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La integración de las cooperativas abona la competitividad del campo español

02/12/2019
En: abc.es
Digital
El tamaño medio de estas entidades, clave en su capacidad de negociación, creció un 62% entre 2007 y 2017 Un tercio de la extensión geográfica de España, o lo que es lo mismo, cerca de 17 millones de hectáreas, corresponde a tierras de cultivo. Las actividades asociadas al campo son una importante fuente de generación de riqueza en el medio rural y, además, ayudan a fijar población en entornos que, de otra manera, estarían condenados al ocaso absoluto. Pero las cooperativas agroalimentarias de nuestro país, que en 2017 emplearon a un total de 102.148 trabajadores, todavía tienen una asignatura pendiente : mejorar su competitividad en unos mercados cada vez más globalizados. Un primer paso para conseguirlo es asumir que menos es más, es decir, que ganar poder de negociación con los clientes no depende de sumar muchas cooperativas de pequeño tamaño, sino más bien de todo lo contrario, esto es, de tener menos cooperativas pero más grandes . Un claro ejemplo es Holanda, donde apenas dos centenares de entidades asociativas registran una cifra de negocio de 32.000 millones de euros, según los últimos datos disponibles del Comité General del Cooperativismo Agrario en la Unión Europea (COGECA), correspondientes al año 2015. El dato por sí mismo tal vez no dice mucho, pero es significativo si se compara con los 31.358 millones que obtienen las casi 4.000 cooperativas instaladas en territorio patrio. «El tamaño sí importa», defiende Enrique Colilles , director general de Trops, cooperativa de origen malagueño dedicada al mango y aguacate que cuenta con más de 2.800 agricultores asociados, que destaca que lo más importante de la integración de cooperativas es el «poder de negociación que proporciona en la venta del producto, así como en la capacidad de realizar promoción efectiva, que cuesta mucho dinero, pero es necesaria para dar a conocer los productos o servicios». Ya en 2012, el entonces ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente Miguel Arias Cañete instaba a las cooperativas agroalimentarias españolas a fijarse en los modelos europeos para adquirir una mayor dimensión que, a su vez, se tradujese en un aumento de su capacidad negociadora. Sus palabras no cayeron en saco roto y, aunque lentamente, este tipo de sociedades han emprendido el camino hacia la agrupación. ABC Si en 2007 las cooperativas agrarias y de explotación comunitaria de la tierra ascendían a 3.996, diez años más tarde la cifra ha disminuido hasta las 3.699. ¿Significa esto que han desaparecido el 7,4% de ellas? No, pero sí que ha tenido lugar un proceso de integración , ya que al mismo tiempo que ha descendido el número de cooperativas se ha incrementado un 62,3% el tamaño medio de cada empresa. El cambio ha generado un resultado más que satisfactorio en términos de beneficios: en esa década el sector ha visto crecer su negocio un 50,2% hasta superar los 31.000 millones de euros de facturación en 2017 . Aun así, la facturación media de las cooperativas agroalimentarias de España (8,5 millones) continúa por debajo de la que registran países de nuestro entorno como Alemania (30,7 millones) o Francia (35,2 millones). «Cuanto más al norte de Europa nos movemos, el tamaño medio de las cooperativas es mayor. Nosotros lo achacamos a la tremenda heterogeneidad productiva de España. También es un tema cultural, somos demasiado individualistas y localistas», asegura Agustín Herrero , director general de Cooperativas Agro-alimentarias de España. Hacia una mayor unión Herrero, sin embargo, cree que «la orientación de momento es la correcta» y hace hincapié en que «teniendo en cuenta que nuestro sector está ya totalmente globalizado e internacionalizado , competir desde la dimensión pequeña, salvo que tengas un producto exclusivo, es muy difícil». En este sentido, aclara que «la dimensión en sí misma no es el objetivo, pero sí la puerta que permite acceder a profesionalización, capacidad de innovación, de inversión y de internacionalización». Desde la Coordinadora de Organizaciones de Agricultores y Ganaderos (COAG) coinciden en la necesidad de fomentar la agrupación de las entidades asociativas en cooperativas de segundo grado . «Si las cooperativas no cogen dimensión nunca seremos capaces de enfrentarnos a quienes operan con mucha más capacidad de concentración y poder de influencia en los mercados. Ese es el gran problema que tenemos con la diseminación de cooperativas agrarias», explica Miguel Blanco , secretario general del sindicato agrario. «Las cooperativas controlan en torno al 65% de la producción final agraria y solo el 30% de las ventas de la industria alimentaria. Está muy desfasada la fase de producción con la de transformación y comercialización, que es donde están los valores añadidos», advierte. Fuentes del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación reconocen que «el sector agroalimentario español y, por extensión, europeo, se encuentra ante un reto importante , como es la necesidad de incrementar la integración de la oferta desde los primeros eslabones de la cadena alimentaria», si bien resaltan que el descenso del número de entidades, junto con la subida de la facturación, «refleja un aumento de la dimensión media de las cooperativas y, por tanto, una mejora estructural del sector». Una cosecha incompleta El Congreso de los Diputados aprobó en 2013 la Ley de fomento de la integración cooperativa y de otras entidades asociativas de carácter agroalimentario , una iniciativa legislativa surgida con la vocación de reforzar la concentración de la oferta y la constitución de entidades de ámbito supraautonómico que tengan un mayor poder de negociación con los clientes. «Vamos a tener que seguir dando margen y tiempo a la ley, pero no ha cambiado el panorama. Una parte de los agricultores y ganaderos no acabamos de ser conscientes de la necesidad de vincular cooperativas», señala Miguel Blanco, de Coag, que recuerda que el 68% de las cooperativas tiene una dimensión inferior a cinco millones de euros, según recoge el informe «El cooperativismo agroalimentario» con datos cerrados del ejercicio de 2017. Desde el Ministerio destacan que, en su vertiente social, «las políticas de integración han mostrado su eficacia con la generación de empleo a nivel de las cooperativas, con un incremento del 6,16% de 2013 a 2017».
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