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El calor golpea a los cultivos
La pérdida de producción de arroz, viñedos, olivares o frutos secos por efecto de la sequía ha puesto en guardia a los agricultores de media España. El calor otoñal dispara los costes energéticos y aumenta las plagas en cítricos y caquis
L'Albufera en una imagen de archivo de este verano PERALES IBORRA
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La pérdida de producción en cultivos típicamente mediterráneos como el arroz, viñedo, olivar y frutos secos como la almendra por efecto de la sequía pone en guardia a los agricultores de media España. Algunos ya apuntan que están obligados a acometer cambios estructurales de calado en la producción ante el futuro incierto como consecuencia del cambio climático. Las intensas olas de calor del pasado verano, con temperaturas récord por encima de los 40 grados centígrados y la falta de precipitaciones han repercutido en un descenso del agua disponible, ya que los embalses están al 39,2 % de su capacidad en España, según los últimos datos del Ministerio para la Transición Ecológica.
Bien entrado el otoño, las temperaturas siguen demasiado altas. Realmente, son veraniegas. Cítricos y caquis, ya en fase de recolección, sufren de lleno el exceso de calor, lo que dispara los costes energéticos por el aumento de riegos y eleva las enfermedades vegetales, aseguran desde las organizaciones agrarias AVA-Asaja y la Unió. El presidente sectorial del arroz de Cooperativas Agroalimentarias, Félix Liviano, advierte que la merma de este cereal se ha traducido en una cosecha que rondará las 331.000 o 332.000 toneladas, cerca de la mitad de las 735.000 toneladas de un año normal (en 2021 ascendió a 632.000, según Agricultura) . Andalucía (donde la superficie bajó un 42 %) y Extremadura (con un -90 % en el área de siembra) han sido las más afectadas por falta de agua, mientras que en la Comunitat Valenciana, Cataluña y Aragón pudieron mantener la extensión de cultivo, si bien en esta última otras fuentes del sector sitúan la caída de la siembra en el 25 %. A la hora de hacer balance de los principales cultivos mediterráneos el panorama es desolador.
Cuando las fábricas de turrón ya trabajan a pleno rendimiento, la Unió Llauradora prevé un descenso en la cosecha de almendras superior al 50% en el conjunto de la Comunitat Valenciana, aunque en la provincia de Alicante o en la de València se situará muy próximo al 60%, lo que supondrá una merma de ingresos de 17 millones de euros para los agricultores. Esta bajada de cosecha sigue los pasos de la producción estatal, pues podría bajar de media un 70%.
Esta «drástica reducción» de la cosecha se acumula a la registrada ya en la pasada campaña, que tuvo que ver con las heladas ocasionadas por la borrasca 'Ciril' de abril y que afectaron a las principales zonas de producción. A eso hay que unir el impacto de la sequía, las lluvias previas y la falta de horas de sol que provocaron entonces esa importante disminución y una merma de las rentas para el agricultor profesional, sostiene la organización agraria liderada por Carles Peris.
En la actualidad, las altas temperaturas de las últimas semanas y la escasez de lluvias del pasado verano han alterado el proceso de maduración de los viñedos en la Comunitat Valenciana. Han supuesto una merma de hasta el 25% en algunas zonas de la autonomía, que incluye los diversos territorios vitivinícolas de Requena-Utiel, València, Alicante y Castelló.
«El 'veroño' ha multiplicado las plagas citrícolas, especialmente la araña roja y la mosca del Mediterráneo. También ha elevado la presencia de mosquitos a niveles alarmantes hasta el punto que dificulta e incluso impide las labores en los huertos a primeras horas de la mañana y al atardecer. Las entidades de riego -explica el presidente de Ava-Asaja, Cristóbal Aguado- están asumiendo importantes sobrecostes en la factura eléctrica, agravada por el tope del gas impuesto por el Gobierno, para seguir regando las explotaciones durante una época en la que suele haber precipitaciones constantes y no es necesario regar».
Según esta organización agraria, el calor de estos tiempos también multiplica los ataques de plagas y enfermedades del caqui, como los 'cotonets', las moscas blancas y la mancha foliar. Y por si falta poco, a todo eso se unen las citadas adversidades climáticas sufridas desde primavera y que contribuyen a reducir aún más la producción de caquis, cuya cosecha será un 50% inferior a la del año precedente.
También los cerealistas están muy preocupados porque se aproximan las fechas de la siembra de los cereales con la tierra bastante seca, debido a la sequía que se arrastra en las zonas interiores de la Comunitat Valenciana desde junio. Mientras, los frutales de hueso, vid, olivar y almendro no están acumulando el número suficiente de horas-frío que necesitan para el normal desarrollo de sus ciclos de cultivo y, por tanto, podrían sufrir problemas de producción la campaña que viene.
Y la ganadería, además, sufre de lleno los efectos del clima. La falta de pastos a causa de la sequía y los incendios está aumentando los costes de alimentación del ganado. A eso se suman los precios de los cereales, extraordinariamente elevados debido a los problemas logísticos derivados de la pandemia y a la guerra entre Ucrania y Rusia, dos países productores y grandes exportadores de cereales como el trigo y el maíz, que venden a medio mundo. ¡ A ver si llueve !
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