La elección de la variedad de semilla se ha establecido como un elemento clave para la competitividad del sector agroalimentario, especialmente ante retos como la sequía, las plagas y la salinidad
El Instituto Tecnológico Agrario de Castilla y León (Itacyl) ha intensificado su labor de investigación con un total de 14 ensayos experimentales de variedades de cereales de invierno durante la campaña 2024-2025, llevados a cabo en cinco localidades estratégicas de la Comunidad.
Así se puso de manifiesto en una jornada informativa celebrada en Valladolid, organizada por la Junta y el Grupo para la Evaluación de Nuevas Variedades en Cultivos Extensivos (Genvce), con el objetivo primordial de abordar los crecientes desafíos del sector cerealista y blindar la sostenibilidad de las producciones, donde el viceconsejero de Política Agraria Comunitaria y Desarrollo Rural, Jorge Llorente, destacó la importancia de estos trabajos.
La elección de la variedad de semilla se ha establecido como un elemento clave para la competitividad del sector agroalimentario, especialmente ante retos como la sequía, las plagas y la salinidad. El objetivo central de estos 14 ensayos del Itacyl (que representan una parte de los 135 fijados por Genvce a nivel nacional) es investigar y transferir al sector los últimos avances en material vegetal. Se trata de ofrecer a los agricultores información precisa sobre la producción, la adaptación agronómica y la calidad tecnológica de las nuevas variedades.
En concreto, se han evaluado siete de los ocho cultivos referentes: trigo de invierno, trigo de primavera, trigo duro, cebada, centeno y avena, teniendo lugar en 5 localidades de Castilla y León (43 localidades de 10 Comunidades Autónomas en total).
Los resultados de estos análisis, que comparan las nuevas variedades con testigos de reconocida aptitud en el mercado, permitirán determinar qué material vegetal es el más adecuado para incrementar la rentabilidad de las explotaciones al estar mejor adaptado a las condiciones agroclimáticas específicas de cada zona.
Una vez finalizado el periodo de prueba (dos o tres años en función del registro de la variedad), se elabora una ficha resumen con todos los resultados, incluyendo el índice de productividad, la resistencia a enfermedades y los parámetros de calidad, facilitando así la toma de decisiones al agricultor.