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Sudáfrica, un mar de vinos

22/04/2019
En: elmundo.es
Digital
El nacimiento del vino sudafricano -del que acabamos de catar una buena selección en elmundovino- se remonta a la llegada de la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales al cabo de Buena Esperanza en 1652, buscando provisiones de alimentos frescos y un lugar para acampar en el trayecto. De aquí surgiría la creación de una floreciente industria vinícola y más adelante un país. El primer gobernador del nuevo territorio sería Jan van Riebeeck quien plantó las primeras viñas entre 1655 y 1659, justo el momento de la desecación del Médoc bordelés a mitad del siglo XVII por los mismos protagonistas. Las primeras cepas procedían de Francia, del Rin alemán y de España (seguramente la moscatel de Alejandría o Hanepoot español como se le llamaba) siendo plantadas en los jardines de la Compañía. Animó a los granjeros a plantar viñas hasta la llegada del siguiente gobernador que fue Simon van der Stel en 1679, y que se estableció en Stellenbosch. El nuevo mandatario era todavía más apasionado al vino que su predecesor teniendo conocimientos de viticultura y enología. Plantó un viñedo con 10.000 cepas en su granja de Constantia y comenzó a elaborar un vino de calidad. Poco después, Constantia fue adquirida por la familia Cloete y los vinos comenzaron a tener reconocimiento internacional, sobre todo en Europa. En esos tiempos nació la República Neerlandesa, después de haber derrotado a la Monarquía Hispánica, con la paz de Westfalia en 1648, manteniendo el sur los españoles. Después de 80 años de guerra, floreció el comercio y prosperaron las Provincias Unidas, convirtiéndose Amsterdam en el centro comercial del norte de Europa. Fue el Siglo de Oro neerlandés en las artes y la industria, con el comercio de esclavos, se convirtió en una potencia marinera con la provincia de Holanda como eje. A ello contribuyó la llegada de numerosos protestantes refugiados que venían de una Amberes en declive, de los miles de judíos que se habían asentado allí, desde su expulsión por los Reyes Católicos en 1492 y los numerosos católicos que vivían en ese territorio. Fue el nacimiento del sistema capitalista con eje en esta floreciente y pequeña República recién nacida. Los neerlandeses de Sudáfrica no tenían una gran experiencia en la viticultura. Su asentamiento real comenzó en 1688 con la llegada de unos 150 hugonotes (protestantes calvinistas franceses que habían huido de la obligatoriedad de convertirse al catolicismo impuesta por Luis XIV dentro de las Guerras de Religión) que se instalaron allí y la industria del vino floreció. Los refugiados religiosos contaban con escaso dinero, pero con un gran conocimiento de las artes vitivinícolas. Adaptaron a las condiciones que se encontraron nuevas técnicas de vinificación. Se establecieron en el valle de Franschhoek donde han dejado su impronta cultural y su hacer vinícola hasta nuestros días. A lo largo del siglo XVIII, el vino de Constantia se exporta a Europa y desde 1788 es aclamado como uno de los grandes vinos dulces de su época, elaborado con moscatel de grano menudo o de Frontignan. Cuando los británicos pierden su primer Imperio con las colonias de Norteamérica, cambian radicalmente su manera de concebir la conquista. Dejan en un segundo plano el dominio territorial dejándolo en manos de otros que consideran más capacitados, para potenciar la expansión comercial. Eso es lo que sucedió en Sudáfrica. La filoxera llegó a la zona de Ciudad del Cabo en 1886, destruyendo la mayoría del viñedo. En 1918 se unen los productores de Stellenbosch en la cooperativa KWV (Ko-operatiewe Wijnbouwers Vereeniging van Zuid-Afrika) que supuso la salvación de la industria vinícola sudafricana. En 1925, el profesor Perold creó un cruce que sería fundamental en el devenir del futuro vinícola sudafricano: el de la pinot noir con la cinsaut para desarrollar una variedad propia que sería la pinotage. El primer pinotage saldría al mercado en 1961 de la cosecha 1959 bajo la etiqueta de Lanzerac. En 1927 se embotella el primer pinot noir sudafricano por Georg Canitz de Muratie. Se comienza a desarrollar, poco a poco, una industria del vino. El final del Apartheid, comienzo del resurgir Los vinos sudafricanos han estado ligados a su historia de forma indisoluble. Las colonias, la guerra entre franceses y británicos, la guerra de los Boers y al Apartheid, la política de segregación racial practicada en la República de Sudáfrica. El término 'apartheid' en lengua afrikaans significa separación y describe la rígida división racial entre la minoría blanca gobernante y la mayoría no blanca. La primera ley del vino se remonta a 1973 cuando se delimitaron las regiones