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El vino despierta de la resaca de la covid

31/05/2021
En: levante-emv.com
Digital
Suscríbete a todos los contenidos Premium de Levante por 7 céntimos al día El vino despierta de la resaca de la covid El sector vitivinícola ha surfeado la pandemia gracias al consumo en el hogar y las ventas al exterior , pese a la caída del canal horeca Ver noticias guardadas Después del agua, de nada ha bebido más la humanidad que de vino. Son al menos 6.000 años los que contemplan ese proceso por el que el zumo de las uvas se convierte, tras su fermentación, en un líquido claro u oscuro -díganle blanco o tinto- que ha sido imprescindible en todas las celebraciones humanas, que ayudó a Sócrates a tragarse la cicuta, pero también contribuyó a cavar la fosa de los troyanos, y que en la tradición clásica tuvo un dios que le honró, Dioniso en Grecia y Baco en Roma, sinónimos ambos de la holganza, la fiesta y la vida libérrima. Hoy día, el vino es una religión para gentes de toda condición que no renuncian a maridar una comida con un buen caldo e incluso recorren medio mundo si hace falta para ver 'in situ' cómo surgen sus 'bouquets' preferidos en tantas bodegas abiertas al turismo. Pero la viticultura también es un negocio. Y una forma de vida. Y las raíces del árbol en tantas zonas del mundo rural. Indispensable en las libaciones de los protagonistas del 'Decameron', la obra de Boccaccio donde diez jóvenes se recluían a las afueras de Florencia huyendo de la peste negra, otra pandemia, la del coronavirus, ha hecho mella en esta actividad con muchas ramas, desde los agricultores, las cooperativas y las bodegas a las denominaciones de origen (DO), los distribuidores y, por supuesto, los consumidores. El covid ha provocado una caída de las ventas del 18% en 2020. De media, porque muchas «bodegas pequeñas, que solo venden en el mercado nacional y en ocasiones en su zona de proximidad, lo han pasado mal», a diferencia de las que se han apoyado en el exterior, que suelen ser las de mayor tamaño. Como añade el director general de la Federación Española del Vino, José Luis Benítez, el cierre total o parcial durante tanto tiempo de la hostelería, singularmente los restaurantes, ha provocado un descenso de la facturación en ese canal del 40%. Es cierto que el consumo en los hogares aumentó un 30%, pero esa subida ha sido insuficiente para compensar las pérdidas de la actividad horeca. José Luis Lapuente, director general de la DO Rioja, cuyas 576 bodegas acaparan el 30% de la producción del vino embotellado español, asegura que este territorio «ha aguantado sin lesiones graves. Digamos que ha salido vivo del accidente y es un buen punto de partida para 2021, que no está siendo nada fácil. Nos está costando arrancar», por las nuevas oleadas de contagios y restricciones. Sin olvidar el socavón en las visitas a bodegas -el llamado enoturismo- que cayeron en 2020 un 76%: de 860.000 a 226.000. El vino despierta de la resaca de la covid España podría decirse que es un paraíso vinícola. Con 940.000 hectáreas, es el país número uno del mundo en superficie de viñedo. Solo Ceuta y Melilla no tienen vides. Condicionada por el clima, la producción vitivinícola es variable y de media se sitúa entre los 42 y 44 millones de hectólitros (entre 4.200 y 4.400 millones de litros), pero, como apunta Benítez, puede rozar los 46 en 2020 o bajar a 39, como en 2019. Si la lluvia es generosa, se pueden alcanzar los 52 de 2013. Si los países que más compran vino español también han tenido buenas cosechas, es inevitable un hundimiento de los precios. Es el problema de la sobreproducción. De ahí que el año pasado se aprobara una norma para limitarla en las zonas no acogidas a alguna de las 97 denominaciones de origen (DO) y 42 indicaciones geográficas protegidas (IGP) que hay en el país, unas demarcaciones, por cierto, que ya establecen sus propias limitaciones de rendimiento sobre todo para potenciar la calidad. Javier Gandía es director general de la bodega Vicente Gandía . Fundada en 1885, es la mayor de la Comunitat Valenciana, con 150 empleados, 40 millones de facturación y una producción de casi 30 millones de botellas. Insiste en la sobreproducción de «ciertas zonas», una circunstancia que se ha dado el pasado 2020 por la buena cosecha y la caída del consumo. Claro que Francia e Italia han padecido heladas en abril, en el peor momento, y eso podría liberar los excedentes. El vino despierta de la resaca de la covid Granel