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Productores y consumidores pagan la crisis del cereal: el precio del trigo y la cebada cae, el del pan sube

30/05/2025
En: eldebate.com
Digital
El campo exige cláusulas de salvaguarda «para frenar importaciones distorsionantes de cereal» La crisis de los cerealistas españoles se perpetúa año tras año en el campo. De las feroces sequías que han lastrado las últimas producciones a los bajos precios en origen, los agricultores de trigo, cebada o maíz insisten en que su actividad está en serio riesgo. El incremento de costes y la entrada masiva de trigo procedente de terceros países aparecen como causas más condenadas a pie de cultivo, donde denuncian que son los productores y los consumidores los que sufren el impacto de una situación de la que responsabilizan a la Unión Europea (UE). Los agrarios apuntan que importaciones europeas de trigo blando se han multiplicado por siete en los dos últimos años y desde el inicio de la guerra en Ucrania, el país con capital en Kiev ha triplicado sus ventas de cereal a España La Unión de Uniones de Agricultores y Ganaderos ahonda en que los precios del trigo y la cebada están actualmente de un 40 a un 45 % por debajo de los que había cuando Rusia invadió Ucrania en 2022, mientras que es el mismo tiempo los consumidores pagan el precio del pan un 19 % más caro. «España ha pasado de importar desde Ucrania unos 3 millones de toneladas anuales, a más de 10 millones de toneladas en 2024 gracias a los beneficios arancelarios concedidos a dicho país por la UE. España es un país deficitario en estos productos, pero se necesitan hacer los balances necesarios para que importaciones masivas no hundan el mercado de los cereales y al tiempo no se tensione al alza el precio de los piensos», señala la organización. La importación «sin control» que llega desde fuera del bloque comunitario representa la gran batalla de los cerealistas, que indican que «el mal funcionamiento de la cadena alimentaria y los desequilibrios existentes que no acaban de corregirse estarían jugando también un rol decisivo». La principal queja de los cerealistas alude a que un cúmulo de circunstancias y la respuesta de la Unión Europea resulta incompatible con la continuidad de su actividad, ya que los costes aumentan y el precio de su trabajo baja. «El sector no puede soportar que le paguen un 40 % menos por el cereal, mientras tiene que pagar un 40 % más por los abonos», recuerda Unión de Uniones en referencia al arancel de la UE a los fertilizantes nitrogenados procedentes de Rusia y Bielorrusia, principales proveedores para los Veintisiete. El campo exige cláusulas de salvaguarda «para frenar importaciones distorsionantes de cereal», así como medidas para desactivar las sanciones a los abonos rusos si los precios suben aún más. El sentir de los productores es de contrariedad, ya que en lugar de transmitir positividad por la buena previsión para la cosecha, «por las decisiones políticas que se toman, resulta que no es así», condena Unión de Uniones. La estimación de los cerealistas de Castilla y León, considerado el granero de España, es que los primeros 3.000 kilos recolectados en cada hectárea serán únicamente para cubrir gastos. La Unión de Pequeños Agricultores y Ganaderos (UPA) ha calculado que los precios cerealistas se han disparado en los últimos diez años, pasando de 600 euros por hectárea en secano y 1.700 en regadío, a 800 euros en secano y unos 2.200 en regadío. «La crisis de rentabilidad ha llevado a que en 20 años España haya perdido un millón de hectáreas, que en su mayoría han pasado a cultivos leñosos», sentencia la organización.
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