La harina de soja o el aceite de soja son los dos derivados principales que se obtienen del tratamiento de esta legumbre. El primero se emplea para la elaboración de piensos destinados a alimentar a animales de cría industrial, especialmente aves de corral y porcinos -el 75% de la producción se dedica a este mercado- . El segundo es usado para la fabricación de cosméticos, jabones y biocombustibles. La popularización durante los últimos años de dietas veganas y vegatarianas ha puesto en auge a la soja y ha abierto la puerta a nuevas formas de consumir este alimento a nivel particular -como bebidas vegetales, tofu, soja texturizada o incluso la creación de carnes vegetales-, del que se extrae una gran fuente de proteínas que se emplean, principalmente, en sustitución a la carne. Todo ello ha provocado que en la última década su consumo global se haya disparado más de un 60% , pasando de una producción mundial de 241 millones de toneladas a 395 millones en 2022, según los datos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos (USDA). Sin embargo, la enorme sequía que está atravesando Argentina -uno de los mayores productores de soja del mundo- está poniendo en riesgo la producción mundial e, incluso desde USDA ya alertan de una rebaja de la producción para este mismo ejercicio. La industria argentina supuso entre 2019 y 2020 el 50,7% de las exportaciones a nivel mundial de aceite de soja y el 45% de harina de soja -según datos de Andbank, elaborado a partir de fuentes oficiales-, por lo que el riesgo en el mercado mundial de la soja es más que evidente. El país sufre una de sus peores sequías de las últimas décadas. Más de la mitad del territorio se encuentra afectado por la escasez de lluvía o en situación de estrés hídrico, según recoge un informe del Sistema de Información sobre Sequías para el Sur de Sudamérica (Sissa). Así, Argentina ya da por perdido el 25% de la producción de este 2023. "El hecho de perder un 25% de su cosecha podría tener importantes implicaciones no solo en el precio de la soja, sino de todos sus subproductos ; lo que probablemente acabe afectando a los precios alimentarios en general, especialmente de la carne y el pescado a nivel mundial (ya que estos se alimentan principalmente a partir de harinas de soja)", explica Alex Fuste, analista de Andbank. "Un precio elevado en esta oleaginosa probablemente provoque un efecto contagio en otros productos o cereales de la misma familia (maíz y girasol) usados también para producir aceites y harinas)", añade Fuste. Desde la Bolsa de Comercio de Rosario califican este mes como "el peor enero": "Nadie se explica cómo en tres meses de cultivo ha sucedido esto. Si bien se sabía que sería una campaña muy difícil por la sequía, lo que se ve ha superado las peores pesadillas de los productores. El horizonte productivo que se trazaba a inicios de campaña para la soja en región núcleo era casi el doble de lo que se proyecta hoy, precisamente un 45% superior", señalan en un informe del organismo. A ello añaden que, frente a los 19,7 millones de toneladas esperadas, hoy se espera producir 10,7 millones y "el número cede cada semana", informan. Esta caída de la producción tendrá un impacto dentro del conjunto de la economía nacional afectando al Producto Bruto Interior (PIB) argentino hasta un 1,8% y registrando una pérdida de las exportaciones de hasta 14.115 millones de dólares , tal y como señala un informe de la Bolsa de Cereales de Buenos Aires. La producción global La catástrofe medioambiental en Argentina puede anular el crecimiento de la producción a nivel global en este ejercicio. "En junio de 2022 se estimaba una producción mundial de soja para la campaña 2022/23 en un récord de 394,7 millones de toneladas (+13%), pero tras la grave sequía en Argentina, la producción mundial podría quedar en tan solo 380 millones de toneladas (dejando prácticamente en un 0% el crecimiento de la producción global -siempre y cuando el resto de productores no se vean afectados negativamente por el clima-)", señala Fuste. El mayor afectado por este escenario será China, que esperaba recuperar los niveles de importaciones de soja afectados por la pandemia durante este año, creciendo a 98 millones de toneladas, según USDA.