La unión de centros tecnológicos y startups con las bodegas comienza a descorchar las posibilidades de mejora que la IA introduce en cada proceso La agricultura halla un inesperado abono en la 'tokenización' El sector vitivinícola, una gran fuente de producción del sector agrario y fundamental para la economía de España, registró en 2022 una producción superior a los 35 millones de hectolitros, lo que lo convierte en el tercer productor de vino del mundo. Aun con ello, no descansa en sus laureles y recurre a la inteligencia artificial (IA) para mejorar su proceso de producción y su conexión con el cliente, pero también para enfrentar las consecuencias del cambio climático que están afectando sus cosechas, a través de la implementación de soluciones sostenibles. Cada uno de los procesos de elaboración del vino están siendo optimizados. Para ello, la ciencia está apostando por la mejora del conocimiento y la productividad de las empresas del sector. «La aplicación de la IA la podemos ver en todas las etapas: recolección, fermentación y envejecimiento, y finalmente la llegada al consumidor», sostiene Silvia González, responsable del grupo de inteligencia artificial en Instituto Tecnológico de Castilla y León (ITCL). Esta experta explica que, en la industria vitivinícola, la implementación de IA no está al mismo nivel en todas las bodegas, pero que sí existe un avance más homogéneo en esta comunidad autónoma para integrar este tipo de algoritmos y herramientas en el proceso productivo. Estas aeronaves son protagonistas en tareas de monitorización que garantizan actuaciones precisas, e incluso empiezan a ser útiles en el momento de la cosecha Proceso completo La especialista afirma que ya se están desarrollando tecnologías para utilizar los algoritmos implementados mediante cámaras para detectar el estado de la uva -si tiene alguna enfermedad o si llegó el momento adecuado para la recolección- o en la fase final, en donde la IA ayuda a realizar el seguimiento y la trazabilidad del producto hasta que finaliza el proceso de comercialización. «En el caso de la fermentación y envejecimiento, la IA puede ser un apoyo en la toma de decisiones. En la etapa de envasado y empaquetamiento, la visión artificial nos permite detectar los descartes del proceso productivo. Finalmente, la IA repercute en la interacción con el consumidor, ya que permite que se evalúen las opiniones y tendencias que existen en el mercado de los vinos», sostiene González. Sostiene además que la IA podría ayudar al sector a predecir el precio de los productos, las tendencias del mercado y permitir la optimización de las cadenas de producción. El ITCL viene implementando el proyecto AgrarIA, que ha sido desarrollado en colaboración con varios socios, y liderado por GMV e impulsado con financiación del programa de misiones de I+D en inteligencia artificial de la Secretaría de Estado de Digitalización e Inteligencia Artificial (Sedia). La especialista comenta que este proyecto ha permitido que la IA se aplique a la cadena de valor, ya que a partir del cruce de datos se permiten optimizar los tratamientos durante la etapa de maduración de los recursos para detectar anomalías a tiempo, una fase que normalmente escapa del control de los empresarios. Con fundamento «Hay dos palabras cuando hablamos de IA: predicción y precisión», sostiene Eloi Montcada, el clúster manager de Innovi, una institución que agrupa a casi 100 socios que impulsan proyectos y actividades innovadoras en la región de Cataluña. Montcada sostiene que la IA aprovecha la información para tomar decisiones mucho más precisas. Montcada ejemplifica estas posibilidades con la tecnología implementada por algunas empresas para poder conocer las condiciones meteorológicas, la humedad del suelo o determinar la afectación por una plaga. Un despliegue de algoritmos que permite detectar problemas y lograr la máxima eficiencia en los tratamientos. «La IA nos está ayudando mucho a la trazabilidad, incluso para dar información al consumidor con respecto al producto final», sostiene el manager del Innovi. Montcada subraya que España está al nivel de sus pares europeos, a nivel tecnológico, gracias a la financiación de los fondos europeos, y que incluso tiene empresas que exportan estas soluciones innovadoras, lo que refleja competitividad. Desde Eurecat, el Centro Tecnológico de Cataluña, que provee de tecnología innovadora y cuenta con un área digital para el desarrollo de temas de inteligencia artificial, Rosa Araujo, coordinadora del proyecto VitiGeoss y project manager de Eurecat, explica que, actualmente, la IA analiza grandes cantidades de datos vinculados al clima, el