Contino, el primer château riojano celebra 50 años
Federico Oldenburg
Fotografías de Álvaro Fernández Prieto
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Los mejores vinos españoles calidad-precio
Emblema del grupo CVNE, Contino celebra medio siglo. Todo un referente entre los tintos riojanos de finca de calidad y prestigio.
Lo que probablemente llamará más la atención del enoturista que se pierda por el meandro del Ebro donde se expande el viñedo de Contino y se yergue su preciosa bodega, es que el conjunto que conforman se antoja mucho más añejo y venerable del que corresponde a la onomástica que celebra la bodega en este 2023. ¿Como puede contar apenas 50 años esta finca, tan fundida con su entorno, que pareciera estar aquí desde siempre?
El asunto tiene su explicación. "La bodega nació en 1973, pero la historia de la casa se remonta al siglo XVI", explica María Urrutia Ybarra (Nueva York, 1980), quinta generación de la familia que fundó en 1879 la Compañía Vinícola del Norte de España (CVNE) y directora de marketing de la empresa. El largo acervo de la finca es un valioso patrimonio que sus fundadores han querido reflejar incluso en el nombre: Contino procede del término con el que se denominaba al oficial encargado de la guardia de un centenar de soldados que velaban "de continuo" por la seguridad de los Reyes Católicos.
Asentada en este bello paraje desde hace siglos, las viñas del entorno de la casa solariega de Viñedos del Contino atestiguan un pasado semejante. Según el relato de la tradición, San Gregorio, santo protector de los viñedos, pasó por esta finca. Por eso presta su nombre a alguna de las parcelas y su figura está presente en el anagrama de la bodega.
Una apuesta audaz
Más allá de su aspecto y edad, Viñedos del Contino nació en 1973 con un concepto visionario en la Rioja de entonces, acorde al modelo del château bordelés. A pesar de que no pocas bodegas pretenden ostentar ese mérito, Contino puede considerarse el primer château riojano. Un principio limitado a la vinificación de las uvas vendimiadas en la finca donde se localiza la bodega, que no permite proveerse de otros viticultores o fincas.
En los años 70, cuando buena parte de las bodegas riojanas se dejaron tentar por las grandes producciones y los vinos de mezcla , desatendiendo en muchos casos la calidad, la apuesta de Contino fue valiente. Una cruzada en pos de la exploración del terruño, al que fueron sumándose posteriormente otros viticultores intrépidos, como Remelluri.
A la hora de brindar por los 50 años de la creación de Contino, sus responsables no se olvidan de aquellos que sentaron las bases de una bodega que iba a formar parte de la historia de Rioja. El reconocimiento corresponde a los directivos que llevaban las riendas del grupo CVNE, Luis Vallejo y José Madrazo Real de Asúa. Fueron ellos quienes -en una alianza con las familias Pérez Villota y Sánchez Pérez, propietarias de la finca San Rafael (Laguardia, Rioja Alavesa), que proveía la uva al histórico Viña Real de CVNE-, apostaron por elaborar un vino "distinto a los que hacíamos en Haro, porque entendían que la calidad y el carácter del lugar era diferente", apunta Urrutia.
Si bien el proyecto de Contino se inició con poco más de 20 hectáreas de viña, que se complementaban con algunas parcelas destinadas al cultivo de cereal y olivo, pronto se incrementó la superficie de terreno. Mantuvieron eso sí el criterio de finca unitaria con la filosofía de château , con el viñedo -que hoy alcanza las 62 hectáreas- coronado por la noble casona donde aún, 50 años más tarde, se siguen elaborando y criando los vinos.
Con sus Reservas, Grandes Reservas y, especialmente, su mayúsculo Viña del Olivo, Contino ganó merecida fama y supo situarse en el podio de los riojas de alcurnia, con rasgos elegantes que le han mantenido a salvo de los azares de las tendencias y con un estilo que ha fidelizado generación tras generación.
Vendimia. Vista de las viñas de la finca San Rafael frente a la noble casona que aloja la bodega Viñedos del Contino, entre La Rioja y Álava.
Universo de microparcelas
Buena parte de esta suerte viene dada por la privilegiada situación de la finca. "A tan solo ocho kilómetros de Logroño, justo en la frontera entre La Rioja y Álava, donde el Ebro forma un meandro", apunta Urrutia, sobrina de los fundadores de Contino. "Creo que esta localización determina que los vinos que nacen aquí sean tan especiales".
Jorge Navascués (Zaragoza, 1978), que en 2017 se incorporó a la bodega como director técnico, irradia entusiasmo a pesar de que se encuentra en plena vendimia, el momento de mayor intensidad en el calendario de los que trabajan la viña. Su euforia es comprensible porque transita una oportunidad soñada y un gran desafío: guiar la elaboración de los vinos de una de las bodegas con mayor prestigio en Rioja .
