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Castilla-La Mancha, en busca de las uvas perdidas

08/02/2021
En: abc.es
Digital
La localidad toledana de Velada, famosa por sus ricas sandías, esconde otras frutas únicas en España. En este municipio de cerca de 3.000 habitantes, situado en la comarca de la Campana de Oropesa, se han descubierto en los últimos años variedades de uva que se creían desaparecidas. Sorprende el caso de la Maquías, una uva blanca citada en la obra de 1914 del conocido ingeniero agrónomo Nicolás García de los Salmones en la que hizo una recopilación de las variedades cultivadas en la época . Esta uva Maquías se localizó en una sola parcela de viña de Velada y es la única que se ha encontrado por ahora en toda España. Sin embargo, esta singular variedad encontrada en esta localidad comparte orígenes con otra, la Castellana Blanca, otra uva blanca citada en la obra de García de los Salmones, que recorrió en su época toda España y la región castellano-manchega para elaborar extensos listados con las denominaciones de cada una de las zonas. Así, gracias a los escritos de García de los Salmones, se ha podido localizar la Castellana Blanca también en Horche y Mandayona, en la provincia de Guadalajara; Pozohondo (Albacete); Socuéllamos (Ciudad Real) y en la provincia de Toledo, además de en Velada, en el municipio de Hormigos. «Estas variedades de uva, como otras muchas minoritarias y que se creían desaparecidas, se perdieron de vista en la segunda década del siglo XX, cuando la plaga de filoxera -enfermedad que daña la viña- afectó a la zona de Castilla-La Mancha, donde llegó más tarde que a otras regiones de España», explica a ABC Esteban García Romero, director del Instituto Regional de Investigación y Desarrollo Agroalimentario y Forestal de Castilla-La Mancha (Iriaf). La Maquías y la Castellana Blanca no son las dos únicas variedades que el Iriaf ha descubierto en los últimos años. También destaca la Sanguina, una uva tinta encontrada en 2006 en Cendejas del Padrastro, en la provincia de Guadalajara. De ellas, existen cuatro cepas en Castilla-La Mancha y se ha localizado alguna también en Cataluña, apunta García Romero. Estos tres genotipos, que están en proceso de ser incluidas en el Registro de Variedades Comerciales del Ministerio de Agricultura desde el julio pasado, no están recogidos en bases de datos internacionales hasta la fecha. A estas tres uvas se suman otras cinco variedades descubiertas igualmente en los últimos años e incluidas ya en el registro nacional y pueden comercializarse. Se trata de la Churriago, Moribel, Albillo Dorado, Tinto Fragoso y Montonera. Todos estos descubrimientos son fruto de una línea de investigación iniciada en el año 2000 por el Centro de Investigación de la Vid y el Vino de Castilla-La Mancha (Ivicam), con sede en Tomelloso (Ciudad Real) y adscrito al Iriaf, que desde su creación ha conseguido localizar más de 40 variedades de uva. Las ocho citadas anteriormente son las que se han podido recuperar de manera oficial. En ello ha tenido mucho que ver la labor desarrollada por Esteban García Romero al frente del Iriaf, que es de Valdepeñas, tierra de vino por antonomasia, al que acompaña un equipo de investigadores del Ivicam, todos ellos casualmente de Castilla-La Mancha, aunque en otros centros del instituto regional hay gente de otras procedencias. «Nuestro trabajo de campo es importantísimo, ya que realizamos visitas a diversas zonas en las que la viticultura no está industrializada y estamos en continuo contacto con cooperativas, bodegas y viticultores que conocen de la existencia de estas uvas. Aun así, es necesario seguir invirtiendo en investigación para poder encontrando nuevas variedades», asegura García Romero. Precisamente, el pasado verano se actualizó el listado de variedades autorizadas de vid por la Consejería de Agricultura, que fue publicado el 5 de agosto en el Diario Oficial de Castilla-La Mancha , dentro del cual se encuentran 57 uvas (29 blancas y 28 tintas), que son las que luego se pueden convertir en vino. El director del Iriaf explica que las variedades descubiertas, «una vez registradas, han de contar con la autorización para ser plantadas». Así, ahora mismo en la comunidad autónoma ya se pueden plantar tres de esas últimas variedades recuperadas, como son la Tinto Fragoso, la Moribel y la blanca Albillo Dorado. La superficie de viñedo en Castilla-La Mancha, que representa la mitad de España, alcanza casi las 500.000 hectáreas. Pero estas variedades de vid minoritarias siguen siendo grandes desconocidas para el consumidor medio que, más allá de la Tempranillo, la Airén, las uvas francesas y alguna más española, no tiene noción alguna de ellas. Ejemplos de ello lo representan algunas de esas uvas «menores», pero que ya se cultivan y ocupan las siguientes superficies -según los últimos datos del Ministerio de Agricultura -: Malvar (118 hectáreas), Moravia Agria (179 hectáreas), Moravia Dulce (1.155 hectáreas), Tinto Velasco (1.315 hectáreas), Tinto de la Pámpana Blanca (7.147 hectáreas), Pardillo o Marisancho (1.502 hectáreas) o Verdoncho (1.589 hectáreas). En los últimos años, sin embargo, parece que hay un ligero cambio de tendencia hacia una mayor diversificación de la oferta enológica y poco a poco más pequeños bodegueros y viticultores apuestan por estas uvas minoritarias para la elaboración de sus caldos. De momento, su labor es como predicar en mitad del desierto, pero el futuro puede que pase por estas variedades que, además de estar mejor adaptadas a su entorno y al cambio climático, pueden recuperar el patrimonio vitícola local .
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