La vitamina D es esencial para la salud humana. Cuando hay déficits de este nutriente, aumenta el riesgo de desarrollar cáncer, enfermedades cardiovasculares y neurodegenerativas. A pesar de que una alimentación saludable sumada a una exposición suficiente y segura al sol podrían aportar las necesidades básicas de este compuesto orgánico, un tercio de la humanidad sufre malnutrición de esta vitamina. Para tratar de combatir este problema, un equipo internacional de investigadores, liderados por el Centro John Innes, en Norwich (Reino Unido), han aplicado técnicas de bioingeniería de alimentos y han creado un tomate rico en vitamina D. En concreto, han modificado un gen del tomate para lograr que acumule grandes cantidades de provitamina D3, que, al exponer la fruta a luz ultravioleta, se transforma en vitamina D. Los investigadores han visto que un tomate de tamaño medio modificado genéticamente así contiene una cantidad de provitamina D3 similar a dos yemas de huevo o una lata de atún, dos alimentos recomendados para lograr la cantidad mínima requerida de vitamina D. Publican sus resultados en Nature Plants. Para lograr este resultado, utilizando la herramienta de edición genética crispr-cas9 , los científicos han logrado bloquear una de las vías del colesterol que las plantas utilizan para sintetizar moléculas de defensa, un tipo de alcaloides, con las que hacer frente a ataques, como una plaga, sequía o un nivel de CO2 elevado en el aire. En concreto, han inhibido la conversión de la provitamina D3 en 7-DHC, un tipo de colesterol, de forma que se acumula substancialmente la provitamina D3 en las hojas y también en el tomate, sin afectar al crecimiento y desarrollo de la planta. Esa provitamina D3 se puede convertir luego en vitamina D mediante luz solar, o puede ser usada por el cuerpo humano para sintetizarla al exponerse al sol. Una de las formas de producir vitamina D es exponiéndonos al sol Getty Images/iStockphoto Nutriente clave para la salud La vitamina D es un nutriente crucial para la salud humana. Ayuda al organismo a absorber calcio y contribuye a prevenir la osteoporosis. Es esencial para que los músculos se muevan y para que el cerebro pueda transmitir mensajes a través de los nervios a otras partes del cuerpo. También desempeña un papel importante para que el sistema inmunitario pueda combatir los patógenos que lo atacan. Niveles bajos de este nutriente están implicados en un sinfín de enfermedades, como cáncer de mama o parkinson, y, además, aumentan la susceptibilidad de sufrir una enfermedad infecciosa; en este sentido, la falta de vitamina D es un factor de riesgo para desarrollar covid grave. La vitamina D que precisa nuestro organismo la obtenemos a partir de alimentos que la contienen, como el pescado azul -que la contiene en importantes cantidades-, o alimentos como la yema de huevo, que tienen este nutriente, aunque en menor concentración. También sintetizamos vitamina D al exponernos al sol, porque, como las plantas, los humanos también transformamos un tipo de colesterol en este nutriente. Sin embargo, esto último no es tan fácil ni inmediato como parece: factores como la contaminación, las nubes, la edad avanzada o las pieles oscuras reducen la cantidad de vitamina D que produce la piel. A eso se suma que la radiación solar puede causar melanoma, cáncer de piel, por lo que la recomendación es limitar el sol que tomamos y utilizar protectores solares, que, a su vez, también limitan la producción de esta vitamina. Niveles bajos de vitamina D están implicados en enfermedades como cáncer, neurodegenerativas, cardiovasculares e infecciosas. "Aunque se puede tomar vitamina D en forma de suplementos, es mucho mejor si la obtenemos a partir de un alimento de origen vegetal como el tomate, porque añadimos las substancias beneficiosas para la salud que ya de por sí aporta, como la fibra, la vitamina C y el licopeno", apunta Cathie Martin, autora sénior de este trabajo. "Además, el tomate se usa en una enorme variedad de productos y preparaciones, por lo que sería una forma de enriquecer con vitamina D muchos platos de nuestra dieta", añade. Obstáculos para llegar al mercado "Los resultados de este trabajo son robustos y se podrían aplicar fácilmente. El principal escollo es cuándo decidiremos en Europa si la edición genética con crispr-cas9 se considera transgénico o no", apunta Teresa Altabella, catedrática de fisiología vegetal en la Universitat de Barcelona e investigadora del Centro de Investigación en Agrigenómica (CRAG). El 1 de junio se plantarán en Reino Unido en exteriores los primeros tomates modificados Europa Press Según Altabella, a diferencia de otros alimentos biofortificados con alguna vitamina, como es el caso del arroz dorado, enriquecido con vitamina A para intentar paliar los problemas de ceguera en el Sudeste asiático, "con crispr-cas9 no introduces material genético, sino que modificas un gen de la planta, como ocurre de forma espontánea con la selección natural. En Estados Unidos ya se usa para lograr champiñones que aguanten más tiempo sin estropearse en el supermercado". El principal escollo es cuándo decidiremos en Europa si la edición genética con crispr-cas9 se considera transgénico o no. Teresa Altabella UB-CRAG Optimizar el negocio La provitamina D3 se acumula también en gran cantidad en las hojas de la tomatera, lo que abre la puerta a usarlas para extraer el nutriente y poder usarlo en suplementos alimentarios, por ejemplo destinados a vegetariano y veganos. En algunos suplementos actuales se utilizan algunas moléculas procedentes de animales. Este, en cambio, sería 100% vegetal. A primeros de julio esperan tener los primeros tomates editados genéticamente y enriquecidos con vitamina D en Reino Unido En este sentido, además, un punto fuerte de este trabajo es que logran que el tomate sea rico en D3, que es la forma de provitamina D animal, en lugar de D2, que es la forma habitual en plantas. "Nuestro tomate da un contenido en D3, que se ha visto en estudios que es un 50% más eficaz para elevar los niveles de vitamina D", señala Martin. "Podría suponer un beneficio para los agricultores, porque de los productos de desecho podrían obtener un rendimiento económico. Y eso, a su vez, podría contribuir a que el precio de este tipo de alimento biofortificado no fuera elevado", señala Martin. "Al extraer la vitamina D3 seremos capaces de dar a los productores un valor añadido, lo que podría ser un revulsivo para animarlos a cosechar este cultivo", añade. Por el momento, los investigadores ya han obtenido los permisos necesarios para comenzar el próximo 1 de junio a cultivar estos tomates modificados genéticamente al aire libre en Reino Unido. "Queremos estudiar qué ocurre cuando los exponemos al sol, cómo aumentan los niveles de vitamina D", explican los autores del trabajo. "A primeros de julio esperamos tener los primeros tomates editados genéticamente y enriquecidos con vitamina D", anuncia Martin.