El joven enólogo, que ha asumido la responsabilidad de relevar a profesionales versados -Basilio Izquierdo y Jesús Madrazo- abunda en los detalles de la singularidad que atesora el viñedo de Contino : "A primera vista parece una finca de viñedo continuo, pero las 62 hectáreas comprenden un universo de microparcelas. La diversidad de suelos es sorprendente: hay calcáreos, arenosos, aluviales, pedregosos... Y las plantas también ofrecen sorpresas: hemos encontrado 15 biotipos diferentes de graciano. Tanta riqueza y diversidad te lleva a hacer las cosas de otra manera. Tal es así que, buscando el momento más preciso de maduración, podemos vendimiar con 10 días de diferencia en apenas 400 metros, en la misma viña".
Respecto a la peculiar situación de la finca, en el meandro del Ebro, Navascués señala que la proximidad del río "aporta una humedad muy beneficiosa en las noches de verano". Otro factor favorable para el equilibrio en la maduración de la uva es la cercanía de la sierra de Cantabria , que modera las temperaturas.
Las instalaciones de Contino combinan la tecnología enológica de última generación con medios más tradicionales, que responden perfectamente a los requerimientos de Navascués. Al igual que los procesos de las mejores cuvées de CVNE, la selección de la uva se realiza con un prodigio tecnológico que supera con creces las posibilidades del ojo humano a la hora de elegir los granos aptos para la vinificación. A una velocidad de vértigo (entre 3.000 y 4.000 kg/hora), a través del reconocimiento de imágenes, elimina cuerpos extraños, como hojas y restos vegetales, bayas inmaduras, pasificadas o rotas.
El resto de la bodega es tradicional, con predominio de hormigón y grandes tinas de roble francés , materiales que prefiere el enólogo a otros más recurridos. "No me gusta el acero inoxidable, no aporta nada al vino, aunque lo uso como recurso práctico".
Cata. Jorge Navascués, director técnico de Viñedos del Contino.
Un viaje calado
Los depósitos de fermentación y la capacidad de la bodega permite vinificar las distintas parcelas de manera individualizada, preservando los rasgos de cada partida, variedades y suelos. "Así avanzamos en el desarrollo cualitativo, conociendo cada vez mejor lo que tenemos en nuestro viñedo", apunta el técnico.
La joya mejor guardada de esta bodega cincuentenaria son los antiguos calados de la casa solariega, donde se conservan las distintas añadas de toda la gama de Contino. Estas cavas subterráneas , del siglo XVI y catalogadas entre las más antiguas de Rioja, han sido recientemente restauradas y adaptadas para que los vinos desarrollen su último período de maduración en botella en condiciones idóneas de temperatura y humedad.
Descendiendo por la empinada escalera que conduce a estos oscuros y húmedos pasillos y recovecos donde se apilan en preciso orden las botellas, al enólogo le embarga la emoción. Con ocasión de este reportaje tendrá la oportunidad de catar cuatro antiguas añadas de Contino Reserva de la década de los 80. "Es la primera vez que tendré esta experiencia, ¡ cuatro ochentas en la misma sesión ! ". Para este profesional, la trascendencia de la cata es importante en la medida en que se siente portador de un estandarte. "No puedo estar por encima de la marca, ni imprimir mi sello; un vino con la dimensión histórica que tiene Contino será siempre más importante que todas las personas que hemos tenido la suerte de pasar por esta casa. Yo me siento apenas un eslabón y por eso necesito comprender los vinos que se han hecho en añadas anteriores para cumplir adecuadamente con mi papel", concluye Navascués.
Entre el olivo y la garnacha
Una cata de la gama casi completa de Contino depara sorpresas, amén de placer a raudales. Sobre todo si esta incluye, como tuvo en suerte experimentar quien esto firma, las cuatro añadas históricas que seleccionó la casa con ocasión de este reportaje: los tintos Reserva 1981, 1983, 1984 y 1985. Todos ellos con matices interesantes, el más "joven" se presentó en principio con mayor esplendor, con cierto eco bordelés. Aunque el 1983, paradójicamente una añada menos buena en los papeles, fue ganando presencia en la copa, con matices de fruta compotada y exquisita elegancia. Son vinos que no están en el mercado. Habrá que buscarlos en subastas de incunables. Jorge Navascués aprovechó la ocasión, también, para presentar " cuvées " más recientes, como el flamante Contino Blanco 2021 (29,25 euros), ensamblaje de viura (80%) y garnacha blanca (20%), de expresión fragante y afilada acidez, o el recién estrenado Contino Don Vicente 2019 (75 euros), excepcional monovarietal de mazuelo, fresco, sedoso y complejo. En la misma sesión se cataron los clásicos de la casa, Contino Reserva 2017 (29,25 euros) y Contino Gran Reserva 2017 (65,25 euros) que, aún en una añada poco favorable, se muestran plenos y seductores. Aunque los más diferenciados y también más notables de esta bodega quizás sean actualmente Contino Garnacha 2021 (29,25 euros), una deliciosa muestra de la delicadeza floral de las garnachas riojanas, con sutiles acentos especiados y viva acidez; y, por supuesto, el icono de la casa, el monumental Contino Viña del Olivo 2019 (75,35 euros), tinto suntuoso y elegante, de esos que se conservan en la memoria para siempre.
Tinas de roble francés en el interior de la bodega.
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