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Las cooperativas buscan su espacio en la nueva economía

17/02/2025
En: abc.es
Digital
Aunque el sector echa en falta estímulos y marcos regulatorios específicos, estas empresas tratan de acelerar su viaje de modernización sin perder su esencia La sociedad cooperativa como fórmula empresarial está presente en todos los sectores económicos, desde el mundo agroalimentario hasta los servicios de atención personal, servicios profesional o de consultoría empresarial, pasando por los sectores industriales de todos los ámbitos de producción y comercialización. En España, ... el sector cooperativo está conformado por 23.383 empresas que integran a casi medio millón de personas socias trabajadoras y más de 8 millones y medio de socios. Estas cooperativas representan un 5,5% del PIB. «Continúan creciendo desde hace 150 años y expandiéndose por todo el mundo, todas las culturas y todos los sistemas políticos y económicos», indica José Vidal García Alonso, director-gerente de Fecoma, la federación de las Cooperativas y de la Economía Social de la Comunidad de Madrid. Asegura que España se ha posicionado en el mundo como país líder en el desarrollo cooperativo y de la economía social «aportando experiencias de empresas multinacionales a la vez que empresas con una alta resiliencia a las crisis que resuelven problemas de las personas también en los barrios marginales y en los pequeños municipios de la España rural». Afrontar el cambio En un contexto tan amplio en el que surgen y se desarrollan las cooperativas, cabe preguntarse cómo afrontan la innovación y si les ayuda a ser más competitivas. Desde Fecoma resaltan la existencia de distintos niveles de su aplicación, pero en general ven cada vez más startup que se constituyen con fórmulas cooperativas o de sociedades laborales, que es otro tipo de empresa participada mayoritariamente por los trabajadores y netamente española. «Así encontramos centros de I+D como Ikerlan (grupo Mondragón), empresas de base tecnológica, empresas que incorporan sistemas de automatización en la distribución (Unice cuenta con financiación del CDTI), cooperativas de trabajo que son spin-off de proyectos universitarios (Universidad Politécnica, Complutense, Carlos III)», pone como ejemplo el director gerente. En el sector agrario «son incontables las inversiones en tecnología en cooperativas que están aumentando y mejorando la producción con técnicas innovadoras de control de la producción (centros de innovación de Cajamar en agricultura y gestión del agua, pastores digitales), alcanzando una gran notoriedad en sectores como el vino y el aceite de oliva», añade. Sin olvidar que las cooperativas «están siendo protagonistas del cambio en el modelo energético tan importante que estamos viviendo en España hacia las energías renovables (cooperativas de consumidores, comunidades energéticas)», puntualiza. No obstante, explica que la innovación que siempre ha sido el fuerte de la economía social y el cooperativismo es «la innovación social, la generación de impactos sociales a través de iniciativas emprendedoras que generan soluciones no convencionales a problemas sociales, educativos, de integración social, de atención a núcleos aislados o de baja población, con sistemas de teleasistencia, espacios de 'coworking', servicios de 'cohousing' o servicios de atención domiciliaria, entre otros». «Las fórmulas cooperativas se adaptan muy bien a los procesos de innovación y cocreación», matiza. María Ángeles Ruiz Ezpeleta, profesora de EAE, habla de una evolución favorable del sector cooperativo, aumentando cada año el número de cooperativas constituidas. No obstante, cree que las de pequeño tamaño pueden pasar momentos difíciles. «Sucede lo mismo que con otro tipo de sociedades, las de gran tamaño o multinacionales tipo Mondragón, o Credit Agricole, aumentan sus operaciones, pero las pequeñas no evolucionan favorablemente en muchos casos, ya que sufren más en los períodos de crisis o incertidumbre», resalta. Pone como ejemplos grandes cooperativas multinacionales del sector financiero como Credit Agricole en Francia; del sector industrial, como Mondragón, en España, o agroalimentarias como el grupo Euralis en Francia, «pero especialmente en el sector agroalimentario más del 95 % de las cooperativas son pequeñas y medianas sociedades», puntualiza. También señala un distinto ritmo en materia de innovación según el tamaño de la cooperativa así como en la adaptación e integración de la digitalización en sus procesos y producciones. «En ese sentido tienen los mismos hándicaps las cooperativas de pequeño tamaño que las empresas pequeñas, les cuesta adaptarse y utilizar las nuevas tecnologías en toda su amplitud», matiza. A todo ello hay que sumarle una menor agilidad en la toma de decisiones en comparación con las empresas. «Incluso las cooperativas de gran tamaño, al tomarse las decisiones conjuntamente