El cambio climático permite producir vino en regiones cada vez más septentrionales: la principal beneficiaria es Inglaterra, donde inversores internacionales adquieren cada vez más terrenos con viñas Ya nadie -o casi nadie- se ríe de los vinos ingleses, como ocurría hasta hace unos años. Otra cosa es que sean un buen negocio, se vendan en los supermercados todo lo que desearían sus propietarios o tengan una buena relación calidad-precio comparados con los de otros países. Los hay buenos (incluso muy buenos), pero sobre todo son una especie de seguro contra el cambio climático. La inversión anual en vinos ingleses (principalmente espumosos) se ha cuadruplicado de 25 millones de euros en el 2017 a 100 millones el año pasado, coincidiendo con un notable descenso de la producción global en casi un 10% debido al aumento de las temperaturas, la sequía y la destrucción de viñas por hongos que han proliferado como consecuencia del calor. Una hectárea de terreno cuesta ocho veces menos que en la región de Champaña No así en Inglaterra, que el año pasado produjo 25 millones de botellas -el doble que un quinquenio antes-. "Los viñedos se están desplazando en Europa hacia el norte, ya se han plantado viñas en Escocia, en los Países Bajos e incluso en Dinamarca y Suecia -dice Patrick Patterson, directivo de una de las principales casas de distribución en el Reino Unido-. Es obvio que el vino no es únicamente una cuestión de latitud, pero el impacto del cambio climático es innegable". No solo el clima más fresco atrae a los inversores extranjeros, entre ellos los propietarios de los reconocidos champanes franceses Taittinger, Pommery y Monopole, del cava Freixenet y espumosos de California, sino también el precio de la tierra apta para el cultivo de viñas en regiones del sur y sudoeste de Inglaterra, como Kent, Sussex, Essex o Cornualles (algunas ya protegidas con denominaciones de origen propias), 150.000 euros la hectárea en comparación con ocho veces más en los alrededores de Reims. En tan solo un quinquenio, la producción de vino inglés se ha duplicado hasta 25 millones de botellas al año Se trata de un sector muy fragmentado, con la mayoría de viñedos propiedad de empresas familiares pequeñas y medianas (solo un 1% tiene más de cien hectáreas), en el que el rendimiento económico es pequeño y los costes operativos muy elevados. Para muchos se trata más de una pasión o un hobby que de una inversión, y tan solo un pequeño porcentaje genera beneficios. El 93% del mercado de los vinos ingleses es doméstico, concentrado sobre todo en el turismo vinícola (los principales productores han montado hoteles y restaurantes junto a los viñas, como en California, Sudáfrica, La Rioja y la Ribera del Duero). Más difícil es la venta en bares, pubs y restaurantes, que encuentran los precios demasiado elevados y obtienen márgenes mayores con caldos de producción masiva chilenos, franceses o italianos. Cadenas de supermercados como Aldi y Marks & Spencer reportan incrementos de entre el 35% y el 60%, pero dentro de unos volúmenes pequeños. En Inglaterra y País de Gales hay alrededor de un millar de viñedos, con perspectivas de expansión hacia el norte, como las regiones de Oxford y Cambridge, que ofrecen también un clima y una tierra propicias para diversas variedades de uva, e incluso Escocia. Los vinos ingleses ofrecen un rendimiento escaso como inversión en un sector fragmentado "El calentamiento atmosférico de un grado o dos está haciendo que en la región de Reims -donde se puede llegar a los 35 o 40 grados en verano- resulte cada vez más difícil mantener el nivel alcohólico de los champanes por debajo de los quince grados, y una de las grandes ventajas de la tierra en Kent es que su composición es muy parecida a la del este francés, y sus vinos tienen un nivel óptimo de acidez", resalta Patterson. La contrapartida es que, aparte del terreno, todo es mucho más caro, la producción es solo un tercera parte y la lluvia puede arruinar cosechas enteras. El precio de una botella de espumoso inglés oscila entre los 40 y los 60 euros, cuando por mucho menos se consiguen excelentes cavas. Desde los tiempos de los romanos, Inglaterra ha sido un importante consumidor de vino, pero el clima frío y húmedo siempre ha sido un obstáculo para tener una producción propia. El primer viñedo comercial se remonta a los años cincuenta, aunque el actual boom comenzó con el nuevo milenio, con el interés de inversores extranjeros como una forma de seguro frente al cambio climático.