suelo o la calidad de las uvas, además de generar tecnología para monitorizar procesos de producción, y todo ello se aplica con la finalidad de tomar decisiones informadas para optimizar el proceso y mejorar la calidad del vino. «Sin datos históricos, la IA no funciona», declara la coordinadora. Araujo destaca también la utilidad de los fondos públicos nacionales y regionales que se brindan desde la Comisión Europea y permiten financiar proyectos de I+D+i, lo que facilita que las empresas colaboren con el desarrollo del sector agroalimentario y puedan afrontar el cambio climático, una situación que está reduciendo el rendimiento de los cultivos, la productividad e incrementando la sequía. Nuevos servicios Con relación al proyecto VitiGeoss, Araujo explica que se ha creado para integrar la analítica de datos satelitales, drones, maquinaria y datos de sensores instalados en el campo; lo que permite desarrollar nuevos servicios destinados a la mejora de la gestión de explotaciones vitivinícolas que permitan la gestión de enfermedades fúngicas, la optimización de recursos y el seguimiento de indicadores de sostenibilidad, esto con el fin de obtener mejoras en la productividad de las explotaciones vitivinícolas. Josep Pijuan, investigador de la Unidad de inteligencia artificial Aplicada de Eurecat, reafirma que la IA es relevante para tomar mejores decisiones, que actualmente se aplican en distintas etapas dentro de la industria del vino, y ejemplifica este contexto asegurando que se están utilizando satélites que integran la IA para obtener datos de cómo van evolucionando las parcelas y optimiza el uso del agua. El investigador sostiene que en el sector vitivinícola la sostenibilidad es clave y, por ello, se trabaja en minimizar el uso de los recursos, reduciendo el impacto de las afectaciones que se producen en los viñedos. Modelos predictivos La Plataforma Tecnológica del Vino (PTV) es una asociación sin ánimo de lucro, cuyo objetivo es incentivar la innovación como motor de competitividad de la producción vitivinícola nacional y europea. Mario de la Fuente, gerente de la plataforma, afirma que tienen entre sus asociados a productores de la cadena vitivinícola, pero también empresas que apuestan por la digitalización del sector. De la Fuente explica que «la disrupción más grande viene en el campo de la viticultura más que en la enología, porque allí entran muchos aspectos en la generación de modelos agroclimáticos de previsión, ya sean de predicción de rendimiento, predicción del grado de la uva en grado gris, modelos de proyección de control de plaga y de determinadas enfermedades». Xavi Silva, CEO de la empresa Hemav, una plataforma de agricultura SaaS de agricultura basada en IA que genera modelos únicos de previsión de cultivos, explica que estas tecnologías son útiles desde el inicio en la preparación del suelo para aplicar ciertos tratamientos. Y cuando empieza la campaña, con los procesos de la fertilización y el riego. «Somos capaces de ver y discernir las diferentes calidades de la uva y el vino gracias a la tecnología», sostiene Silva. La plataforma también ha implementado el programa Wine Disruption Programme que permite transformar el sector del vino mediante la tecnología y la IA. Silva sostiene la importancia que tiene para la plataforma rescatar la información histórica y no empezar desde cero, ya que la IA necesita de datos para entrenar el sistema, aunque resalta que, los viticultores españoles tienen la información registrada, lo que los ayuda a tener un mejor punto de partida. Raíces innovadoras Centro de Investigación e Innovación de la Bodega Concha y Toro, en el que desarrollan nuevas soluciones para el sector. Abajo a la izquierda, sobre estas líneas, la plataforma del proyecto Vitigeoss, creada para integrar la analítica de datos satelitales, drones y datos de sensores. Abajo a la derecha, una estación meteorológica del clúster de Innovi para generar algoritmos en la predicción del tratamiento Raíces innovadoras Centro de Investigación e Innovación de la Bodega Concha y Toro, en el que desarrollan nuevas soluciones para el sector. Abajo a la izquierda, sobre estas líneas, la plataforma del proyecto Vitigeoss, creada para integrar la analítica de datos satelitales, drones y datos de sensores. Abajo a la derecha, una estación meteorológica del clúster de Innovi para generar algoritmos en la predicción del tratamiento El CEO de Hemav reconoce que la IA tiene un impacto en la sostenibilidad, porque permite aplicar diferentes tratamientos y «sacar buenas producciones, utilizando los mínimos insumos posibles». Silva afirma que el sector agrario es el que