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El calor agrava la crisis agrícola con más gasto y menos cosecha
Algunas variedades de cítricos y los caquis pueden desprenderse del árbol o desarrollar manchas por la acción abrasadora del sol
Campos de naranjos situados junto a una canalización de agua en el término municipal de Algemesí. | PERALES IBORRA
R.S. Alzira
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Las elevadas temperaturas no dan tregua y la sensación general es la de que se afronta uno de los veranos más cálidos de la historia. Con el mercurio disparado en un periodo tan prolongado, uno de los colectivos que se echa las manos a la cabeza es el de los agricultores. Los sobrecostes económicos y las posibles afecciones a las cosechas suponen un problema añadido a una lista que parece no tener fin.
El bolsillo de los productores de caqui o cítricos, el colectivo más amplio en la comarca, es uno de los principales perjudicados por el incremento de las temperaturas. «Es cierto que el calor siempre es preferible al frío, pero todo tiene un límite», expresó a Levante-EMV el vicepresidente segundo de AVA, Bernardo Ferrer, que prosiguió: «Uno de los efectos que tiene esta ola de calor es que las plantaciones se deshidratan a mayor velocidad, ya que los días son más largos y las temperaturas, extremas». Esta situación implica, por tanto, un mayor consumo de recursos hídricos para evitar los daños en los árboles. «Si tenemos en cuenta que gran parte de nuestros cultivos se riegan de aguas subterráneas, eso implica un coste de extracción. Al precio al que están ahora mismo la electricidad o el gasóleo, se produce un claro agravio económico para nuestros agricultores», lamentó Ferrer.
Sobre los efectos concretos en las cosechas, apuntó a que existe el riesgo, por una parte, de que aparezcan manchas en la piel y, por otro, de que la fruta se caiga del árbol. Merma o depreciación. «En el caso de los cítricos, las variedades que más se pueden ver afectadas son las clementinas, que son más sensibles a los cambios de temperatura como estos. Las naranjas lo notarán algo menos. En el caqui puede aparecer el 'planxat', unas manchas que se desarrollan en la piel, que es muy fina, debido a la exposición a un sol tan fuerte, que produce estas quemaduras», comentó al respecto Ferrer.
Asimismo, el vicepresidente alzireño de AVA destacó que el calor extremo también puede traducirse en un rebrote de algunas plagas o, en algunos cultivos, de un proceso similar a la hibernación: «Hay plantas que, ante temperaturas tan elevadas, reducen su actividad para evitar un consumo exagerado de recursos».
Desolación
Se suma, por tanto, un nuevo problema a una lista casi inacabable y se ahonda en la crisis de un sector que, desde hace años, vive en horas bajas. La falta de relevo generacional y el abandono de campos son la consecuencia de una rentabilidad que ha caído en picado en la época reciente. «Cada vez hay más agricultores que piensan que esta situación va encaminada a que su trabajo desaparezca. Las trabas no paran de crecer. La climatología siempre ha dado problemas, pero ahora las consecuencias han empeorado. Se tolera que vengan productos de fuera sin control ninguno, mientras al labrador se le limita el uso de productos fitosanitarios para hacer frente a las plagas. Siempre hay un agravante nuevo», manifestó Ferrer.
Por último, reivindicó el importante papel que desempeña el agricultor también en la lucha contra el cambio climático: «En los últimos 25 años hemos experimentado unos cambios muy importantes en la climatología. Vivimos en una zona de clima templado con recurrentes episodios extremos de lluvias o sequías que se han agravado. En la Ribera tenemos la suerte de que los agricultores han transformado la tierra con sus manos y han desarrollado un manto verde que es muy beneficioso para el medio ambiente, ya que ayuda a regular la temperatura y a absorber parte de la contaminación. Gracias a ellos, aquí no tenemos un yermo desértico como sí existe en otras regiones. Es una labor que no se reconoce lo suficiente», concluyó Ferrer.
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