El acuerdo para la refinanciación de una deuda de 26,5 millones de euros alcanzado por Bodegas Riojanas con la mayoría de sus entidades acreedoras a finales del año pasado puso sobre la mesa una tendencia en el sector vinícola nacional derivada de una serie de factores internos y externos que se han traducido en una caída del consumo y de las exportaciones. A la histórica compañía de Cenicero (La Rioja), propietaria de referencias como Viña Albina o Monte Real, que en el mes de julio ya reconoció que tenía problemas de liquidez para pagar la uva de la vendimia de 2023 a sus proveedores, le llevó varios meses cerrar el trato. En el caso de la denominación de origen más exportadora y de mayor potencial de nuestro país, la de Rioja, desde 2018, cuando se empezaron a notar los efectos que tuvo sobre su producción las heladas sufridas un año antes, no ha dejado de experimentar sobresaltos. Si en 2019 tuvieron que adaptarse a los aranceles impuestos por Donald Trump en su primera etapa como presidente de los Estados Unidos, en 2020 se enfrentaron al cierre de la hostelería, su principal canal de comercialización interno, con motivo de la pandemia del coronavirus, así como a la materialización del Brexit y la salida del mercado común de otro de sus grandes clientes internacionales, el Reino Unido. Desde entonces, las bodegas riojanas, así como las del resto del país, se han tenido que adaptar a un camino lleno de baches como la guerra de Ucrania y sus efectos sobre el mercado ruso, el encarecimiento de los costes de producción o la crisis inflacionista. Todo esto para llegar a un 2025 en el que las perspectivas de inestabilidad geopolítica a nivel mundial, lejos de relajarse, se han avivado tras las primeras semanas del segundo mandato de Donald Trump y su declaración de guerra arancelaria. A este cóctel se suma el descenso de los niveles de consumo de vino en todo el mundo, tal y como constataban los últimos datos de la Organización Internacional de la Viña y el Vino (OIV), correspondientes al 2023. Sus registros mostraban que, salvo el repunte vivido en 2021 tras la pandemia, el consumo mundial no ha dejado de caer desde 2018. Según la organización, el descenso de 2023 fue de un 2,6% hasta situarse en 221 millones de millones de hectolitros, el volumen de consumo de vino más bajo desde 1996. Ante este panorama, aseguran fuentes de la industria, el sector financiero, que tradicionalmente las consideraba como inversiones de bajo riesgo, muestran ahora una mayor cautela al concederle créditos a las bodegas, lo que dificulta la expansión y la reestructuración de la deuda para algunas compañías que, como el caso de Bodegas Riojanas, ha realizado fuertes inversiones para crecer a nivel internacional o ganar presencia en otras denominaciones de origen. Contexto de inestabilidad En este sentido, el contexto actual de inestabilidad presenta mayores riesgos a la hora de conseguir financiación entre aquellas compañías vinícolas con un alto nivel de apalancamiento fruto de la tendencia de diversificación del portfolio iniciada en 2010 a través de la inversión en bodegas de otras denominaciones de origen, explican estas mismas fuentes. Un ejemplo de este esfuerzo es el del grupo Entrecanales Domecq e Hijos, con presencia en Rioja, Ribera del Duero, Rueda, Toro, Valdeorras y Jerez, que recientemente desveló en Madrid sus planes para realizar fuertes inversiones en diferente denominaciones de origen tras la compra de dos bodegas, una en la zona burgalesa de Ribera del Duero y la histórica Viña La Tula, fundada en el siglo XIX y de gran relevancia histórica para el Marco de Jerez. A este fuerte esfuerzo inversor, del que no se deslizaron datos concretos, más allá de un "desembolso millonario", se suman los planes de remodelación total de Caserío de Dueñas, la bodega que tiene el grupo en la denominación de Rueda, para la que plantean una verdadera revolución que, según el presidente del grupo, Gonzalo Entrecanales, "implicará una apuesta por la calidad por encima del volumen". En este proceso, además de un cambio en los sistemas de producción, la bodega arrancará el equivalente a 100 hectáreas de viñedo para quedarse con las mejores cepas. Así, pese al endurecimiento de las condiciones para el acceso al crédito, el sector del vino español sigue mostrando tendencia al movimiento en línea con la tendencia general de crecimiento de las operaciones de fusiones y adquisiciones en un sector agroalimentario que solo en 2024 movió un volumen de 12.000 millones de euros en nuestro país, según TAE Europa. Desde esta asesoría especializada en compraventa de empresas en la industria agroalimentaria, pronostican que en 2025 el campo español seguirá siendo una apuesta segura para inversores, gracias a su resiliencia, capacidad de innovación y atractivo a largo plazo. En este sentido, los expertos vatician que, en un escenario de transformación global, la combinación de sostenibilidad, tecnología y adaptación a las tendencias de consumo marcará el camino para las operaciones corporativas en los próximos años. Una muestra de que el interés de los inversores en el sector vinícola español desmonta el recelo de las entidades de crédito son los planes del fondo estadounidense Carlyle para vender en 2025 su participación en la bodega de referencia en la DO Cava, Codorníu, en cuyo accionariado está presente desde hace 7 años y que cerró el ejercicio 2023/2024, con 39 millones de beneficio operativo, el mayor de su historia. Volumen exportador Estos buenos augurios, volviendo al caso de la denominación con mayor dependencia de los mercados exteriores, la de Rioja, se confirmaron recientemente en la presentación de resultados realizada por su Consejo Regulador en el marco de la Barcelona Wine Week, celebrada a comienzos de mes. Y es que las bodegas de Rioja, a pesar del descenso del consumo y el contexto internacional, lograron aumentar el volumen de vino comercializado en 2024, aunque fuera apenas un 0,63%, según el director general del Consejo Regulador, José Luis Lapuente. La entidad, que celebra su centenario este año, ha certificado que Rioja superó los 240 millones de litros comercializados en 2024 frente a los 238 de la campaña anterior, lo que "vuelve a demostrar su fortaleza y resiliencia también en los momentos complicados", según Lapuente. En cuanto a la imposición de aranceles al vino español tras la vuelta de Donald Trump , el director general de la DOCa Rioja, recordaba que los impuestos del 2021 no supusieron una merma en su cuota de ventas en este país, aunque añadía que "cualquier medida arancelaria es negativa", especialmente en un mercado "relevante" para la denominación como Estados Unidos, que representa el segundo en valor, con el 14% de sus exportaciones. En esta misma línea, Julio Rodríguez Buren, director general de Bodegas Numanthia, una de las más icónicas de la denominación zamorana de Toro cuyas exportaciones representan el 70% de su negocio, aseguraba recientemente que los aranceles de Trump pueden suponer un impacto negativo a corto plazo, "pero tras un análisis de situaciones similares acontecidas en el pasado, se ha demostrado que el mercado estadounidense sigue siendo de especial relevancia para el desarrollo de las exportaciones de las bodegas españolas". El directivo recordaba además de "los vinos españoles son percibidos como productos de gran calidad y están posicionados en precio muy por debajo de la media de precio de los vinos producidos en otros orígenes y aun con una hipotética subida del 15-25% (la que se produjo en el 2019) podremos defender una política de precios que siga siendo atractiva para el perfil de consumidor americano que demanda vinos excelentes a precios razonable".