteger urbanizaciones de un posible incendio que se produzca en las masas forestales cercanas. «Si hay un incendio, los cañones generan una barrera de agua para que el fuego reduzca de intensidad y no rebase la línea de defensa y no llegue a las casas. También, en situación de sequía, los cañones hacen riegos preventivos. Producen lluvia cuando los estudios de la Universitat Politècnica de València lo indican. Se trata de que el bosque se encuentre en un estado óptimo: si regamos mucho crecen las plantas y tenemos más materia para que haya un incendio y si regamos poco lo secamos. Tenemos un sistema de sensores que marcan el nivel de humedad del subsuelo y el flujo de agua en los árboles y que nos dicen cuándo tenemos que regar», detalla Adobes. Un innovador sistema para no perder bosques porque si desaparecen avanza la desertización. «Los bosques son una especie de refrigerador que reduce la temperatura del entorno», cuenta Adobes.
El Centro Tecnológico del Agua, Cetaqua, ha conseguido una beca del programa Al for Earth de Microsoft para poder hacer predicciones sobre la oferta y de demanda de agua para el riego agrícola en la Región de Murcia. «Tenemos muchas balsas de agua de riego repartidas por la región, y muchas no están mapeadas. Es muy difícil instalar sensores o tener una persona para ver cómo está cada balsa. Aprovechamos tecnologías digitales para tener monitorizadas estas balsas. Sin desplazarnos, sabemos cuántas hay, cuánta agua contienen, cuál es su estado, si hay suficiente agua para la siguiente cosecha...», indica Rafael Giménez, responsable del área Agua 4.0 de Cetaqua.
Proyectos innovadores avanzan en España para frenar la aridez del suelo
Con tecnologías de machine learning de Microsoft Azure desarrollan modelos predictivos que ayudan a tomar decisiones sobre la gestión de los recursos hídricos destinados al riego de los cultivos. «Trabajamos mucho con imágenes de satélite (visibles, infrarrojas, hiperespectrales...) que nos aportan mucha información. El satélite pasa por España cada tres días. Hemos desarrollado un algoritmo, que a partir de estas imágenes, detecta lo que es una balsa de agua y estima cuánta agua tiene. Es un proceso costoso a nivel computacional. Las imágenes pesan mucho y necesita máquinas potentes. Microsoft nos da los recurso de computación, su nube, para que tengamos capacidad de descargar y procesar las imagenes», señala Giménez.
Imitar el rocío
El sistema ideado por la empresa sevillana Aquaer ha despertado un gran interés. Sus generadores obtienen agua potable de la humedad del aire. «Imitamos el rocío. Una unidad frigorífica baja la temperatura del aire hasta el punto de la condensación y así obtenemos agua semejante a la de la lluvia», explica Juan Veiga, director de Aquaer. Sus máquinas están en el desierto Kalahari, en el de Atacama, en el de Irán, en Siria, Libano, Jordania... «Tenemos certificado que funcionan a 40ºC y 12% de humedad. E incluso ha funcionado en el desierto de Irán a 50ºC y 12% de humedad. La máquina más grande que tenemos ha llegado a producir 18.000 litros de agua al día. Y podemos hacer los proyectos a medida. Lo bueno de nuestros generadores es que producen más agua con calor que con frío. Por eso se adaptan muy bien al desierto». Esta solución tiene aplicaciones para abastecer agua potable para consumo humano y para uso industrial, también para regar cultivos en el desierto.
El Centro de Edafología y Biología Aplicada del Segura (CEBAS-CSIC) lidera el proyecto Precimed, en el que participan pymes, centros tecnológicos y agricultores de España, Túnez, Argelia y Grecia. En este caso, se pretende que los agricultores reciban en tiempo real recomendaciones en su móvil, tablet o PC sobre las necesidades de agua y nutrientes de sus cultivos. Algo que conllevará un ahorro de agua y de fertilizantes en estas zonas con verdadero estrés hídrico. Para ello los investigadores desarrollarán un sistema, basado en un algoritmo, que recopilará, procesará y analizará una gran cantidad de datos provenientes de sensores en el campo y estaciones meteorológicas.
Como estas, otras iniciativas innovadores avanzan en España para plantar cara a la desertificación que ya se extiende silenciosa y lentamente por nuestro país.
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