Un cambio en la dieta mundial con una ingesta moderada de carnes rojas y grasas, así como un consume a ingesta limitada de pescado, aves y huevos reduciría el calentamiento en 0.19?°C, según Nature Climate Change Las emisiones de gases invernadero asociadas a la producción y consumo de alimentos podrían añadir casi 1 ºC al calentamiento previsto para finales de siglo. Así lo indica un estudio que publica la revista Nature Climate Change. Tres cuartas partes de este calentamiento procede de la producción y consumo de carne de rumiantes, lácteos y arroz, que son alimentos con una fuerte carga de emisiones de metano. Sin embargo, más del 55% del calentamiento previsto puede evitarse con mejoras en las prácticas de producción, la adopción de una dieta saludable a nivel mundial y la reducción de los desperdicios en el consumo en las comidas. El sector agrícola es responsable de buena parte de las emisiones que calientan la atmósfera; concretamente, a él se la imputa la mitad de las emisiones de metano, dos tercios de las emisiones de óxido nitroso (NO2) y el 3 % de las emisiones de dióxido de carbono (CO2) de las actividades humanas en todo el mundo. Metano, NO2 y CO2 son el 80% de los gases que calientan el clima Sin embargo, solo un tercio de los países hacen referencia a las medidas de mitigación en la agricultura a la hora de presentar sus planes de acción climática para cumplir el Acuerdo de París contra el cambio climático. El estudio analiza los futuros impactos sobre el calentamiento que se derivan de los actuales patrones de consumo alimentario mundial a lo largo el siglo XXI. Y para ello desarrolla un inventario de emisiones individualizadas para los alimentos basado en una extensa revisión de la literatura (115 estudios y un total de 206 estimaciones de la desgloses de gases individuales para cada artículo o grupo de alimentos). Se superan los objetivos del Acuerdo de París Las emisiones mundiales totales de gases invernadero para el año 2010 se estimaron en 4.860?millones de toneladas (Mt) de CO2, 151?Mt de metano y 9?Mt de NO2. A partir del análisis de las trayectorias de estas emisiones, el estudio concluye que si se mantienen las dietas actuales y los patrones de producción agrícola, el consumo alimentario podría incrementar la temperatura de manera peligrosa. Mantener los patrones de dieta actual en todo el mundo en lo que queda de siglo podría representar casi 1 ºC de calentamiento. Y, dado que la temperatura ya ha subido más de 1?°C de respecto a los niveles preindustriales en 2021, "sólo este calentamiento adicional es suficiente para rebasar el objetivo de calentamiento mundial de 1,5?°C y acercarse el umbral de 2?°C" (metas establecidas en el Acuerdo de París), según se recalca. "Incluso bajo una variedad de escenarios de crecimiento de la población, esperamos al menos un calentamiento de entre 0,7?ºC y 0,9?°C adicional", añade. Sin embargo la introducción de las mejores tecnologías disponibles en las prácticas de producción, descarbonización del sector energético, cambios para proteger la salud en los hábitos alimentarios y reducciones de desperdicios podrían disminuir el calentamiento previsto en más de un 55%. Se evitaría así una subida de 0,5?°C en relación a la tendencia más previsible. El consumo de lácteos y carnes es responsable de más de la mitad de la calentamiento asociado al sector alimentario "Hemos encontrado que el consumo de lácteos y de carnes es responsable de más de la mitad de la calentamiento para el año 2030 y hasta el año 2100", dice el informe. El arroz contribuye con otra gran fracción al calentamiento hasta final de siglo (19%), mientras que las verduras, granos, peces y mariscos, aceites, bebidas, huevos, frutas y otros alimentos no categorizados contribuyen con un 5% o menos. El estudio asume que los patrones de dieta se mantendrán constantes hasta finales de siglo. Sin embargo, se espera que la carne de rumiantes aumente en un 90% para 2050, y que el consumo de todos los productos animales crezca un 70%. Métodos que evitan las emisiones Por otra parte, los científicos se detienen en analizar las posibilidades que hay de evitar este calentamiento a través de diversos métodos y prácticas. Así, se evalúan el potencial de las diversas tecnologías para reducir esas emisiones. Por ejemplo, las emisiones totales de CO2 asociadas a la carne de rumiantes, productos lácteos y carne de no rumiantes podrían reducirse un 35%, 30% y 10%, respectivamente. Esto logro se conseguiría con una disminución de las emisiones de metano y de óxido nitroso de origen entérico y de estiércol. Además, el arroz tiene una potencial para reducir un 50 % las emisiones de metano (aunque los estudios apuntan que los cambios en la producción asociados podrían aumentar las emisiones de óxidos nitrosos). Las simulaciones y modelos que la adopción inmediata de estas prácticas productivas evitarían un calentamiento de 0,2?°C, una cuarta parte del calentamiento previsto por el consumo de alimentos para el año 2100. Las repercusiones de un cambio de dieta Por su parte, la plena descarbonización del sistema energético (para mitad de siglo) comportaría un freno al calentamiento de entre - 0,15 ºC y -0,17 ºC. Y aún sería más provechosa la implantación y generalización de un cambio de dieta alimentaria en respuesta a las preocupaciones ambientales. En este sentido, se toman como base las recomendaciones de Harvard Medical School, que abogan por una reducción del consumo de carne y en una menor ingesta de grasas y saturadas y colesterol. Estas recomendaciones remarcan la conveniencia de hacer un consumo moderado de carnes rojas (vacuno y cerdo: alrededor de una ración por semana) y limitado de pescado, aves y huevos (hasta dos porciones por día). "Si estos cambios en la dieta se implementaron a nivel mundial, el calentamiento debido a los alimentos el consumo podría disminuir en 0.19?°C para fines de siglo", sentencia el informe. Los desperdicios alimentarios Por su parte, si los desperdicios de alimentos a nivel minorista (del consumidor) se redujeran a la mitad, a finales de siglo el calentamiento se reduciría en 0,04?°C), un 5% del calentamiento asociado a la dieta. Estas reducciones sin embargo no consideran las emisiones en la cadena de producción, algo que no ha sido evaluado. Según la FAO,el 52 % de la pérdida y el desperdicio de alimentos se producen antes de la fase de venta al por menor.