La campaña de recogida de la uva ha llegado ya y lo hace afectada por la sequía y los bajos precios
La mecanización ha dejado en residual el trabajo de los recolectores
Un vendimiador en la recogida de la uva en Requena. / Levante-EMV
Jordi Cuenca
València 08 SEPT 2024 7:01
Llega el tiempo de vendimia y no hay alegría en la huerta valenciana. No puede haber: la sequía , el pedrisco y los bajos precios no dan para proyectar fiestas . Al contrario, un velo negro se expande por los viñedos. El vicepresidente de la Unió Llauradora, Luis Javier Navarro, a su vez productor de este cultivo, augura una reducción del 35 % en la cosecha . Si la producción media en la Comunitat Valenciana está en torno a los tres millones de hectólitros, «este año no vamos a llegar ni a dos por la sequía en unas zonas y el pedrisco en otras».
El responsable de la sectorial del vino en la Asociación Valenciana de Agricultores (AVA-Asaja), José Luis Robredo, tiene unas cifras similares. Calcula que en la comarca de Utiel-Requena , la principal zona productora de la Comunitat Valenciana, la merma en la producción se situará entre el 30 % y el 40 %, unos porcentajes que proceden de la reducción que prevé en el secano de un setenta por ciento y del 25 % en el regadío . Claro que la situación en otros territorios es mucho peor, también como consecuencia de la sequía. Es el caso de la reducción de un 90 % en la Marina o del 60 % en la zona de Fontanars dels Alforins. En la Marina, según Robledo, los productores van a tener que arrancar cepas que se han muerto por la falta de agua.
Los agricultores y ganaderos cifran en 250 millones las pérdidas por la prolongada sequía
Así las cosas, muchos viticultores no van a cubrir costes y sufrirán pérdidas. Y es que los precios que proponen los grandes compradores son similares a los de 2023 «y el año pasado no cubrimos costes», según explica Luis Julián Navarro. El dirigente de la Unió Llauradora recuerda que la interprofesional del vino considera que el rango para que el agricultor cubra costes se encuentra entre los 40 y los 48 céntimos. No obstante, en la principal región productora de vino de España, Castilla-La Mancha, que marca los precios del sector, «se quiere pagar en las variedades de tinto entre 15 y 20 céntimos el kilogramo».
Un camión descarga uva en un cooperativa. / Levante-EMV
Cava
Navarro añade que en la Comunitat Valenciana «solo se libra» de la debacle un cultivo vitivinícola, el cava, en el que se están «pagando precios razonables de entre 70 y 90 céntimos el kilo por la falta de producto ». El dirigente del sector asegura que «lo que sucede con el cava debería pasar en otras variedades, pero el comprador afirma que ha bajado el consumo del vino tinto y que había muchas existencias». Es una dinámica en la que está inmersa esta actividad desde la pandemia del coronavirus y a la que contribuye el alza de las temperaturas, que hacen más agradable la ingesta de caldos blancos.
En esta tendencia coincide con él el dirigente de AVA-Asaja José Luis Robredo, quien precisa que «la gente prefiere los blancos y todos los vinos que se pueden vender frescos. Por eso crece el cava. Puede ser un efecto del cambio climático, aunque no creo que se perpetúe».
Cambio en las costumbres
Todo cambia, como el clima, y también lo hacen los usos y costumbres. La maquinaria ha entrado de lleno en el mundo agrario y, en consecuencia, la vendimia ya no se estila como en los viejos tiempos . Robredo es concluyente al respecto: «Casi ha pasado a la historia. Muy poca recolección se hace a mano». Luis Javier Navarro, por contra, no es tan pesimista. Admite que «se va a buscar mucha menos gente por las menores cosechas y la mecanización», que se ha extendido en los últimos veinte años con el cambio desde la uva en cepa baja o en vaso a la de espaldera, propicia para la recolección con máquinas, que es mucho más barata que la manual por los costes elevados de los trabajadores. La reducción de esta mano de obra, según el dirigente de la Unió Llauradora, alcanzaría un 40 % .
Una maquina recoge uva de vinificación. / Levante-EMV
Aún así, esta práctica se mantiene y, según su relato, los vendimiadores que quedan son residentes en la Comunitat Valenciana aunque su origen esté en el extranjero . La organización agraria dispone de diez casas en Utiel y de otra en Casas de Utiel que presta como alojamiento colectivo para cerca de ochenta personas.
Enlaces ferroviarios
Lo que Navarro asegura que no ha cambiado es la tradicional peregrinación de españoles para la vendimia en Francia. Unos 15.000 españoles -cerca de 1.000 valencianos- se desplazarán al país vecino para este trabajo temporal . No es que el viñedo galo no esté mecanizado, sino que allí se mantienen algunas bodegas de gran calidad que realizan la vendimia a mano. Son situaciones de alguna forma especiales en las que, además, los vendimiadores -que obtienen unos ingresos superiores a los que percibirían en España- tienen un vínculo especial con los bodegueros franceses tras llevar muchos años desplazándose a esas zonas para trabajar en la recogida de uva.
El panorama del sector, como ha quedado escrito, es más bien desolador: «Requena se salva por el cava, pero el resto de la comarca es una ruina. ¿La solución? No lo sé. La situación climática incide, sin duda. Habrá abandono de campos si las administraciones públicas no toman medidas», concluye Robredo.
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