Envueltos en una nube provocada por el uso de los ahumadores que se utilizan en la colmenas y ataviados con los equipos de trabajo, cerca de un millar de apicultores convocados por las organizaciones agrarias Asaja, Upa, Coag y las Cooperativas Agroalimentarias se han concentrado este jueves ante el Ministerio de Agricultura . Dos apicultores fueron bautizados con miel. Piden ayudas ante la crisis que sufre el sector, consecuencia de los efectos de la sequía y los incrementos de costes, y para frenar las masivas importaciones de miel china a bajos precios. El sector reclama urgentemente un etiquetado que responda al contenido real de los envases cuando se trata de miel de mezclas, algo que no sucede hoy, y que perjudica tanto a los ganaderos como a los consumidores que adquieren un producto sabiendo el país de origen de la miel, pero no el porcentaje que proviene de cada país. La apicultura española, con más de 36.000 explotaciones y tres millones de colmenas, se enfrenta a una de sus mayores crisis de la última década, consecuencia de la sequía de los meses pasados , que se ha traducido en menos alimentación en el campo para las abejas. Además de debilitarlas, ha impulsado enfermedades como la varroa, un ácaro mortal para las abejas. Esto también ha tenido sus efectos negativos sobre la polinización de los cultivos. A esta situación se suma un incremento de los costes por el transporte de las colmenas en una actividad donde el 50% de las explotaciones y el 80% de las colmenas son trashumantes, y se mueven en busca de "pasto" para las abejas. En condiciones normales, la producción en España se eleva a unas 36.000 toneladas que suponen el 90% del consumo. Sin embargo, de ese volumen, por su calidad y su demanda exterior, especialmente en otros países comunitarios y otros como Estados Unidos, Arabia Saudí o Reino Unido, exportó en 2022 hasta octubre casi 24.000 toneladas a un precio medio de casi cuatro euros por kilo. La nueva amenaza son las importaciones de miel barata, especialmente desde China. Esta llega al mercado español directa o indirectamente a través de otros países y está obligando al almacenamiento de la miel de producción nacional. En 2020, hasta el mes de octubre las importaciones de miel ascendieron a más de 34.000 toneladas a un precio medio de 2,37 euros por kilo, de 1,48 euros en el caso de la miel china, frente a unos costes de producción en España de más de tres euros, sin contar los actuales incrementos. De ese volumen de compras en el exterior, China es oficialmente el primer proveedor con 7.085 toneladas a bajos precios, desplazando a otros países sudamericanos. Desde el sector se denuncia, además de la entrada de un producto barato, que también se trata, en muchos casos, de una miel de baja calidad elaborada con sucedáneos como sirocos de maíz o arroz y de un país donde se aplican productos zoosanitarios prohibidos en la Unión Europea. José Luis Pajuelo, apicultor andaluz, lamenta que las cooperativas tengan la miel almacenada por falta de salidas mientras el mercado se inunda de mieles importadas, especialmente chinas, muchas de dudosa calidad. Junto a ese volumen oficial, los apicultores denuncian también la entrada de miel china a través de otros países como Portugal, que en 2022 exportó a España más de 6.000 toneladas. Todo ello supone que, a pesar de una reducción en la producción por las condiciones climatológicas, los apicultores tengan almacenadas sus cosechas, mientras en los lineales dominan mieles de mezcla donde la parte española es minoritaria. Pedro Loscartales, apicultor aragonés de Coag considera indispensable atajar los efectos negativos de las importaciones a bajos precios y la falta de clarificación en los etiquetados, pensando tanto en los productores como en los consumidores, para que sepan lo que comen. El otro gran problema del sector radica en la actual normativa comunitaria sobre las exigencias en el etiquetado de los envases. La reglamentación solo obliga a señalar los países de donde es originaria la miel, pero no el porcentaje de cada uno. Eso significa que una miel de mezcla puede tener un 99% de miel china y solamente un 1% de miel española, algo que los apicultores pretenden que modifique España durante su presidencia europea. Esta normativa, denuncian, supone además un fraude para los consumidores, que no saben qué tipo de miel están adquiriendo. El sector reclama a la Administración un plan de apoyo excepcional, incorporar a los apicultores a las ayudas por el consumo de combustible, campañas de promoción de la miel española, planes en materia de sanidad animal y, sobre todo, esa clarificación en el etiquetado sobre el origen del producto y el porcentaje procedente de cada país. Vanesa Iglesias, apicultora extremeña de Asaja destaca la necesidad de ayudas directas para asegurar la viabilidad del sector. Desde Upa, el apicultor extremeño Antonio Prieto, considera importante también una adecuada política en materia de sanidad y la lucha contra especies invasoras que provocan elevadas pérdidas en las colmenas. Sigue toda la información de Economía y Negocios en Facebook y Twitter , o en nuestra newsletter semanal