La invasión de Ucrania por parte de Rusia ha sido una de las zancadillas que se ha encontrado la recuperación económica tras la pandemia. Basta con ver la inflación en la eurozona que se sitúa en máximos del 7% . Gran parte de esa escalada de los precios viene dada por la subida de las materias primas. No en vano, el barril de petróleo de referencia en Europa, el Brent, se sitúa por encima de los 110 dólares , cuando había arrancado el año por debajo de la cota de los 80 dólares (el pasado mes de marzo llegó a superar los 120 dólares). Ha ocurrido lo mismo con metales de los que Rusia es exportador de referencia a nivel global. Como recuerdan desde Deutsche Bank, Rusia posee el 44% del paladio mundial, el 14% del platino (ambos necesarios para los catalizadores de los coches) y el 6% del aluminio y el níquel. Al mismo tiempo, los rusos producen el 16% de los girasoles y el 17% del trigo a nivel mundial, mientras que Ucrania genera el 51% del maíz del mundo, el 30% de los girasoles y el 12% del trigo. Por ello, "los precios del crudo y materias primas agrícolas seguirán estando muy influenciados por la situación en Ucrania y las sanciones globales a Rusia", señala Diego Jiménez Albarracín , CIO Office de Deutsche Bank. Ya con la situación de crisis generada por la Covid-19, en la que los cortes en las cadenas de suministro fueron una constante, se había puesto sobre la mesa la necesidad de orientar las políticas económicas hacia una mayor independencia. De hecho, el pasado 25 de mayo empresarios, investigadores y responsables políticos defendieron en Berlín, en la Cumbre de Materias Primas , la reducción de la dependencia europea en materias primas de países como China. Como destaca Jiménez Albarracín, "el miedo a la desaceleración del crecimiento en China por las medidas anti Covid impactará sobre el precio de los metales y también del crudo, como también lo harán los temores a una recesión en EEUU". A este respecto, Thierry Breton , Comisario Europeo del Mercado Interior, indicó que la Unión Europea tiene una "agenda ambiciosa" que combina "una mayor circularidad y un aumento de la producción sostenible con asociaciones fiables en todo el mundo", con el objetivo de garantizar los intereses estratégicos de Europa en el nuevo escenario geopolítico. Por su parte, Alberto Bollero , investigador en el instituto IMDEA nanociencia y ponente en la cumbre, explicó que, "desafortunadamente, ha hecho falta un nuevo punto de inflexión para concienciarnos a nivel global y a nivel de las colaboraciones entre los distintos jugadores para trabajar de manera conjunta para reducir la dependencia de los monopolios y llegar a una economía circular". Hacia un nuevo modelo En este contexto, la economía circular podría ganar un gran impulso. Sobre todo, teniendo en cuenta que, según datos de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, el uso de las materias primas no ha dejado de aumentar a raíz del crecimiento de las economías emergentes como es el caso de China, Sudáfrica o India. En concreto, en el año 1970 se extrajeron 2.000 millones de toneladas , mientras que en 2010 esta cantidad fue de 70.000 millones de toneladas. Esta comisión estima que en el año 2050 será necesario usar 180.000 millones de toneladas de materiales para mantener nuestro sistema de consumo. Por ello, es muy importante contar con materias primas que puedan reciclarse o reutilizarse de formas que no sean perjudiciales para la salud o para el ecosistema e, idealmente, que tengan un ciclo de vida muy largo o que no finaliza, de manera que puedan reintroducirse en la cadena de consumo como es el caso del aluminio y del acero. No en vano, la importancia de la economía circular ha quedado patente en el Proyecto Estratégico para la Recuperación y Transformación Económica (PERTE) especifico que aprobó el Gobierno de España el pasado mes de marzo. Un plan destinado a acelerar la transición hacia un sistema productivo más eficiente y sostenible en el uso de materias primas y que movilizará recursos superiores a los 1.200 millones hasta 2026 . Por tanto, la solución pasa por la innovación y la investigación para buscar alternativas que permitan reducir el uso de materias primas y materiales críticos, sustituirlos por otros más sostenibles, desarrollar nuevos componentes y reciclar materiales. Se calcula que la aplicación de los principios de circularidad a toda la economía de la Unión Europea podría aumentar el PIB comunitario en un 0,5% adicional de aquí a 2030 y crear unos 700.000 nuevos puestos de trabajos . REALIZADO POR ECOBRANDS Este contenido ha sido elaborado por EcoBrands, unidad Branded Content de elEconomista .