El 55% del territorio español está ocupado por superficie forestal. Más de 28 millones de hectáreas que van en aumento, porque desde finales del siglo pasado los bosques han ganado terreno. Repletos de biodiversidad y de vida, en sus suelos se acumulan toneladas de recursos naturales con los que producir energía renovable (y barata). Cada año, estas áreas boscosas generan más de 46 millones de metros cúbicos de biomasa forestal, sobre todo en forma de madera. Esta materia prima puede convertirse en electricidad y en calor, y también en biogás. Pero hay otros restos orgánicos que son igual de útiles: los deshechos procedentes de la agricultura y la ganadería, los residuos de la industria alimentaria e incluso la basura generada en núcleos urbanos. Los beneficios de la biomasa son numerosos: reduce la dependencia de los combustibles fósiles, favorece el modelo de economía circular , mantiene los bosques limpios -por lo que se reduce la posibilidad de sufrir incendios- e impulsa la creación de puestos de trabajo en zonas rurales, entre otros. En la actualidad, en España se utilizan 4,3 millones de toneladas de biomasa para generar energía térmica en forma de pellets o de astillas, avanzan en la Asociación Española de la Biomasa (Avebiom). "Pero es posible aumentar el aprovechamiento sostenible de nuestros bosques y añadir otros 12 millones de metros cúbicos de biomasa cada año para usos energéticos", sostiene su presidente, Javier Díaz. El 60% de la producción de renovable en la UE ya procede de la biomasa. Y en 2050 suministrará el 50% de toda la energía que se consumirá en el continente. En España, el sector da empleo a 40.000 personas y aporta 1.500 millones de euros al PIB nacional. Puestos de trabajo, riqueza... y un aire más puro , porque la sustitución en nuestro país de calderas de gasoil por otras nuevas de biomasa evitó el año pasado la emisión de 939.000 toneladas de CO2, lo que equivale a los gases contaminantes procedentes de 625.000 vehículos de combustión. Más allá del uso doméstico de la biomasa en los hogares y en las comunidades de vecinos, fundamentalmente a través de las calderas y estufas de pellets y de las tradicionales chimeneas de leña, existen centrales en las que se genera electricidad mediante la quema de estos residuos orgánicos. Estos desechos naturales sirven, además, para producir el biogás. Este gas renovable se forma a partir del metano y del dióxido de carbono que se consigue por la degradación biológica de la materia orgánica -residuos forestales, lodos de depuradoras, restos orgánicos generados por la industria alimentaria y la actividad agrícola y ganadera, basura recogida en ciudades y pueblos- en ausencia de oxígeno. El biogás puede utilizarse para obtener electricidad o calor en turbinas y motores, por ejemplo en el sector del transporte para impulsar coches, furgonetas y camiones, e incluso es posible inyectarlo directamente en la red de gas natural. La industria es consciente de las posibilidades del biogás y de la biomasa, como lo demuestra la cantidad de proyectos novedosos relacionados con el desarrollo de estas energías . Un ejemplo es la planta de generación eléctrica de la compañía ENCE en Puertollano (Ciudad Real). El director técnico y de regulación de APPA Renovables, Javier Lázaro, destaca "la firmeza y robustez" que aporta esta instalación al sistema eléctrico. "Sin olvidar la gran cantidad de puestos de trabajo que genera, porque la biomasa es la tecnología que más empleo crea por megavatio", añade. Su asociación agrupa a 400 empresas y entidades del sector renovable, entre ellas las que operan en el ámbito de la biomasa. "Esta tecnología es una de las que más nos permiten descarbonizar nuestro mix energético. Al sustituir de forma directa combustibles fósiles por biomasa procedente de bosques gestionados de forma sostenible, reducimos el CO2 atmosférico, que es algo muy necesario para cumplir nuestros compromisos medioambientales ", insiste Lázaro. Coincide con esta opinión el presidente de la Asociación Nacional de Fabricantes de Biocombustibles y Combustibles Renovables (Afabior), Santiago Verda, que recuerda algunas ideas pioneras que han demostrado ser un éxito. Una de ellas es la que puso en marcha hace casi dos décadas la ciudad de Valladolid, que se ha convertido en el municipio español con más redes de calor alimentadas por biomasa para abastecer a comunidades de edificios. Verda apunta otras líneas de investigación para nuevos usos futuros de la biomasa, como convertir restos de madera forestal en bioproductos avanzados que puedan usarse como herbicida natural. Uno de ellos es el denominado vinagre de madera, con el que sustituir al polémico glifosato. Ocurre lo mismo con el biogás. Numerosas empresas del ámbito de la biotecnología están inmersas en programas de investigación relacionados con la producción de este combustible renovable. Es el caso de la compañía AINIA, que lidera el proyecto Upbiomet+ para obtener un biogás con mayor porcentaje de metano . O el del centro tecnológico Leitat, ubicado en Terrasa (Barcelona), que desarrolla nuevas tecnologías para generar esta energía limpia a partir de aguas residuales de una industria de procesado de pescado, en un proyecto piloto que se instalará en Noruega.