El campo aragonés echa el freno por la sequía

24/08/2022
En: elperiodicodearagon.com
Digital
LOS EFECTOS DEL CAMBIO CLIMÁTICO El campo aragonés echa el freno por la sequía La siembra agrícola se ha reducido en un 30% desde primavera para minimizar pérdidas | La extensión de los pastos se reduce, lo que se traduce en sobrecostes para la ganadería Jesús Ballarín, en una de sus parcelas donde cultva alfalfa en Alcalá del Obispo, cuyo último corte no podrán llevar a cabo este año por la sequía. S. E. Marcos Calvo Ver noticias guardadas Todos los malos augurios que se cernían sobre el campo aragonés en materia hídrica se han cumplido. Tanto es así, que a pesar de haberse tomado ya medidas restrictivas en los usos y haberse reducido en un 30% la siembra de cultivos de verano , la sequía amenaza con llevarse por delante las últimas cosechas de hortalizas, herbáceos y otros cultivos de verano . Además, supondrá un serio sobrecoste para la alimentación de los ganados, los pastos, lo que pone en jaque los beneficios de la ganadería extensiva. La sequía se vislumbra desde hace tiempo, lo que obligó al sector agroganadero aragonés a repensar sus inversiones para la temporada de cultivos de verano desde que las instituciones alertaran del seco verano que se esperaba . Lo hicieron las comunidades de regantes cuando llamaron a no arriesgar. «Ya avisamos desde el comienzo de la campaña, en marzo, de que habría que apostar por cultivos con menor necesidad hídrica», señalan desde la Comunidad General de Riegos del Alto Aragón, la institución más grande de Europa con 140.000 hectáreas agrícolas gestionadas. Según sus estimaciones, más de un 30% de la superficie potencialmente cultivable no puso sembrar para cosechas de verano «desde el primer momento». Las malas previsiones ya llevaron a la institución a reducir el reparto de agua para riego a la mínima expresión , que en este verano de 2022 se tradujo «en el peor escenario» que podía darse. Es por ello que desde el primer día se ha trabajado en todos los terrenos con las expectativas más bajas y que los agricultores conocían las mermadas capacidades hídricas, aunque la escasez de lluvias no ha permitido ampliar las cotas repartidas en un principio, según explican desde Riegos del Alto Aragón. F. V. «La situación es preocupante y cada semana es peor. Sigue sin llover y confiamos en que por fin esta semana lo haga. En los cultivos de secano se está salvando la campaña por las recargas disponibles, y en el Pirineo sí que ha llovido algo, pero ahora nos trasladan una gran preocupación los hortelanos. Si no llueve en ocho o diez días, quizás no haya borrajas en Zaragoza », apunta José María Alcubierre , el secretario general de UAGA (Unión de Agricultores y Ganaderos de Aragón).  Y al escasísimo recurso hídrico se suma, claro está, «el calor extremo y abrasivo» que golpea al sector agrícola este verano, que se ceba con todo tipo de cultivos, desde hortícolas a leñosos, según apunta Raúl Miguel, secretario de Agricultura de la Unión de Pequeños Agricultores de Aragón (UPA). «Antes de finalizar las primeras cosechas ya se estaba reservando agua», dice Miguel. El embalse de Vadiello está al 22,9% de su capacidad. CHE Al respecto de que la claridad en las previsiones negativas se manifestó desde un principio se suman desde la Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE): «Se están teniendo que aplicar prorrateos y restricciones de suministro en los grandes regadíos de la margen izquierda. A la falta de aportaciones y reservas hídricas se unen las altas temperaturas que aumentan las necesidades hídricas de los cultivos». A ello se suma el impacto que sufrirán los profesionales de la ganadería extensiva al escasear el pasto para los animales al faltar agua con la que regenerarse. Básicamente, se traduce este problema en que los ganaderos deben correr con los gastos de la alimentación, por lo que la simbiosis entre la ganadería extensiva y el medio natural corre grave peligro. El 80% de las aguas de la cuenca del Ebro se utilizan para riegos de diversa índole El caso es que la sequía es histórica. Las reservas hídricas de la cuenca son a día de hoy un 15% inferiores a las de 2021. El embalse de Yesa está a un cuarto de su capacidad total (26%), el de Mediano, al 13%, y el de Vadiello, al 22,9%. Y es en la margen izquierda donde más acuciante es el problema. Ya informó este diario de que la totalidad de la margen izquierda del Ebro se encuentra en situación de sequía, confederación, que apuntaba la semana pasada que las aportaciones de caudal en los meses de mayo, junio y julio se encuentran en mínimos históricos desde 1980. En todos los casos, dice la CHE, el uso prioritario del agua, que no es otro que el abastecimiento, está garantizado. No obstante, las poblaciones que no consumen agua de infraestructuras reguladas (embalses o canales), sino que lo hacen solo o también de acuíferos y pozos, sí pueden tener problemas, dada la sequía y que los acuíferos y pozos son fuentes naturales de abastecimiento. No será así, revelan desde la confederación, en las poblaciones abastecidas por infraestructuras reguladas, que si tienen «el 100% de agua garantizada».  «Esta será la última semana que podremos coger agua de Vadiello» No ha sido una campaña fácil para Jesús Ballarín, un agricultor oscense con explotaciones en Alcalá del Obispo y en Buñales, ambas localidades situadas en la Hoya de Huesca aunque con riegos administrados por distintos organismos. En el primer caso, Ballarín cuenta con explotaciones de cereal de invierno y forrajes , cuyos riegos están administrados por la Comunidad de regantes de Guatizalema. La situación allí es «crítica» , dice este agricultor, pues toman agua del embalse de Vadiello, cuya capacidad se encuentra ahora al 22,9%, cuando la media de los últimos cinco años para estas fechas se situaba en el 56,18%. «Esta será la última semana en la que podremos regar las parcelas con cultivos de verano. Perderemos el último corte de la cosecha de alfalfa, en torno a un 20% de la producción, que se recogía para finales de septiembre», explica Ballarín, que añade que les ha venido «muy justo» para sacar adelante los cultivos de primera cosecha. No corre riesgo, en cualquier caso, el abastecimiento de agua de boca, el uso primordial, dado que se procedió a repartir las cotas de riego con los peores pronósticos. Jesús Ballarín, en una de sus explotaciones agrícolas. Como tantos otros agricultores, Ballarín ya optó por prescindir de la siembra de los segundos cultivos de, por ejemplo, maíz. Es decir, aquellos cuyo desarrollo se produce entre junio y Navidad. «No nos hemos arriesgado esta campaña. Y como yo, la mayoría. Pintaba ya fastidiada y al final se ha traducido en una pérdida de la rentabilidad del 25%» , comenta el agricultor oscense. A todo ello se suman unos precios disparados de los productos fitosanitarios que esperaban subsanar con una buena cosecha de cereal. No ha sido así. «Desde 2005 no sé yo si habíamos tenido un año tan malo como este» «No recuerdo yo un año como este desde por lo menos 2005» . La sentencia la firma Daniel Pellejero , un cunicultor y agricultor que trabaja en Lanzuela. La sequía y las altas temperaturas han afectado sobremanera a sus explotaciones, si bien incide en que la adaptación del sector en los últimos años cuando vienen mal dadas es envidiable.  «Ahora es muy habitual diversificar los cultivos, y así por lo menos se evitan las pérdidas», comenta Pellejero, que trabaja explotaciones agrícolas de trigo y cebada . «Este año todo el mundo sembró menos por los precios. Lo dijimos todos: este no era el año para apostar. Justo con el girasol salió mal, pero . Y lo que nos ha fastidiado la campaña en realidad ha sido el trigo y la cebada, que tenían pinta de resolvernos el año pero ha sido una catástrofe», apunta el agricultor. El Periódico de Aragón Por ponerle cifras al asunto, revela Pellejero que ha cosechado una media «demasiado buena» para lo mal que le ha ido al resto, que ronda los 2.500 kilos por hectárea. «La inversión fue fuerte en estos dos cultivos este año . Esperábamos salvar la campaña y no ha podido ser así», subraya de nuevo el agricultor y cunicultor. En cualquier caso, dado que necesita menos fertilizantes , Pellejero quiso probar con el girasol, aunque decidió sembrarlo más tarde, hacia mitad de junio. «Ya no llovió y no ha florecido, o sea que todo perdido. Más o menos, entre las semillas y los fitosanitarios , se invierten unos cien euros por hectárea. Y eso que yo planté poco, nada más que 20 hectáreas », asevera Pellejero. En el caso de los conejos, no es la primera vez que sufren por la escasez de agua. De hecho, hasta que construyeron un pozo propio para autoabastecerse tuvieron problemas con el agua que hacían "inviables " la gestión de la explotación.  Una reses del ganado de Alberto Gimeno. La ganadería extensiva es otro de los subsectores más golpeados por esta larga sequía. Y lo es porque los pastos donde se alimentan no se regeneran entre un tórrido calor y la escasez de agua. Alberto Gimeno y su hermano regentan un ganado de unas 120 reses para carne en el término municipal de Cucalón, en la comarca del Jiloca. «Nuestras vacas pastan prácticamente en extensivo todo el año. S olo les ayudamos en enero y febrero, cuando no se han regenerado los pastos», apunta Gimeno. Pero este año, los beneficios de la explotación están en juego. «Nuestra rentabilidad depende por completo de que esos dos meses en los que sufragamos la falta de pastos no pasen a ser los ocho del Pirineo, donde están desesperados. Es absolutamente inviable lo que pasa allí, y nosotros somos casi unos privilegiado s», dice Gimeno. «Si nos quedamos sin pasto será inviable dar de comer a las reses» En esos meses en los que el alimento del ganado corre de la cuenta de los profesionales, se utiliza alfalfa, esparceta o guisantes con avenas, según explica Gimeno. Si el precio se incrementa, el sobrecoste para la explotación sigue en aumento. «Dependemos de que llueva en primavera y verano para que se reverdezcan los pastos, que se desarrollan de mayo en adelante. Y ahora estamos expectantes de por la sanmiguelada: si no llueve, el otoño será complicado», revela el turolense. En el Jiloca, los pastos se dividen en corrales de entre 300 y 500 hectáreas, que sirven para alimentar al ganado de los Gimeno durante al menos dos o tres meses. «Pero si no llueve, entre lo que comen y pisan los pastos no duran más de un mes», lamenta el ganadero, que incide en que «es inviable», a pesar de contar en Teruel con las ayudas de la Política Agraria Común (PAC) por las «tareas netas».  Temas
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