Ya son varios los estudios que afirman que la ingesta de estos productos cárnicos puede estar detrás de buena parte de las afecciones del tracto urinario Los productos de supermercado derivados de carnes como el pollo, el pavo o el cerdo son el vehículo ideal para ciertos microorganismos que podrían estar provocando millones de infecciones. En concreto, son el hogar de la infame Escherichia coli (E. coli), una bacteria cuyas cepas pueden provocar intoxicaciones alimentarias . Pero sus efectos no acaban ahí. Este "bichito" también está detrás de una buena parte de las infecciones urinarias que padecemos. Una nueva y extensa investigación publicada en la revista One Health , relaciona el consumo de estos alimentos con casi medio millón de casos de infecciones del tracto urinario (ITU) en Estados Unidos. La carne avícola es una de las más consumidas en todo el mundo. Según los datos de la FAO, para 2030 se prevé un consumo per cápita en el mundo de alrededor de 24,6 kg de pollo, casi 10 kg más que lo que se ingería en 2015 . En nuestro país, tal y como apunta el Informe del Consumo Alimentario elaborado por el Ministerio de Agricultura, Alimentación y Medioambiente, los españoles tomamos alrededor de 12,06 kilos kilogramos de este tipo de carne durante 2021. Sólo en España se matan 680 millones de pollos al año . Los datos que se manejan en la actualidad confirman que unas pocas cepas E. coli podrían estar causando hasta el 80% de las infecciones urinarias a nivel mundial . Su procedencia no está clara todavía, aunque el equipo de Lance Price, autor del estudio, microbiólogo y profesor de la Universidad George Washington, en Washington DC, ha hallado pruebas genéticas de que algunas infecciones urinarias están causadas por cepas de E. coli presentes en el pollo, el pavo y el cerdo que la gente compra en el supermercado . A lo largo de un año, los investigadores salieron cada dos semanas a comprar muestras de todas las marcas disponibles de pollo, pavo y cerdo crudos en las nueve principales cadenas de supermercados de Flagstaff, Arizona. También recogieron todas las muestras de E. coli aisladas de pacientes del principal centro médico de la ciudad durante el mismo periodo. Analizando los genomas de E. coli procedentes de carne y de pacientes, los investigadores se centraron en segmentos de ADN bacteriano exclusivos de cepas que colonizan animales que la gente come , no personas. A partir de ahí, desarrollaron un modelo matemático que predecía la probabilidad de que la E. coli procediera de una persona o de un alimento. Según las conclusiones de este trabajo, se calcula que alrededor del 8% de las infecciones urinarias causadas por E. coli pueden atribuirse a una fuente alimentaria. Esto se traduciría en alrededor de medio millón de infecciones de este tipo entre los estadounidenses cada año. Estudios anteriores han relacionado la presencia de E. coli en el pollo y otras carnes de corral que se venden en supermercados con las infecciones de orina. Es el caso de una investigación llevada a cabo en la Escuela de Salud Pública de la Universidad de California en 2017, que a través del análisis de ADN bacteriano en las carnes y en las muestras de orina de más de 1.000 pacientes, detectó que de los seis tipos de cepas de E. coli que causan infecciones urinarias, tres se hallaron en la carne analizada y vendida en comercios de California. La principal conclusión de este trabajo fue que hasta el 38% de los productos cárnicos estaban contaminados por E. coli. Casi una cuarta parte. Por tipos de carne, se halló que la carne picada de pavo era la más contaminada (73% de los casos), seguida por la pechuga de pollo (43%), la carne picada (18%) y las costillas de cerdo (15%). En cualquier caso, aún no se han publicado estudios concluyentes que demuestren claramente la relación entre las cepas de E. coli halladas en la carne de supermercado y las infecciones urinarias. Aproximadamente, la mitad de las mujeres tendrán una infección urinaria (ITU) a lo largo de su vida , debido principalmente a la anatomía humana. Esta situación se produce cuando una bacteria infecta el sistema urinario llegando a la vejiga. La gran mayoría de esas infecciones están causadas por la bacteria E. coli. En la mayoría de los casos, las ITU se producen en la vejiga (cistitis) y provocan síntomas como ganas frecuentes de orinar, ardor al orinar y dolor en la parte baja del vientre por debajo del ombligo. En un pequeño número de casos, las ITU dan lugar a infecciones más graves, incluso potencialmente mortales , si se extienden a los riñones o a la sangre. Por ejemplo, puede complicarse si llega al riñón produciendo una pielonefritis , que debe ser tratada en muchas ocasiones en el hospital con antibióticos intravenosos. También puede darse el caso de personas que tienen cistitis sin síntomas. Si la infección de la vejiga no se trata o progresa, puede producir una infección renal que se caracterizará por dolor en el flanco del abdomen (zona de los riñones), fiebre, náuseas y/o vómitos. La cistitis no es una emergencia médica y se trata con antibióticos de tres días de duración . Incluso, sin antibiótico e incrementando la ingesta de agua, puede desaparecer la infección. Algunas personas presentan un mayor riesgo de complicación como las embarazadas, los pacientes ancianos y los hombres; también los diabéticos, con enfermedades renales o con sistema inmunitario debilitado. La E. coli es más conocida por provocar brotes de intoxicación alimentaria, pero la mayoría de las cepas de esta bacteria son inofensivas. De hecho, la E. coli vive felizmente en el intestino humano , como parte de la amplia gama de bacterias beneficiosas que componen el "microbioma" del cuerpo. A veces, sin embargo, cuando esa E. coli intestinal se desprende en las heces, puede migrar a las vías urinarias y causar una infección urinaria. Ese es, al menos, el origen de la mayoría de las infecciones del tracto urinario.