Directo El Paraje Calificado de Can Bas, una certificación de calidad que solo ostentan seis bodegas, es el enclave de origen del cava Pere Ventura Gran Vintage, una excepcional joya gastronómica elaborada con viñedos centenarios En pleno corazón del Penedès central, hallamos el singular paraje de Can Bas, un precioso dominio vinícola de tan solo 4 hectáreas, formado por 5 pequeñas parcelas de viñas viejas bien delimitadas. Es en este territorio único donde nace Pere Ventura Gran Vintage. Este Cava de Paraje Calificado presenta un carácter muy especial que está estrechamente ligado a su lugar de origen. Son el clima, la geología, el suelo y el bioma del lugar los que determinan la expresión final de una uva capaz de producir un mosto sencillamente único. Obviamente, no todas las uvas y viñedos son igualmente óptimos para la viticultura. Factores como la variación anual de las condiciones climáticas (principalmente, la iluminación, la temperatura o la humedad) modifican el desarrollo del proceso de maduración, lo que acaba determinando las características de la vendimia obtenida. El sello de Paraje Calificado, una certificación de calidad que presentó en 2018 la DO Cava y que actualmente solo ostentan seis bodegas, es el reconocimiento no solamente al valor de un determinado terroir, sino a todo un ecosistema y también a una labor exigente, meticulosa y concienzuda, desempeñada desde la primera añada de este cava de autor presentada en 2012. Como bien señala Pere Ventura, presidente de Pere Ventura Family Wine States, esta distinción "pone de manifiesto nuestro compromiso con la excelencia, con el consumidor y con el paisaje que heredamos y que nos encargamos de conservar y potenciar". En 2011, Pere Ventura adquirió Can Bas, con el compromiso de preservar el patrimonio de la finca, así como de recuperar y poner en valor su memoria histórica mediante la producción de unos cavas de terroir y unos vinos con una marcada identidad. Son varios los factores que determinan hoy la excelencia del Paraje de Can Bas. En primer lugar está la identidad del propio terruño, que presenta unos umbrales diferenciados que lo hacen reconocible respecto a los viñedos de su entorno. El suelo pedregoso, puro, cargado de esa sabiduría que le otorga la antigüedad, ha estado dedicado al cultivo del viñedo durante generaciones. Bien drenado y ventilado, consigue distribuir del mejor modo el calor que cada rayo de sol otorga a las cepas del paraje. Plantados en una pequeña colina, conocida como los altos de Can Bas, los viñedos se encuentran a 223 metros, una altura idónea para la vida de las cepas. Por fortuna, la orografía aporta de forma natural al paraje todos los beneficios que la viticultura moderna busca con el emparrado. En 2011, Pere Ventura adquirió Can Bas, con el compromiso de preservar el patrimonio de la finca, así como de recuperar y poner en valor su memoria histórica Es fácil comprender por qué hubo seres humanos que, tiempo atrás, eligieron Can Bas para el cultivo de las viñas. La orientación al sur y el sudeste permite beneficiarse de más de 2.000 horas de sol al año, que aportan racimos ricos en azúcar y de maduraciones perfectas. Al mismo tiempo, los vientos suaves son amables con el ciclo vegetativo y la salud de la vid; y la suave pendiente favorece la insolación y la circulación del agua que alimenta los viñedos. La riqueza y singularidad del paraje también viene determinada por la proximidad a dos pequeños bosques de encinas, pinos piñoneros y plantas aromáticas, que son el hogar de diversas especies animales. Asimismo, el agua del Torrente de L'Escuder, que atraviesa el paraje, atenúa las diferencias térmicas y favorece la vida y el equilibrio de la flora y la fauna. Cepas casi centenarias Los viñedos del Paraje Can Bas tienen un nombre propio: las parcelas L'Anciana, La Secreta y L'Oreneta son de la variedad Macabeu; las de Migjorn y El Mirador, de Xarel·lo. La forma de las cepas, conducidas en el tradicional sistema en vaso, evidencia su avanzada edad, que a la vez es un símbolo de su fortaleza. Las personas encargadas de su cuidado diario tratan con gran respeto cada brazo de unas cepas casi centenarias, que son rebrotes de viñedos mucho más antiguos aún. El cava Gran Vintage Paraje Calificado Can Bas es fruto de toda esta experiencia y del esfuerzo por buscar los emplazamientos más idóneos y los métodos más apropiados para el cultivo. El trabajo constante del campesino que interactúa con la tierra labrada y atiende los diferentes procesos, como la poda de invierno o la poda en verde, es el reflejo de unas prácticas culturales respetuosas con el medio ambiente. La combinación de los elementos naturales del paraje, con los métodos de trabajo de origen ancestral cristaliza en una pequeña producción de uva con una gran concentración de azúcares y aromas. El Paraje de Can Bas tiene unas aptitudes y un carácter particular fruto de su genius loci, ese "espíritu protector" que cuida de ciertos lugares, y también de las personas que viven y trabajan en ellos a lo largo de los siglos. Hallazgos arqueológicos de un asentamiento humano que data del Paleolítico nos señalan que en estas tierras ya vivieron familias de cazadores y recolectores hace más de 120.000 años. "Los vestigios prehistóricos, íberos y romanos, las pruebas documentales medievales, el legado artístico de la zona y el propio paisaje son la expresión de una realidad pasada y presente que debemos conservar y amar, para que puedan seguir cultivándola y disfrutándola las futuras generaciones". Así piensa justamente Pere Ventura, para quien "el patrimonio no es solo aquello que recibes, sino también lo que compartes y lo que eres capaz de legar".