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El granado tampoco se consolida como cultivo alternativo en la Ribera
Un agricultor de Sumacàrcer tala su plantación de 5,5 hanegadas tras no obtener rentabilidad durante los siete años que ha explotado el cultivo
pascual fandos. alzira
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Antonio Luis Pons, ayer, junto a los granados arrancados en una parcela de Sumacàrcer. | FERMÍN GARCÍA
La búsqueda de nuevos cultivos que ofrecieran rentabilidad frente a la crisis de precios que arrastraba la naranja llevó hace unos años a Antonio Luis Pons a plantar granadas en un campo de 5,5 hanegadas del que se ocupa a tiempo parcial en Sumacàrcer. La experiencia ha llegado a su fin. «Nunca he ganado dinero con ellas», resume, tras arrancar todos los árboles para volver a plantar valencias. «Ojalá hubiera plantado ya entonces naranjos», señala arrepentido, tras una nueva campaña sin encontrar comprador.
Antonio Pons asistió hace aproximadamente ocho años a una charla organizada por la Unió de Llauradors con el objetivo de plantear cultivos alternativos a la crisis ya entonces crónica de los cítricos y, según relata, alrededor de media docena de agricultores de Sumacàrcer buscaron en las granadas una vía para volver a sacar rentabilidad a sus parcelas.
Reconversión varietal
En su caso, aprovechó que tenía naranjos ya muy viejos que habían llegado al final de su vida productiva para arrancarlos y adentrarse en esta aventura aunque, pasados los años, asegura que todos aquellos agricultores de Sumacàrcer que optaron por la granada han dado marcha atrás. «Los demás han arrancado los árboles incluso antes que yo, y un chico que también plantó por Càrcer o Cotes, todavía los mantiene, pero tengo entendido que también los va a arrancar», señala.
La experiencia ha resultado frustrante a pesar de que el primer año con algo de cosecha llegó a un acuerdo con un comprador que le liquidó 500 euros por cerca de 1.800 kilos de granadas que habían producido unos árboles todavía jóvenes, en una transacción a ojo y, si bien no llegó a cubrir gastos, le insufló optimismo.
«Para ser el primer año y con poca cosecha, estaba contento y pensaba que en la medida que hubiera más kilos podría sacar dinero, pero después nunca me las han comprado ya», explica. La única excepción, cuando tras recolectar él mismo la fruta, la ha llevado al mercado del Puig. Un par de años fueron pasto de los jabalíes - «se han comido todas las granadas que han querido», subraya- tras dejar perder la cosecha y este año únicamente recibió una propuesta de la peladora que destina la fruta a zumo y que le liquidará 5 céntimos por kilo -la oferta subía hasta diez si la recolección corría por su cuenta-, lo que le ha llevado finalmente a arrancar todo el campo.
Fruta de buen tamaño
«Si existe un mercado para las granadas, yo no lo he encontrado a pesar de que tenía fruta de buen tamaño y nunca he ganado dinero con ellas», señala con rotundidad.
Algunos expertos de la zona de Elx, uno de los principales centros productores de granadas, ya alertaban años atrás de que para optar por este cultivo había que tener claro donde se iba a vender la producción.
La búsqueda de cultivos alternativos a la naranja, por la crisis de precio que arrastró durante años, provocó que muchos agricultores se volcaran en el caqui, que durante algunos años ofreció una alta rentabilidad, que ha ido a menos, pero también se ha introducido en la Ribera otros cultivos como la granada, el kiwi, el aguacate e incluso los arándonos, entre otros, con suerte dispar.
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