El maletero de mi coche está hecho de madera de olivo
Varios proyectos públicos profundizan en la reutilización de los subproductos del árbol
Olivares en un campo de Jaén. Jose Manuel Pedrosa (EFE)
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¿Qué hacer con los siete millones de toneladas de residuos de la poda del olivar que se generan cada año? El proyecto europeo Life Compolive, liderado desde el Centro Tecnológico del Plástico Andaltec, de Martos (Jaén), abre una nueva fuente de ingresos para los agricultores a través de una iniciativa centrada en la economía circular y que busca darle nuevos usos a la poda del olivar. Estos residuos están permitiendo desarrollar un plástico biobasado que sirve como materia prima para fabricar componentes para la automoción, mobiliario urbano y para el hogar.
En la automoción, de la mano del grupo Ford, uno de los socios industriales junto a los franceses Caliplast y Plasturgia, el nuevo material orgánico está sirviendo para fabricar partes estructurales de la puerta y maletero de los vehículos. "Este proyecto va a ayudar a generar dos beneficios medioambientales: por un lado, se podrá evitar la quema de estos residuos, que conlleva la emisión de gases de efecto invernadero y, por otra parte, se reemplazan los materiales termoplásticos de origen fósil y se sustituyen por otros reciclados en la fabricación de composites", destaca la investigadora coordinadora de Life Compolive, Manuela Cano. A su juicio, la demanda de residuos será de una tonelada durante la ejecución del proyecto, pero se estima que cuando se den a conocer los resultados la demanda se eleve a centenares de toneladas.
Europa genera cada año más de siete millones de toneladas de residuos de poda del olivar, pero sólo se utiliza una cantidad muy pequeña. Normalmente se quema o se incorpora al suelo como abono tras el picado en el campo.
Su combustión emite óxidos de nitrógeno, monóxido de carbono, dióxido de carbono, compuestos orgánicos volátiles y partículas en suspensión a la atmósfera. Solo en la provincia de Jaén hay 571.604 hectáreas de cultivo de olivar que generan más de 524.000 toneladas de CO.
El proyecto Life Compolive (2019-2023) abre tres nuevos modelos de negocio relacionados con la gestión de residuos dentro de la nueva cadena de valor del sector oleícola: fibras para automoción, muebles de exterior y muebles para el hogar, estos últimos de la mano de la empresa Matriferia Peña, de Illora (Granada).
La reutilización de los residuos del olivar es una práctica cada vez más seguida en la industria oleícola . Quizá la principal referencia viene de la mano de Bioliza, una empresa basada en conocimiento (EBC) de la Universidad de Jaén (UJA) que ha desarrollado un modelo específico de gestión para los subproductos generados por el sector del olivar (restos de podas, orujo graso y húmedo, hueso de aceituna de almazara y aguas residuales) basado en la tecnología de gasificación integrada en las propias industrias para la producción combinada de energía eléctrica y térmica. El resultado es la generación de un megavatio de potencia eléctrica en modo autoconsumo. "El olivar va a jugar un papel crucial en los próximos años debido a su poder fijador natural de CO (sumidero), además de como proveedor de recursos energéticos (biomasa)", destaca José Antonio la Cal, responsable de Bioliza.
Por otro lado, investigadores de la Universidad de Jaén (UJA) acaban de presentar los resultados de un estudio sobre el aprovechamiento de la biomasa de la poda del olivo mediante pretratamientos hidrotérmicos con vistas a su conversión en bioetanol y otros productos químicos renovables. La investigación, que cuenta con el apoyo de la Agencia Estatal de Investigación (MICINN, España) y del Fondo Europeo de Desarrollo Regional, analiza las ventajas de la transformación de la poda de olivo en un combustible de origen renovable. Y lo hace mediante un proceso que incluye dos tipos de pretratamiento, la hidrólisis enzimática y la fermentación, y un tratamiento que no utiliza más productos químicos que el agua, convirtiéndose así en un proceso respetuoso con el medio ambiente. Los investigadores han concluido que la conversión de la poda de olivo en un combustible de origen renovable como el bioetanol convierte a este residuo en una fuente energética de primera magnitud que, hasta el momento, no está siendo aprovechada. Un último proyecto es Artolio, coordinado desde Israel y con la participación de entidades de otros siete países del Mediterráneo.
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