La Safor pierde más de 5.000 hanegadas de tierra cultivada en cinco años
La comarca también acusa el monocultivo
Toni Álvarez Casanova. Gandia
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Un huerto de naranjos en Marxuquera, con el Molló de la Creu y el Mondúber al fondo. | JOSEP LLUÍS RUFAT
El cambio climático, la falta de rentabilidad, el encarecimiento de las materias primas, la inflación, los vaivenes del mercado, la globalización, las plagas de jabalíes y conejos pero también el desarrollo urbanístico o la construcción de infraestructuras de comunicación. Son tantos los frentes abiertos que tienen los agricultores que no cuesta entender por qué muchos optan por abandonar sus cosechas o por vender sus bancales en un sector con escaso relevo generacional.
La Conselleria de Agricultura, a través de su informe sobre el censo agrario le pone cifras cada año a esa situación y en el caso de la Safor, como el de prácticamente toda la Comunitat Valenciana, es dramática, ya que no hay forma de frenar la sangría.
Solo el año pasado, la comarca perdió un total de 430 hectáreas de tierra cultivada, lo que se traduce en 5.160 hanegadas, especialmente de cítricos, que es el tipo de cultivo que de forma muy mayoritaria se extiende por los 31 términos municipales.
Al cierre del 2022, se contabilizaban un total de 137.376 hanegadas (11.448 hectáreas). De estas, la práctica totalidad pertenecen a cultivos de regadío y más de la mitad, un 52% (71.832 hanegadas) son naranjas. El secano, por su parte, apenas está extendido, con 3.840 hanegadas (320 hectáreas) y está basado especialmente en algarrobo, algo de almendro y un poco de olivar para la elaboración de aceite.
Solo un año antes, la Safor sumaba un total d e142.536 hanegadas de tierras en producción (11.878) entre todos los tipos de cultivo.
Hace un lustro, se contabilizaban 149.808 hanegadas de cultivo (12.484 hectáreas), lo que significa que desde 2017 la comarca ha visto desaparecer casi 12.500 y, por tanto, tiene un 8,6% menos de suelo en producción.
Si se retrocede a dos décadas atrás, la situación para el campo de la comarca de la Safor es catastrófica. Entre 2002 y 2022 se ha perdido casi el 29% de la superficie cultivada, lo que se traduce en un descenso de más de 55.000 hanegadas (4.584 hectáreas).
Hace 20 años se contabilizaban un total de 192.384 hanegadas que se encontraban en producción (16.032 hectáreas) por las 137.376 de ahora. Todo apunta, además, que, lejos de mejorar, la situación seguirá empeorando.
Y es que, a los motivos citados actualmente hay otros factores que están influyendo en la desaparición de la agricultura. Por una parte la falta de relevo generacional, que se aprecia en el hecho de que los jóvenes apuestan cada vez menos por mantener esta actividad, probablemente por la propia falta de rentabilidad, y, por otra, la competencia extranjera.
En ese último aspecto sufre, y mucho, la comarca de la Safor. Hace unos meses, este periódico se hacía eco de un estudio de la propia Conselleria de Agricultura que alertaba de que, precisamente, uno de los riesgos que sufría la zona era el monocultivo de cítricos, especialmente la naranja.
Algunas grandes superficies están importando la fruta de otros países, lo que deja de lado el producto autóctono en muchas ocasiones.
En el censo agrario se aprecian tímidos intentos por diversificar los cultivos, aunque no ha tenido una extensión muy significativa. Especialmente se ha optado por el aguacate, que ha pasado de 67 hectáreas 2018 a 205 el año pasado, el caqui, muy extendido en la Ribera por ejemplo, que de 119 hectáreas que había en 2018 llegó a sumar casi 300 en 2021, aunque luego bajó hasta las 189 en 2022.
Ni siquiera la hortaliza logra hacer sombra a la naranja, con apenas unas decenas de hectáreas de pimiento, berenjena, lechuga o espinaca, entre otras.
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