por todos los cooperativistas, independientemente del capital, no hay agilidad debido a que las decisiones han de tomarse en sistema asambleario», resalta la docente. «Si la cooperativa es grande, puede ser más propensa a la evolución, pero aún así los cambios son más lentos que en otro tipo de sociedad», añade. Además, María Ángeles Ruiz Ezpeleta habla de la necesidad de cambios, como establecer ayudas para las cooperativas de pequeño volumen de negocio, especialmente las agrícolas. «Ocurre lo mismo que con las pymes, los políticos favorecen a las grandes estructuras en detrimento de las pymes que son las que generan más empleo», resalta. En cuanto a cambios legales, «quizás se debería tener en cuenta el capital de cada cooperativista a la hora de votar ya que, según la ley española, cada cooperativista tiene un voto de igual valor», apunta. No obstante, «si varía ese punto se pierde la esencia de la ideología de una cooperativa y se acercaría más a una empresa capitalista, no cooperativista». El sector farmacéutico está muy ligado a la innovación algo que también se nota en el mundo cooperativo de dicho sector. «Es un compromiso absolutamente estratégico, porque entendemos que es necesaria para mejorar el servicio a la farmacia y avanzar hacia la excelencia», recuerda Enrique Ayuso, presidente de la Hermandad Farmacéutica del Mediterráneo (Hefame). Su apuesta por la digitalización les ha llevado a desarrollar proyectos muy interesantes para ayudar a las farmacias en su transformación digital, de forma que puedan gestionarse mejor, personalizar el trato que dan a sus pacientes y ofrecerles servicios más avanzados adaptados a las tendencias de consumo actuales. «Y desde luego, nos permite optimizar nuestros procesos internos, personalizar nuestra relación con los socios y anticipar sus necesidades y las del mercado. Nosotros creemos en las posibilidades de las herramientas digitales y la inteligencia artificial para seguir avanzando hacia la excelencia en el servicio a nuestras farmacias y nos apoyamos en ellas para seguir creciendo», explica Ayuso. Elige la palabra solidaridad para definir el cooperativismo del sector farmacéutico y no tiene dudas de que «el modelo cooperativo es la clave para que se pueda mantener el modelo de farmacia en nuestro país. Algo esencial porque es el único que garantiza que todos los medicamentos lleguen a toda la población, por remoto que sea el lugar en el que se resida», afirma. Recuerda que buena parte de la actividad que realizamos las cooperativas del sector farmacéutico es muy poco o nada rentable porque supone desplazarse a lugares alejados para llevar pedidos que no compensan el gasto del transporte. «Las cooperativas de distribución farmacéutica primamos la salud por encima de criterios económicos y eso nos hace un modelo esencialmente solidario». Banca cooperativa Actualmente la banca cooperativa se encuentra en un momento de consolidación y crecimiento en Europa, representando ya un 23% del mercado europeo, con más de 2.500 entidades y 210 millones de clientes. Países como Francia (63%) o Alemania (23%) tienen cuotas destacadas. Su enfoque en la sostenibilidad, la proximidad al socio y la estabilidad financiera lo han convertido en una alternativa cada vez más valorada. Desde Caja de Ingenieros resaltan el hecho de que en el sector bancario «el cooperativismo se define principalmente por un modelo de negocio basado en la participación de los socios y el compromiso con el desarrollo sostenible. A diferencia de la banca tradicional, las entidades cooperativas vamos más allá del beneficio económico, nuestra prioridad son nuestros socios y socias, a quiénes ofrecemos un valor añadido cuidando de su salud financiera», afirman fuentes e Caja de Ingenieros. En su caso, este modelo se traduce «en una banca responsable, transparente y con un enfoque a largo plazo que prioriza la sostenibilidad financiera, social y medioambiental. Además, promovemos la educación financiera, el apoyo a las pymes y la economía social, reforzando así nuestro propósito de generar impacto positivo en la comunidad», añaden. Creen necesario impulsar algunos cambios para garantizar un entorno más equitativo y competitivo de su modelo de negocio. En concreto, se refieren a «un marco regulatorio adaptado que pueda reconocer las particularidades de las cooperativas frente a otros modelos, facilitando el acceso a financiación, simplificando trámites o promoviendo incentivos». También ven importante «establecer políticas que impulsen la formación o el acceso a redes de colaboración, así como promover su reconocimiento en foros económicos y empresariales». Al fin y al cabo, el cooperativismo es una palanca de desarrollo sostenible e inclusivo. «Fortalecer su ecosistema no solo beneficia a las cooperativas, sino que contribuye a una economía más resiliente y justa», recuerda esta cooperativa.
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