Reincorporar los residuos industriales a los procesos de producción se está convirtiendo en una de las líneas de investigación más importantes en las que colaboran las empresas con los centros tecnológicos. La cervecera Mahou San Miguel está liderand o un proyecto denominado Cheers, en el que se trabaja para convertir los residuos en diversos ingredientes tanto para su propio consumo como para otras industrias. La parte investigadora del proyecto la lleva el instituto tecnológico de alimentación Ainia, y están involucrados también otros diez socios de cinco países entre proveedores de tecnología, usuarios y organizaciones de investigación. Se trata de Aqualia, la Universidad de Valladolid, Proteinsecta, Innovarum, Symrise (Alemania), Genia Bioenergy, Syspro Automatización, ThunderFoods (Portugal), Zhaw (Suiza) y Earthwatch (Reino Unido). El proyecto requiere una inversión de 8,1 millones, de los que en torno al 60% procede de fondos europeos, explica Andrés Pascual, director de Innovación de Ainia. En concreto, se utilizará el bagazo o residuo de la cebada, para alimentar a insectos. La empresa que lo desarrolla es la portuguesa Thunder Foods, se dedica al procesado de la proteína de insectos, que trabaja con el insecto tenebrio molitor. A partir de ello, se elaborará una bebida proteínica para el consumo humano. También se emplearán el CO2 y las aguas residuales para producir ácido caproico, "en un proceso de fermentación anaerobia en la que se emplea el CO2 como fuente de carbono para los microorganismos que participan en la fermentación. Es una manera de que ese carbono, en lugar de liberarse a la atmósfera, se retenga en forma de un producto que tiene diferentes aplicaciones. Una de ellas es ser aditivo en piensos animales. Estos aditivos no son baratos y hay una oportunidad de obtenerlo de una manera más económica", señala Andrés Pascual. También está prevista la conversión del metano residual en single cell protein (proteína unicelular). Como explica el director de Innovación de Ainia "hay microorganismos que utilizan el metano para producir proteína. Las células de esos microorganismos están formadas con un porcentaje de proteína muy elevado, un 60% o 70%. Esa proteína se destina a alimentación de animales de compañía, que es un mercado creciente. Normalmente el metano es un combustible con un valor limitado y es una manera de diversificar su uso". Un cuarto producto que se va a generar en este proyecto es un desinfectante, el hipoclorito sódico, a partir del CO2 , que lo utilizará Aqualia. "Se trata de un negocio muy rentable, con un mercado inmediato porque todas las industrias alimentarias tienen necesidad de desinfección y pueden ahorrar dinero con este proceso si, en lugar de comprar productos para la higiene, los producen ellos mismos o colaborar con una empresa del sector del agua, como Aqualia, para obtenerlo en mejores condiciones para consumo propio y el resto destinarlo a depuradoras o para otras industrias", apunta Andrés Pascual. El último destino es un proceso fermentativo con CO2 y metano, para producir un compuesto, la ectoína, que se utiliza en la formulación de cosméticos. "Symrise, una multinacional del sector de ingredientes, con una división de cosmética, tiene en su cartera la ectoína, pero la compran. Aquí tiene una manera de implicarse en un proceso alternativo que permite conseguir el producto a mejor precio y con menor huella ambiental", concluye Pascual.