vinícolas concentradas en pocas zonas específicas que se reforma en 1990. Poco a poco se ha ido transformando y modernizando. Un momento fundamental para el vino sudafricano fue la salida de prisión en 1990 de Nelson Mandela, su llegada al poder en 1994 con el final del apartheid y la apertura de los mercados internacionales vetados hasta la fecha. Desde su desaparición hace 25 años, los vinos sudafricanos se encuentran en los botelleros de grandes restaurantes y enotecas de medio mundo. Los vinos blancos se comienzan a embotellar con tapón de rosca, como hacían los neozelandeses, a partir de 2002. Sudáfrica cuenta con un clima cálido con muy poca agua que va desde una zona que recuerda al Mediterráneo a otras con corrientes frías provenientes del Océano Atlántico. Cuenta con una orografía que desempeña un papel fundamental con muchísimos tipos diferentes de suelo desde el granito, al calcáreo, al arenoso o arcilloso, y alturas diferentes. Hoy son unas 95.000 hectáreas para 600 bodegas. Cepas blancas 55,2% y tintas 44,8%. Sudáfrica exportó en 2018 4,2 millones de hectolitros a 1,58 el litro. El segundo país que vende más económico delante de España. Blancas Chenin blanc (steen) (18,6%) Colombard (11,9%) Sauvignon blanc (9,8%) Chardonnay (7,1%) Moscatel de Alejandría (hanepoot) (1,8%) Sémillon (1,2%) Moscatel degrano menudo (muscadel) (0,9%) Viognier (0,9%) Como curiosidad, a la palomino se le llama White French grape. Tintas Cabernet sauvignon (11%) Syrah (10%) Pinotage (7,4%) Merlot (5,8%) Ruby cabernet (cruce californiano de mazuelo y cabernet sauvignon). (2,4%) Cinsaut. (1,9%) Pinot noir (1,3%) Cabernet franc. (0,9%) Sudáfrica es un ejemplo y una rareza universal puesto que el sector vitivinícola no recibe ninguna ayuda del Estado. Ha conseguido mucho en poco tiempo y el potencial de crecimiento que se vislumbra es impresionante. En los últimos 10 años se ha visto un cambio impactante en la madurez de las bodegas; los enólogos han viajado por el mundo y beben vinos de otros países, conocen aquello que se elabora en otros países y sus bodegas están llenas de botellas en sus estantes con vinos de las más alta calidad de diferentes regiones vinícolas de la más alta calidad: grandes burdeos, borgoñas, syrahs del Ródano, blancos y tintos del Loira junto a vinos italianos, alemanes, húngaros, portugueses, neozelandeses o españoles. El Estado ejerce poca influencia. Prácticamente, cada uno hace lo que quiere. Se declara cuando plantas las cepas y cuando las arrancas, pero no es necesario declarar el número de plantas. También el número de litros y de variedades y las autoridades van a las bodegas a controlar. No hay ninguna limitación en cuanto al número de cepas por hectárea ni a las variedades. Todavía el consumo en Sudáfrica es bajo y de vinos locales. Un espléndido viñedo con tecnología a la última. Un factor humano que se antoja indispensable que ha intervenido de forma decisiva. El enoturismo como punta de lanza para hacer conocer estos vinos a los numerosos turistas que van a conocer Ciudad del Cabo, Table Mountain, el cabo de Buena Esperanza, el parque Kruger o la mismísima Stellenbosch. Mayoría de vinos monovarietales con cepas viejas de pinotage y chenin blanc, se buscan cada vez más los vinos singulares con la identificación de las mejores parcelas para elaborar vinos por pagos. Se está experimentando con nuevas castas importadas con la garnacha, monastrell, viognier, cepas griegas y algunas italianas para ver su potencial. En cuanto a la viticultura, los marcos de plantación son muy variables y el tipo de conducción va del vaso a la espaldera. Se utilizan diferentes tipos de irrigación: desde el encharcamiento de los terrenos, como pasa en algunas bodegas de Robertson, al riego. Es muy habitual ver como las bodegas poseen sus pequeños lagos con agua para su uso propio. BEE (Black Economic Empowerment) es uno de los caballos de batalla que penden sobre el futuro. Se trata de la progresiva introducción de negros en las bodegas. Hoy hay que darle un 1 x 100 % pero el deseo gubernamental es que los empresarios negros tengan un 50% de la propiedad de las bodegas. Mientras están en pleno debate y lucha. Sistema de denominaciones de origen La Sudáfrica vinícola se divide en seis Unidades Geográficas (Western Cape, Northern Cape, Eastern Cape, Kwazulu-Natal, Limpopo, Free State). Después en Regiones, Distritos y denominaciones (Ward). Ward es sinónimo de denominación. Para crear una denominación se ha de tener 10 años de historia y sólo puede ser uva propia. Un gran presente y un esplendoroso futuro con la gestión del agua y la adaptación de los negros en el sistema vinícola con toda normalidad como desafíos. Esto es Sudáfrica hoy.
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