Se incluye entre las que vienen "pisando fuerte" y normalizando el papel de la mujer en la ganadería. Patricia lo es por herencia familiar, pero, más aún, por amor a la profesión. Y es que, aunque haya días "de desesperación", para esta cacereña resulta un privilegio haber podido elegir su proyecto de vida. Si la economía rural siempre ha mantenido fuertes lazos con la ganadería y la naturaleza, ese vínculo se ha estrechado todavía más desde que el momento climático impone la sostenibilidad, y Patricia Rebollo González es un claro ejemplo de ello junto a su rebaño de ovejas, convertido, desde hace casi tres años, en desbrozadora natural de la planta fotovoltaica Oriol de Ceclavín (Cáceres). Ganadera y animales acaban de alzarse con el Premio Convive Joven 2024 de Iberdrola por su ejemplo de convivencia entre las energías renovables y el sector, un galardón que pone en el escaparate la explotación de esta cacereña de 34 años para erigirla en referente para otros profesionales y que, como no podía ser menos, resulta "muy satisfactorio" por venir de una empresa "tan grande, que cree que te lo mereces" pese a ser, comparativamente, tan pequeña. Sobre un millar de merinas, churras y entrefinas de Patricia pastan a diario sobre 400 hectáreas del paraje Valdelavada, entre 850.000 módulos solares que las cobijan de lluvia, viento y sol y, lo mejor, las ofrecen hierba fresca a placer. "Imagínate, una finca todo el año con pasto, agua y vallado; malamente las tengo que hacer nada", afirma la joven sobre la comodidad de manejo y el ahorro que implica para su bolsillo esta fórmula que se prolongará durante una década y que apenas la impone un requisito: "que las ovejas estén allí como una desbrozadora", manteniendo la finca limpia de material vegetal combustible, una labor que, sin duda, cumplen a la perfección. De hecho, sólo abandonan la sombra de los paneles solares para la paridera, momento en el que su dueña las traslada a la finca El Posial, en la que tiene una nave que habitualmente ocupan los corderos. Descárgate aquí gratis elEconomistaAgro La ayuda familiar -de manos de su padre, su tío, su hermano y su pareja-, permiten a Patricia compatibilizar su juventud con una actividad a la que, dice, no puede "llamar trabajo" . "Es mi vida e ir todos los días a ver y a atender al ganado no es un esfuerzo, es felicidad por poder dedicarme a lo que me gusta y a lo que he elegido", enfatiza esta cacereña que estudió un grado formativo de administración y dirección de empresas y trabajó en una quesería, pero nunca se vio ni como administrativa, ni haciendo quesos. "Nací en casa ganadera y donde te crías...", dice. Y aunque en principio sentía predilección por el vacuno, en 2017 se embarcó en la faena de crear un rebaño de 400 ovejas para llenar una finca de reforestación en su localidad y, cinco años después, en la de ampliarlo hasta el millar para practicar el nuevo pastoreo solar. Feliz con su apuesta -que, no obstante, reconoce también, es "muy dura"-, el pasado año cumplió además su sueño de incorporar vacas . Por el momento, tiene "20 limusinas en la dehesa del pueblo" , cuya producción para carne complemente la venta de sus corderos, y no se plantea sino seguir disfrutando; quizá, eso sí, incorporando un sello eco que aporte valor añadido a unos productos que Patricia ya produce de manera completamente natural.