La Ruta del Vino de la Mancha, integrada por seis municipios y casi 500.000 hectáreas de viñedos, reclama un papel destacado como destino de enoturismo
Hay una vida en el subsuelo de Tomelloso que lucha por contar la historia de cómo este humilde municipio en la provincia de Ciudad Real alberga la mayor cooperativa vinícola de Europa , Virgen de las Viñas. Unos metros por debajo de las calles de la población sobreviven los vestigios de numerosas cuevas horadadas, 4.000 aproximadamente , donde las familias producían su propio vino. En la mayoría de ellas la actividad ya se ha desvanecido, pero sigue vivo el espíritu del esfuerzo y el orgullo que causa producir vinos familiares.
Por una de ellas nos guía Antonio. Fue su abuelo quien la fundó años atrás, pasó luego a manos de su padre y después al propio Antonio y su hermano, que la regentaron hasta 1986. Entonces, empezaron a vender su uva a Virgen de las Viñas. En ese lugar que abandonó toda actividad hace tres décadas los visitantes pueden conocer la « arqueología industrial de la producción del vino », como la describe el propietario del lugar: maquinaría y herramientas ya obsoletas y herrumbrosas con las que se extraía el mosto, se procesaba y se almacenaba el tiempo necesario para hacer un apreciado vino.
La bodega de Antonio Perales es una parada obligada en la Ruta del Vino de la Mancha , que este noviembre ha vuelto a recibir la certificación con la que regresa a la Asociación Española de Ciudades del Vino (Acevin). Está integrada por seis municipios manchegos: Alcázar de San Juan, Tomelloso, Socuéllamos, Campo de Criptana, El Toboso y Villarrobledo .
En su momento, ya estaba integrada en Acevin, pero el descuido hizo que perdiera esa categoría en 2013. «No podíamos pasar sin esa ruta», explica Raúl Zatón, concejal de Turismo de Tomelloso. «Queríamos demostrar que la capital del vino la tenemos en La Mancha».
500.000 hectáreas de viñedos Hay argumentos para justificar tan valiente afirmación. La región recibe el apelativo oficioso del mayor viñedo del mundo, con unas 500.000 hectáreas. El gran atractivo de la Ruta del Vino de La Mancha es precisamente el contraste que ofrece visitar unas instalaciones modernas como las de la bodega para luego comprobar cómo era el proceso de elaboración del vino el siglo pasado en las cuevas de los particulares.