El territorio con más volumen del vino español es Castilla-La Mancha, que concentra la mitad de las hectáreas del sector. En este territorio, han surgido, como en todos los demás, DO y bodegas especializadas que dan caldos de calidad, pero el grueso de su producción se vende a granel, que en España representa la mitad de los 44 millones de hectólitros que se producen. Gandía recuerda que el granel «es lo que en origen hacíamos todos. Luego se empezó a embotellar. A los de Rioja les enseñaron los franceses y por eso nos llevaban la delantera». Ese vino no embotellado se vende en su mayoría al extranjero. A Alemania, como base para espumosos, y sobre todo a Francia e Italia, que los embotellan y comercializan como propios. Con 427.000 empleos directos e indirectos y un valor añadido bruto (VAB) superior a los 23.700 millones de euros anuales, las exportaciones de vino alcanzaron en 2020 los 4.600 millones, de los que 2.012 corresponden a granel. Los datos de la Federación Española del Vino ponen de manifiesto que marzo de 2021 ha sido histórico, con ventas de 210 millones de litros equivalentes a 263 millones de euros. Los caldos autóctonos se venden ya en 189 países. La DO Rioja elevó el año pasado su porcentaje de ventas al exterior del 37% al 44%, pero su director general considera que es un alza «coyuntural» propiciada por la mayor penetración de estos vinos en el canal alimentación que en el horeca en países como Reino Unido, también muy afectados por el covid. Sin embargo, en el sector creen que la internacionalización es una de sus asignaturas pendientes. Dice Benítez, de la federación, que «el vino español tiene una imagen de ser barato en el exterior, incluso los de mejor calidad, respecto a franceses e italianos. Nos cuesta comercializar por lo que vale cualitativamente». Javier Gandía, quien destaca la evolución que ha tenido el país en las últimas tres décadas «hacia la cúspide» -ya es el tercer exportador mundial por valor- y los mimbres con los que cuenta para esa escala -variedad, suelos y diversidad- puntualiza que Francia «domina por la imagen de país y su vinculación con el lujo, mientras que Italia lo hace muy bien en marketing». «Hay que ir a embotellar lo máximo posible, porque es donde está la marca, el valor añadido y la calidad», remata. Venta por internet De nuevo en las fronteras interiores, aunque sean las tan difusas del mundo 'on line', el sector vitinivícola español se ha activado en internet como fórmula para contribuir a sortear los efectos de la pandemia y ha registrado importantes incrementos porcentuales. La federación los sitúa en el 200% y la DO Rioja, en el 70%. Claro que el punto de partida era muy bajo. En ambos casos estaba en torno al 2% de las ventas. José Luis Benítez cree que este canal va a seguir progresando y que lo va a hacer a costa del de la distribución. Javier Gandía no cree que este auge acabe por comerse el mercado tradicional de la comercialización, aunque subirá «porque también han entrado ahí las grandes superficies y las tiendas especializadas» y augura que donde tendrá mayor recorrido será en los vinos de alta gama. Si el mundo digital es un reto, otro aún mayor es el cambio climático. Benítez no teme la aparición de nuevos competidores en zonas donde antes no se producía vino, sino las consecuencias en la propia España, donde ya se notan efectos como vinos con más grados de alcohol, menores producciones y desequilibrios en la calidad. No sobran los expertos que auguran un retorno de los felices años veinte del siglo pasado a los veinte de esta centuria en cuanto pase la crisis. Como si la historia se repitiera. Es la esperanza de todos los damnificados de esta pandemia. También del vino, pero no hay unanimidad. Javier Gandía, optimista por naturaleza, asegura que la «economía es un estado de ánimo» y augura la llegada «de un incremento importante del gasto, porque hay ganas. Veremos cuánto dura». José Luis Benítez prefiere no decantarse. Observa ya un repunte del consumo, pero teme una crisis económica a la vuelta de la esquina que lo tuerza todo. Desde La Rioja, José Luis Lapuente cree que «hay heridas internas en la sociedad que no han aflorado. A la sociedad le costará sacudirse la pandemia, pero el vino es una bebida social. Necesitamos esa alegría, aunque me temo que nos va a costar más de lo que parece». Sea como fuere, todos firmarían este deseo: que vuelvan los días de vino y rosas. Lo Más Visto en Premium
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