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Los primeros vinos del mundo se bebieron en Asia Oriental hace 10.000 años

03/03/2023
En: lavanguardia.com
Digital
Un análisis genómico de 3.525 variedades de uva reconstruye la historia del cultivo de la vid El cultivo de la vid se inició hace unos 11.000 años de manera independiente en Oriente Medio y en la región del Cáucaso, según una investigación internacional que ha reconstruido la historia de la viticultura a partir del análisis de los genomas de 3.525 variedades de uva. Los resultados demuestran que "la domesticación ocurrió simultáneamente [en las dos regiones] para producir vides de mesa y de vino", escriben los autores del trabajo en Science , donde hoy publican sus conclusiones . Asimismo, demuestra "el papel de la viticultura en la formación de las sociedades agrícolas del neolítico". Los investigadores sostienen que primero se cultivaron uvas para comer y posteriormente se desarrollaron variedades para producir vino. Aunque no han podido establecer una fecha exacta para los primeros vinos, ya se cultivaban variedades adaptadas a la vinificación en el Cáucaso y el sur de Europa hace 8.000 años, y posiblemente en el norte de África hace unos 10.000. El trabajo, liderado por la Universidad Agrícola de Yunnan (China) y en el que han participado investigadores españoles, se ha basado en analizar 1.022 variedades de vid silvestre y 2.503 variedades cultivadas de toda Eurasia y el norte de África. Los resultados muestran que las vides actuales son herederas de la selección natural durante la última glaciación y de la selección cultural a lo largo de las grandes rutas migratorias tras el origen de la agricultura. Durante la glaciación, que duró desde hace 115.000 años hasta hace 11.700, las vides silvestres quedaron segregadas entre dos poblaciones que evolucionaron por separado, una en Europa y la otra en Asia Occidental. Al final de la glaciación, en la misma época en que nació la agricultura en la región, comunidades de Oriente Medio y del Cáucaso empezaron a cultivar vid de la variedad de Asia Occidental. Los cultivos procedentes de Oriente Medio se extendieron hacia el sur de Europa a través de la actual Turquía y llegaron hasta Iberia, donde se cruzaron con variedades silvestres autóctonas hace 7.740 años. Esto les permitió adaptarse a las condiciones locales y volverse más adecuadas para la producción de vino, sostienen los investigadores. "Los resultados indican que el origen del vino en Europa Occidental está asociado a la fertilización cruzada entre las poblaciones silvestres locales y las uvas domesticadas de Oriente Próximo", declara Rosa Arroyo-García, coautora del trabajo, del Instituto Nacional de Investigación y Tecnología Agraria y Alimentaria (INIA) del CSIC en Madrid La viticultura tuvo un papel clave en las sociedades del neolítico, sostienen los investigadores Los cultivos de Oriente Medio se extendieron también en dirección oeste hacia África, en dirección noreste hacia el Cáucaso y en dirección este hacia Asia. La ruta asiática siguió la misma trayectoria y aproximadamente la misma cronología que la de la expansión del trigo, la cebada y el mijo. Los cultivos surgidos del Cáucaso, por su parte, se extendieron hacia Europa Central aunque tuvieron un recorrido más limitado. Los resultados ofrecen "una imagen definida de la historia evolutiva de la vid, que refleja acontecimientos clave en la historia del clima global y de las migraciones humanas", concluyen los investigadores en Science . En Europa, los análisis genómicos de las variedades de vid "reflejan el papel de la viticultura en la formación de sociedades sedentarias". La investigación es "un avance considerable para comprender la evolución de la uva y las migraciones de los humanos", valora el genetista Xavier Estivill, que aplica sus conocimientos de genómica a la producción de vino en el Celler Gritelles de Cornudella de Montsant, en la comarca del Priorat. La investigación genómica ayudará a mejorar los cultivos en el futuro Estivill, que no ha participado en la investigación, destaca que "se han identificado más de 50 millones de cambios en el genoma de las 3.500 variedades de uva analizadas, lo que permite diferenciarlas y ver cómo han evolucionado". Muchas de estas variaciones en el genoma están relacionadas con el sabor, el color, la productividad y la resistencia a condiciones ambientales adversas. Esta "gran cantidad de información genómica nos permitirá en un futuro seleccionar características que nos interesen para responder a las demandas del mercado y a las nuevas necesidades ambientales", declara Rosa Arroyo-García.
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