El cambio climático, marcado por olas de calor como las vividas este verano, la sequía o las inundaciones, pasa una factura cada vez más elevada. Lo evidencia un reciente estudio elaborado por Sehris Usman, investigadora de la Universidad de Mannheim (Alemania), y dos economistas del Banco Central Europeo. Esas investigaciones concluyen que, solo entre junio y agosto de 2025, las consecuencias del calentamiento global han costado a la Unión Europea (UE) 43.000 millones de euros a corto plazo. El trabajo regionaliza el impacto de la crisis climática. En ese desglose, Tarragona aparece como un área muy afectada: Camp y Ebre acarrean 408 millones de euros en pérdidas de valor añadido bruto a corto plazo. El análisis proyecta también las cargas a medio plazo. En Tarragona, las pérdidas se disparan a 2.422 millones en 2029, seis veces más de lo que se ha perdido este verano. Los autores del estudio han tenido en cuenta impactos como el retroceso de productividad que el calor extremo genera en sectores como la construcción o el turismo. También considera la huella de la sequía en la agricultura o el deterioro en infraestructuras y edificios por las inundaciones. "Estimaciones conservadoras" Además, se generan pérdidas indirectas por deterioro de la cadena de suministro. Destaca, sin embargo, que se trata de estimaciones «probablemente conservadoras», ya que no se incluyen otros peligros como incendios forestales ni la repercusión en los precios de los alimentos. «Hay costes energéticos y sanitarios al alza por las altas temperaturas», dice el investigador de Eurecat Carles Ibañez El coste en la provincia supone casi la mitad del peaje económico que lastra a Catalunya en este año, que ronda los 1.000 millones. Son pérdidas originadas por las olas de calor, categoría en la que Catalunya es la cuarta zona más afectada de Europa, por detrás de las regiones francesas del Languedoc-Roussillon, Midi-Pyrenées y Rhône-Alpes. Tarragona, y también Girona, destacan en afectación por las olas de calor, solo superadas por regiones de Francia como Hérault o Isère. El informe adquiere un tono pesimista, en la medida en que esos fenómenos adversos serán cada vez más frecuentes y más extremos. «Los fenómenos meteorológicos extremos tienen un costo económico cada vez mayor» y «es probable que estos impactos aumenten en las próximas décadas», dice. El calor extremo reduce la actividad económica y merma la productividad «Las estimaciones de estas pérdidas suelen conllevar grandes retrasos», agrega, «lo que puede dificultar la respuesta de los responsables políticos. Esto es especialmente cierto en el caso de fenómenos como las olas de calor, donde gran parte del impacto económico se debe a la supresión de la actividad económica, más que a los daños físicos». El análisis cuantifica lo que es una realidad palpable para los expertos desde hace mucho tiempo. «El coste económico ya se evidencia por las administraciones públicas, que cada vez invierten más recursos en reparar daños», reconoce Carles Ibañez, director del centro en Resiliencia Climática de Eurecat, ubicado en Amposta. Asegurar las cosechas Este investigador cree que «también el sector privado se está viendo afectado, en la medida en que las aseguradoras es un ámbito cada vez más preocupado. Los propios ciudadanos o empresas ya tienen problemas para asegurar sus cosechas y es algo que ya pasa en todo el mundo». «Llevo tres años sin cosecha. Ya no sé de dónde sacar el dinero», lamenta el payés Sergi Martín El alcance de la crisis climática, sin embargo, va más allá de las olas de calor y los fenómenos violentos. «Estamos en una fase del cambio climático en la que ya sufrimos un estrés térmico continuado, una temperatura media más alta, y que además se agrava con esos picos que vivimos», como apunta Ibañez. Más ingresos hospitalarios Ese experto apunta más costes a tener en cuenta: «En algunos sitios ya se hacen confinamientos climáticos. Eso contempla, por ejemplo, recluirse en edificios con aire acondicionado, y generar más gasto de energía. Pensemos también en la salud: cada vez hay más ingresos por el calor, que generan coste sanitario». El informe alerta de las consecuencias de la canícula voraz en todo el sistema productivo, pero hay un sector que lo sufre desde hace tiempo. «El primer sitio donde ha golpeado ha sido en la agricultura», se lamenta Sergi Martín, responsable de fruta seca de Unió de Pagesos. «Las malas cosechas se han convertido en habituales, los árboles ya no se comportan como antes y nos afecta la falta de agua. No llueve lo que llovía antes o no se reparte igual». Diari de Tarragona El reguero de afectaciones por el calentamiento es amplio: problemas de floración, descompensaciones, más plagas y más violentas, o heladas allí donde no se daban. «El agricultor cosecha menos, pero toda la industria asociada se resiente. Es decir, la agricultura puede ser el 1% del PIB pero la industria alimentaria es más del 20%», dice Martín. Él ha sufrido en sus propias carnes el golpe financiero: «Los avellanos son un desastre. Llevo tres años sin cosecha y ya no sé de dónde sacar el dinero. La suerte es que la administración va dando una serie de ayudas y vamos sacando adelante la explotación». El informe sostiene que «los fenómenos meteorológicos tienen un impacto económico cada vez mayor» Ninguna mala cosecha es consecuencia directa de la emergencia climática por sí sola, pero su acumulación dibuja un patrón muy claro. «2019 fue un buen año, pero después han venido 2022, 2023 y 2024. Hay una alternancia, pero si miras series climáticas la tendencia es evidente», argumenta Martín. ¿En qué le repercute tan dramática deriva? «Antes daba trabajo a tres trabajadores y ahora a uno. No puedo cambiar el tractor, voy aplazando la renovación de la maquinaria y siempre tienes facturas que pagas con retraso, por ejemplo», lamenta el agricultor. Solo las ayudas de la administración palían el drama que vive la agricultura desde hace varios años El drama climático persistirá, sobre todo en el sur del continente. España es el país de Europa con más daños por sequía tanto a corto (10.720 millones de euros) como a largo plazo (27.599 millones) y el segundo con respecto a las olas de calor, con 1.479 millones de euros a corto plazo y 7.220 millones hasta 2029, detrás de Francia. Las sequías impactaron con pérdidas de 29.357 millones en la UE a corto plazo y 75.000 millones a largo, mientras que el calor extremo resta 6.783 millones de valor añadido este mismo año y hasta 30.161 millones a medio término.