más tiene que avanzar a nivel tecnológico porque depende de ello. Bodegas 4.0 «La tradición no está reñida con la innovación, y la intuición debe estar soportada por los datos» afirma José Moro, presidente de Bodegas Cepa 21. Moro destaca el papel importante que está teniendo la IA en dos aspectos: la predicción de calidad del vino y la optimización de la viticultura. En Cepa 21, según lo explicado por Moro, se analizan datos históricos y factores claves, como el clima, la ubicación de los viñedos, las prácticas de viticultura, los productos y técnicas enológicas empleadas, lo que, explica, permite a los enólogos tomar decisiones más informadas sobre la gestión de sus viñedos y optimizar las cosechas. «En nuestros viñedos, la inteligencia artificial interviene desde la gestión de los viñedos, la predicción de vendimia, la elaboración de vino hasta la logística y distribución», sostiene Moro. La empresa ha firmado un contrato con IBM para trabajar un proyecto de innovación en conjunto con Efor y la Universidad Europea para aplicar una solución basada en la automatización a la hora de generar modelos de IA y procesar datos con aplicaciones específicas. «Con esta solución, buscamos estudiar los datos climáticos de las diferentes zonas de la Ribera del Duero con el objetivo de sacar el mayor rendimiento a conocer con exactitud el carácter de nuestros viñedos para sacar lo mejor de cada uno de ellos», subraya. Traspasar fronteras Álvaro González, director del Centro de Investigación e Innovación de la Bodega Concha y Toro, cuyos orígenes están en Chile, Argentina y California, pero cuyos vinos llegan a más de 130 países con sus productos, resalta que los vínculos con España se refuerzan en el ámbito de la investigación y el desarrollo, fortaleciendo la red de I+D+i. Datos que generan relatos y crean marca Obtener la mayor cantidad de datos posibles genera una mejor intervención de la IA para detectar acciones de mejora. Miguel Gómez, catedrático de la Universidad Castilla La Mancha, destaca los beneficios de la inteligencia artificial y el análisis de grandes volúmenes de datos (big data) en el sector del vino. Para exprimir esas ventajas trabaja en un proyecto europeo para obtener datos de diversas fuentes (marcas, blogs, entre otros) y mejorar la calidad de la información. «Nos permiten entender mejor al consumidor e implementar nuevas estrategias de marketing, para generar relatos en torno a las marcas», sostiene Gomez. También, resalta la tendencia creciente de integrar el vino con el turismo. Para González, el uso de la inteligencia artificial «ya sea 'machine learning', redes neuronales o algoritmos que toman data de nuestros viñedos o bodegas, genera información útil para ser evaluada por equipos técnicos y profesionales para la toma de decisiones». El director del centro explica que un desafío que aborda la bodega con el uso de estas tecnologías es la relación entre el clima y el rendimiento. «Se está trabajando con dos modelos de inteligencia artificial: un simulador de la vinificación y un índice de calidad de las uvas que determina el potencial de un lote particular. Incluso, existe una desarrollada en California que determina cuánta agua estás perdiendo en la superficie del viñedo», afirma González. Pero el uso de la inteligencia artificial también es esencial en la relación de los productores con el consumidor final. Joaquín Cabezas, CTO de la empresa BeBold, explica que esta plataforma surge como un sistema que utiliza la IA para conectar al cliente con un vino de su preferencia. «A través de bases de datos de diversas fuentes, puntuaciones, características, y utilizando otros registros podemos determinar qué vino (solo españoles) se adapta a la necesidad del cliente en ese momento. Nuestro foco es en todo caso la fase del descubrimiento», explica. A la medida Cabezas sostiene sobre el funcionamiento de la plataforma, que en el ordenador se crean una especie de redes que conectan los vinos entre sí, y luego se permite conectar a las personas con distintos caldos. «Con esas conexiones, de manera similar a una red social, analizamos los productos y las preferencias de clientes, y podemos determinar que tipo de vino le gusta más a ciertos grupos», sostiene Cabezas. Finalmente, la industria española se pone a la par de sus pares europeos, que ya están introduciendo vinos elaborados con ayuda de la inteligencia artificial, mezclando porcentajes exactos de distintas variedades de uvas para mejorar el equilibrio y sabor del producto. Se confirma así que la cosecha de innovación vinculada a la IA da un nuevo aroma de eficiencia a todos los procesos de la industria vitivinícola.