ANÁLISIS AGRARIO Bruselas ha interpretado que la producción de este país ya no es una amenaza para la industria europea El sector de los biocarburantes está preocupado por la decisión adoptada el pasado mes de mayo por la Comisión Europea. En ella se suprimió el derecho antidumping al bioetanol procedente de Estados Unidos. Se trataba de una protección en frontera de 62,3 euros por tonelada que era de aplicación desde 2013. Bruselas ha interpretado que la producción de bioetanol de este país ya no es una amenaza para la industria europea. Al parecer, la Comisión estima que Estados Unidos no aumentará significativamente sus exportaciones a la Unión Europea (UE), a pesar de levantarse la protección arancelaria; entre otros motivos, porque su bioetanol no cumple determinadas exigencias técnicas, como el contenido máximo de agua autorizado en producto, o el cumplimiento de las normas de sostenibilidad vigentes, que emanan de la directiva sobre energías renovables.
Estas razones técnicas, al igual que el precio actual del bioetanol en Europa, pueden frenar una invasión del mercado, pero no impedir un incremento sustancial y gradual de las importaciones, ya que la industria estadounidense tiene suficiente capacidad de adaptación como para superar estas barreras. Además, el resto de los países a los que EEUU destina sus biocarburantes están reforzando sus defensas comerciales, al contrario que en la UE.
Así lo ven los productores europeos, que consideran que tendrá serias consecuencias, tanto para la industria como para el propio sector agrario. Fundamentan su recelo en que el resto de países que son destino prioritario del bioetanol estadounidense ya aplican, o prevén aplicar en el corto plazo, medidas arancelarias que les protejan de las exportaciones del país norteamericano; es el caso de China, Brasil, Perú y Colombia. En particular la Comisión ha adoptado esta decisión en plena guerra comercial entre Estados Unidos y China, donde el gigante asiático ha frenado las exportaciones estadounidenses elevando sus aranceles, lo que obliga a la industria de este país a mirar a otros mercados, ahora en particular al europeo, que le abre la puerta de par en par, solo a expensas de ajustar determinados parámetros técnicos.
En definitiva, un conjunto de factores que hacen dudar seriamente de las previsiones de la Comisión y, sobre todo, de los motivos reales de este aperturismo, justo en un momento en que Estados Unidos se protege de los mercados exteriores, también del europeo. ¿Por qué esta decisión en este contexto? ¿Estamos ante una decisión técnica objetiva o ante un gesto en un momento de cierta tensión comercial?
Desde una perspectiva agraria, si la presión del bioetanol estadounidense se incrementa, tal como se prevé, puede caer la producción de la industria europea y, por tanto, la demanda de maíz local que, a día de hoy representa el 60% del total utilizado como materia prima. Por otro lado, los agricultores europeos recuerdan que la mayor parte del maíz cultivado en Estados Unidos está modificado genéticamente para ser resistente al glifosato, un herbicida de amplio espectro y uso muy extendido, mientras que en la UE este cultivo está prohibido. Esto genera agravios comparativos por los menores costes en la producción norteamericana con respecto a la europea y una pérdida de competitividad para las producciones europeas de bioetanol.
El problema ahora es que si tal como se prevé, el etanol de Estados Unidos empieza a entrar en la UE con precios por debajo de mercado, quitará una importante cuota a la industria local; si bien es cierto que en la actualidad tiene copado el 95% En caso de que se vuelva a producir dumping, la legislación europea no prevé la reactivación automática del derecho arancelario antidumping, sino que sería necesario denunciar y comenzar un nuevo procedimiento, que tardaría más de un año en poder aplicarse.