Agricultura
El tomate en Extremadura, al rojo vivo
Las altas temperaturas adelantan la cosecha y se prevé que la campaña de recogida sea más corta
El precio ha subido, pero los gastos también, lo que mantiene en vilo la continuidad del cultivo
Una máquina cosechadora, durante la recogida de tomate. SAMUEL SÁNCHEZ
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La campaña de tomate para industria avanza estos días a marchas forzadas tras un 2022 marcado por las restricciones derivadas de la escasez de agua. Los productores, en un 2023 que se preveía con mayor optimismo tras las necesarias lluvias de mayo, recogen ahora el fruto del trabajo de muchos meses. Desde finales del pasado mes de julio cientos de ellos recolectan en las Vegas del Guadiana el tomate de industria que sitúa a Extremadura como una de las regiones punteras de este sector.
Sin embargo, las elevadas temperaturas de la última semana, junto con algunas enfermedades fúngicas derivadas de la humedad de las lluvias durante los estadios tempranos del cultivo, han provocado que la cosecha se precipite sobremanera. «Las posturas más tardías estarán en agosto en vez de septiembre y la campaña finalizará antes de lo previsto, probablemente en la primera quincena del mes que viene», apunta Luis Gutiérrez, productor tomatero y además presidente de la Comunidad General de Usuarios del Canal de Orellana.
El propio Gutiérrez habla de las bondades que ofreció la primavera a este cultivo, pero la integral térmica que llevan acumulada en las últimas semanas está siendo superior a la prevista en un principio. No obstante, los productores esperan que a pesar de que la recolección se esté precipitando fruto de la última ola de calor, la producción no se vea mermada. Este año se han sembrado más hectáreas y se han contratado alrededor de dos millones de toneladas (en 2022 se contrataron 1,5 millones, la cifra más baja de los últimos seis años), por lo que esperan que si todo va bien se consiga esa cifra. Así lo asegura Domingo Fernández, presidente de la industria Tomates del Guadiana, en Santa Amalia. Fernández espera que se cumpla el contrato de este año con los agricultores y que se alcancen medias de 90.000 kilos por hectárea.
Tomates a plena luz del día. SAMUEL SÁNCHEZ
La rentabilidad y los precios
Pero el problema que de nuevo denuncian desde el sector es la falta de rentabilidad de un cultivo que necesita casi 11.000 euros de media por hectárea en inversiones. Una inyección económica elevada y arriesgada que pone en vilo la continuidad del cultivo, según algunos productores. Herminio Íñiguez, productor y presidente de la Asociación de Agricultores y Ganaderos de Villanueva de la Serena (Agryga), reconoce que el precio firmado este año entre agricultores e industriales de unos 150 euros se ajusta a la subida que han sufrido de los costes de producción. «Desde Agryga defendimos durante la negociación un precio de 166 euros, aunque al final se redujo y dijimos que era bajo y que había que recortar hectáreas porque la industria está deseosa de tomate y el agricultor se merece que le paguen un precio más alto» , dice sin rodeos. Aún así, Íñiguez cree que si este año hay buenas producciones, y con el precio acordado, «el año no será malo» . Si bien, critica que los agricultores no pueden estar a expensas de sacar muchos kilos en sus parcelas. «El precio hay que subirlo para que el cultivo sobreviva», apunta.
Precisamente, a pesar del buen estado de los mercados internacionales, lo que hace tambalearse al sector del tomate en Extremadura son los altos costes de producción, la falta de mano de obra y la incertidumbre en cuanto al agua. «El agricultor puede poner otra cosa, pero las industrias se convertirán en un palomar», vaticina Íñiguez en una campaña que aún puede dar muchas vueltas las próximas semanas.
Los costes, a casi 140 euros por hectárea
¿Cuánto debería producir un agricultor de tomate para industria para mantener la rentabilidad de su explotación? Esa es la pregunta que muchas personas se hacen y que estudiaron hace varios meses en Cooperativas Agro-alimentarias Extremadura, que fijó en 138 euros el coste medio por tonelada de tomate.
Este análisis, llevado a cabo por varias de las OPFH de la comunidad autónoma, situaba el precio de producción en 11.400 euros por cada hectárea teniendo en cuenta el rendimiento medio obtenido el año pasado, que fue de 82.450 kilos por hectárea. En concreto, los costes directos se han disparado hasta un 30%, mientras que el incremento en indirectos ronda el 20%, destacando el de la mano de obra entre estos últimos.
De media, el estudio señala que estos costes se han incrementado en un 27,4% en el último año fruto de diversos factores, entre ellos los derivados de la guerra en Ucrania o la subida general de los insumos necesarios para el cultivo.
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