La Conselleria de Agricultura modifica la consideración de las plantaciones, de forestales a agrícolas, ante el interés de un sector pujante que ya suma 2.044 hectáreas en 65 municipios de la Comunidad Valenciana En Tuéjar, un pequeño municipio del interior de Valencia, con poco más de 1.200 habitantes, hay dos plantaciones de trufa y una de ellas la lleva el alcalde, Carlos Tarazón. Cuenta que de momento no han recogido frutos, "la tenemos desde hace unos cuatro años, somos tres amigos que las plantamos como hobby, a ver qué sale", explica. Una hectárea y media, con alrededor de 300 árboles, carrascas y robles valencianos principalmente que "es casi lo que mejor está funcionado". El suyo es un ejemplo del interés creciente en un sector que los mayores ven, sobre todo, destinado a la gente joven. Eso explica José Orduña, cuya explotación de 11 hectáreas en El Toro está "prácticamente en venta" y de donde ha ido extrayendo unos 100 kilos de producto por hectárea, asegura. 5.000 carrascas en una población pionera en la Comunidad Valenciana donde anualmente se celebra, desde hace más de dos décadas, una feria específica que reúne al sector. Y es que sea como producto gourmet, comercializado en preciosas cajitas de regalo, o como ingrediente potenciador del sabor para cada vez más platos, la trufa sigue abriéndose mercado. En la Comunidad Valenciana, el cultivo ha ido creciendo en los últimos años y actualmente hay un total de 2.044 hectáreas que lo trabajan en 65 municipios, según cifras de la Conselleria de Agricultura, Pesca y Alimentación, que este final de año ha recogido las demandas del sector e introducido cambios en la normativa para impulsar su cultivo. El Consell aprobó el decreto de medidas urgentes para la mejora de la fiscalidad verde y desarrollo de la actividad económica en la Comunidad Valenciana el pasado 23 de diciembre, en el penúltimo pleno del año, y con él, el cambio en la consideración del suelo en el que crece. Ahora, el cultivo de trufas mediante técnicas agrícolas, destinado al consumo humano, cuando se desarrolle sobre suelos forestales y exclusivamente durante el periodo de explotación, será considerado "agrícola temporal", y recobrará su condición de suelo forestal al cesar dicho cultivo. Un cambio importante que entidades como la Asociación valenciana de truficultores y recolectores de Valencia, Trufval, que preside Virginia Espinosa veían "necesaria". Explica que "realmente lo que necesitamos que se reconozca como cultivo agrícola en las zonas que es agrícola, para poder acceder a las ayudas; ya que entendemos que si es un cultivo tiene que serlo en toda regla", argumenta. El decreto que regula el cambio se aprobó el 23 de diciembre en el penúltimo pleno del Consell del año Con este cambio el conseller Miguel Barrachina asegura que el gobierno valenciano apuesta por "potenciar" el cultivo de la trufa. Una decisión que celebran los agricultores, que llevaban tiempo demandando este cambio para afrontar un trabajo, y una inversión, en mejores condiciones. Lo sabe Enrique Romero, que no pudo cobrar la ayuda a la instalación de jóvenes agricultores cuando hace una década se inició en la truficultura profesional. "Si en aquel momento en vez de plantar carrascas hubiera plantado avellanos sí que me la hubieran dado", recuerda. Romero remite a la asociación de agricultores de Castellón para aglutinar las demandas del colectivo, con las que comulga. Pero en este caso, Paco Tejedor, representante de la misma, prefiere valorar el cambio cuando la normativa acabe su trámite parlamentario, sabedor de que la truficultura está creciendo en el campo valenciano. "Cada vez se van sumando más fincas y ya tenemos una producción sostenible que el mercado, además, es capaz de asumir", explica. Porque la trufa valenciana, dice, se vende en todo el mundo -"sé que la hemos vendido en el mercado asiático, incluso", apunta- aunque buena parte de sus compradores están a pocos quilómetros, en Teruel, principal productor del Estado. En Aragón se producen un total de 109.000 kilos de trufa repartidos en 10.500 hectáreas de cultivo, 9.300 de secano y 1.200 de regadío, de las cuales la mayor parte se encuentran en Teruel, la provincia con mayor nivel de producción de trufa negra del mundo. Con más de 8.800 hectáreas de cultivo (el 83,50% del total de Aragón y cuatro veces la extensión de la Comunidad Valenciana), la producción de Teruel en 2023 ascendió hasta los 83.040 kilogramos, el 76% del total de la producción aragonesa. Explica Paco Tejedor que las cifras de truficultura en Aragón se entienden porque allí "se apostó más fuerte" que en Valencia por el cultivo de un hongo que crece con humedad, frío y gracias a las lluvias. En la Comunidad Valenciana el impulso se remonta al año 1992 cuando un "pacto secreto, de caballeros" entre diputados procuró que las ayudas europeas para el abandono de tierras agrícolas fueran para el cultivo de la trufa.