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Seis vinos de altura fruto de la necesidad

05/05/2023
En: elpais.com
Digital
Cada vez más bodegueros, preocupados por los efectos sobre nuestro patrimonio vitivinícola del cambio climático, buscan viñas a mayor altura; o las plantan con la mirada puesta en un futuro incierto. Dentro de esta tendencia destacan los mil metristas, viñadores que elaboran vinos con cepas a mil o más metros, conscientes de que cada cien que suben desciende la temperatura media en medio grado. Es la conquista de cumbres donde vegetan, muchas en el olvido, viejas y retorcidas cepas plantadas en vaso, de bajísima producción, muchas de pie franco, capaces de soportar los rigores del clima con frecuentes heladas, tormentas, viento y granizo. Un reservorio ampelográfico que exige respeto vitícola y conocimiento enológico. Porque la altura, aunque favorece maduraciones lentas y salud a las cepas , no es garantía de calidad. Lo saben pioneros como el granadino Manuel Valenzuela, que desde 1979 elabora en la Sierra de Contraviesa, en plena Alpujarra granadina, a 1.368 metros de altura; o Raúl Bobet, viñador catalán que escala el pirineo leridano recuperando cepas ancestrales, como la familia Torres, mientras Bal Minuta lo hace en el aragonés. Pero existen más posibilidades. Como en la isla de Tenerife, donde se encuentran cepas cercanas al pico del volcán Teide, al igual que en La Gomera, con viñas a 1.400 metros de altura en el Parque Nacional de Garajonay. Ya en la península, las zonas se multiplican, como ocurre en las asombrosas (y literarias) tierras andaluzas de Sierra Nevada; o los montes burgaleses, donde nace uno de los grandes vinos de Dominio de Atatua; o en Corullón (Bierzo), donde sobreviven al abandono y las inclemencias cepas casi centenarias en laderas muy pronunciadas, algunas superando los mil metros de altura. También en las cotas más altas de la comarca de Calatayud, donde todavía se encuentran viñas viejísimas de garnacha en sus laderas; en la Sierra de Javalambre (Teruel) donde Jesús Romero elabora dos tintos en parcela de más de mil metros; en las alturas de la Manchuela conquense, con viñedos impensables a 1.100 metros; en el Alto Moncayo (Calatayud) donde se encuentran viejas garnachas plantadas a mil metros de altura; en el Puerto de Arrebatacapas de Gredos, y sus soberbias garnachas cultivadas sobre suelos graníticos veteados de pizarra en algunas zonas; en el macizo de Ayllón del Sistema Central, donde Finca Río Negro posee una parcela a tan solo ocho metros de la cota mil ; o en los bancales de la Serranía del Turia, con cotas de 1.200 metros, donde las cepas otean el mar mediterráneo. Y un largo número de ellos que sigue creciendo. Este es un pequeño adelanto de lo que puede ser muy pronto un obligado futuro.
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