La guerra de Ucrania ha despertado muchos fantasmas. Uno de ellos es el de los transgénicos. La Comisión Europea ha autorizado la importación de cereal transgénico para suplir la caída del suministro de Ucrania y Rusia y asegurar el suministro. La decisión no ha gustado a los agricultores locales, quienes tienen prohibido plantar estos cultivos modificados genéticamente a excepción de un tipo concreto de maíz. Consideran que no juegan en igualdad de condiciones. La medida tampoco ha gustado a las entidades ecologistas, aunque por motivos muy distintos. Luis Ferreirim, responsable de agricultura de Greenpeace España, la tacha de "lamentable, porque la única justificación que tiene la medida es seguir alimentando la cabaña de ganadería industrial del país". El 50% de los cultivos modificados genéticamente son de soja: el maíz supone el 30%, y un 10% es algodón La Alianza para una Agricultura Sostenible ( Alas), favorable a los transgénicos, ha redactado un Manifiesto por la agrociencia en el que se pide, entre otras propuestas, que se reconsideren las actuales leyes europeas que dificultan el cultivo de este tipo de plantas: "Nos sumamos a la petición de la comunidad científica y otros integrantes de la cadena agroalimentaria para que las autoridades europeas establezcan un nuevo marco regulatorio basado en criterios científicos, proporcionado y predecible. Consiguiendo con ello que los agricultores españoles puedan utilizar las variedades mejor adaptadas a los desafíos fitosanitarios generados por el cambio climático". El manifiesto cuenta con 32 entidades suscritas, procedentes de distintos ámbitos del sector agroalimentario. Vuelve el debate sobre la idoneidad de los transgénicos, pero estos nunca han dejado de estar presentes en nuestro día a día desde que en el año 1983 se modificó genéticamente la primera planta. Están en la base de la alimentación, al ser ingredientes básicos de muchos piensos para ganado. Se encuentran también en la ropa, puesto que alrededor del 70% de la superficie algodonera mundial es algodón modificado genéticamente. Otra de las industrias en las que el uso de transgénicos está ampliamente extendido es la farmacéutica. En este caso, no se trata de plantas modificadas genéticamente, sino de bacterias transgénicas, cuyo uso sí está permitido en la Unión Europea. Gracias a ello, existe la insulina, por poner un ejemplo. Más de 30 entidades agrarias y alimentarias han firmado un manifiesto a favor de los transgénicos En la actualidad, un grupo de científicos expertos en biotecnología vegetal de la Universitat de Lleida (UdL) están desarrollando una vacuna contra el sida y otra contra la covid a partir de cereales transgénicos. Sin embargo, de tener éxito en sus investigaciones, la producción de dichos fármacos no se podría realizar en Catalunya por las restricciones existentes sobre los cultivos transgénicos. "Estamos luchando para poner fin a estas restricciones. La actual legislación pide que el proceso de creación del cultivo transgénico no tenga ningún impacto ambiental, y esto es prácticamente imposible de demostrar, aunque sea el caso. Es por este motivo que solo hay un cultivo transgénico autorizado en toda la Unión Europea", explica Teresa Capell, catedrática de Biotecnología de la UdL y responsable del grupo de biotecnología vegetal de la universidad. Para Capell, quien lleva 30 años dedicándose a la edición genética, "los transgénicos son simplemente una tecnología que tiene como objetivo mejorar la vida de las personas". Por otro lado, la científica afirma que nunca se ha podido demostrar que sean nocivos para el medio ambiente, como argumentan los colectivos contrarios a este tipo de cultivos.