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Semillas con alta tecnología | Hoy

24/05/2022
En: hoy.es
Digital
Menú Análisis Semillas con alta tecnología La semilla es el origen de toda la cadena alimentaria, tanto de la parte agrícola como de la ganadera. Por ello, la mejora de las mismas ha sido uno de los objetivos históricos de los productores y de la moderna industria obtentora. La llamada mejora vegetal, desarrollada de forma natural por nuestros agricultores durante siglos, es en la actualidad una tecnología avanzada de alto coste y precisión. El fijar adecuadamente las característica de una planta que se expresan en la genética de la semilla permite aumentar la productividad de cultivos, mejorar su adaptabilidad a los cambios climáticos, incrementar su resistencia a agentes externos, etc. Para ello, hay diferentes tecnologías como la mejora genética convencional, la transgénica o la CRISPR-Cas9, acrónimo en inglés de Repeticiones Palindrómicas Cortas Agrupadas y Regularmente Espaciadas; esta última con un enorme potencial, no solo en agricultura, sino también en el campo de la medicina y el medioambiente. En este contexto, la Asociación Nacional de Obtentores Vegetales (ANOVE) ha hecho público los resultados de un estudio elaborado por el Instituto Cerdá que mide el impacto de la mejora genética del trigo blando en los últimos cincuenta años. Hay que recordar que este cereal es el de mayor superficie de cultivo a nivel mundial, con más de 210 millones de hectáreas, y el segundo en producción, con 765 millones de toneladas, solo por detrás del todopoderoso maíz. En España se cultivan 1,9 millones de hectáreas, 73.200 en Extremadura, y se consume una media de 65 kilos por persona y año. Pero lo más relevante es que en menos de 30 años deberemos haber incrementado la producción mundial en más de un 60%, si se quiere alimentar a una población mundial en continuo crecimiento, tal como recuerda la Organización Mundial para la Agricultura y la Alimentación (FAO). Todo ello con una disponibilidad muy limitada de nuevas tierras de cultivo. Queda por tanto mucho camino por recorrer en poco tiempo, aunque su evolución en décadas pasadas y la mencionada disponibilidad de nuevas y avanzadas tecnologías permite ser optimistas, con permiso de los reguladores. Por ejemplo, en los últimos cincuenta años la productividad del trigo ha aumentado alrededor del 220%, si bien es cierto que solo el 37% ha correspondido a los últimos treinta años. Por ello, tecnologías como la mencionada CRISPR-Cas9 son esenciales para avanzar en el reto alimentario de forma sostenible. Pero volviendo a los datos, el equivalente en producción de este repunte ha sido de casi 15 millones de toneladas entre 1990 y 2018, lo que supone alrededor de 525.000 toneladas adicionales al año. También el impacto en los ingresos de los agricultores ha sido muy relevante, ya que la actividad del sector obtentor permitió aumentarlos en más de 2.600 millones de euros, el 11,3% de sus ingresos entre 1990 y 2018. Otro dato muy significativo es que desde la década de los 90 se han registrado más de 1.000 nuevas variedades de trigo blando en la Unión Europea, como resultado de la inversión en I+D del sector obtentor. En concreto en España, desde 2011, han sido 128 nuevas variedades de este cereal, 41 en los últimos dos años. Una muestra de la enorme actividad tecnológica que hay detrás de algo aparentemente tan sencillo como una semilla. En lo referente al impacto medioambiental lo datos también son llamativos, con un ahorro estimado de más de 650.000 kg de fitosanitarios entre 2011 y 2015, ya que el 86% de las mejoras obtenidas para este cultivo aumentan la resistencia a distintas plagas y enfermedades. Hay otros muchos indicadores que muestran la relevancia de la industria obtentora vegetal para el agro y para la sociedad en su conjunto, lo que supone un importante esfuerzo. Hay que recordar que para poner en el mercado una nueva semilla de este cereal se necesita de media un mínimo de 10 -12 años y entre 1-3 millones de euros de inversión, si bien es cierto que depende mucho del tipo de cultivo. Por ejemplo, hay variedades de tomate cuyo desarrollo ha costado más de 20 millones de euros. En definitiva, una tecnología que es necesario proteger. Tendencias Las Edades del Hombre Isla de Valdecañas Coronavirus Sucesos HOY Agro En Salsa Antropía
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