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Vendimia de invierno, el vino canario que lleva la contraria

07/07/2022
En: abc.es
Digital
Suscribete En la mayor parte de las más de 960.000 hectáreas de viñedo que alberga España, si las cosas han ido bien, por estas fechas las plantas asoman sus racimos preñados, alimentando silenciosamente cada día la redondez de sus uvas como preparación para la recolección que tiene lugar cuando el verano deja paso a los primeros frescos del otoño. En Lanzarote esto ocurre algo antes, ya que la suya es la vendimia más madrugadora de Europa, en julio o principios de agosto, debido a su peculiaridad climática. Pero ahora, además, hay una bodega que directamente le ha dado la vuelta al ciclo y funciona a la inversa que las demás. Y lo celebra. En El Grifo están realizando una 'vendimia de invierno' experimental para poder dar solución al aumento de las temperaturas debido al cambio climático, problema que inquieta a muchos viticultores en todo el mundo. Todo el ciclo de estas plantas se ha desarrollado durante los meses más frío del año, de ahí su nombre; la poda se ha llevado a cabo en septiembre y la recolección ha tenido lugar en abril, algo inaudito hasta ahora en el hemisferio norte y que ha tenido algunas pruebas también en India y otros sitios. La experiencia busca, también, posicionarse en sostenibilidad, algo que desvelaba a Francisco Raimundo García Reyes , propietario de la pequeña finca Playa Quemada, cercana al Atlántico. Hace una década decidió trabajarla, contrariamente al veredicto de muchos, que le auguraban un fracaso seguro por estar próxima al mar y fuera de La Geria, la zona central y más alta de Lanzarote donde están ubicadas sus numerosas viñas, en una obra humana que parece milagrosa con lo inhóspito del paisaje inundado de cenizas por la erupción del Timanfaya que se produjo entre 1730 y 1736. El enólogo Jorge Rodríguez y el viticultor Francisco Raimundo García Reyes en Playa Quemada L. Pintos El viticultor, uno de los más de 170 que proveen a El Grifo, les habló de su parcela alejada, de cota baja y superficie plana, además de más cálida -«feíta», dice él- y los responsables El Grifo, con el joven enólogo Jorge Rodríguez al frente, vieron claro -y apetecible- el desafío que les planteaba sacarle rendimiento aún con su hándicap y explorar de su mano nuevas formas de hacer vino. Una viña única Ampliar Así son los peculiares viñedos tradicionales de Lanzarote L. Pintos El paisaje de Lanzarote es extraordinario, rotundo y casi espacial, con solo cinco colores en su paleta : el negro del suelo, el blanco de las casas y el azul del cielo y el mar. Las viñas terminan de pintar el cuadro con el marrón de las piedras que rodean a las parras -rastreras, además, las de la variedad malvasía volcánica, exclusiva de la isla-, hundidas en conos cavados en la ceniza para protegerlas de los vientos alisios ('gerias' se llaman, justamente, esos pozos, y si se trata de zanjas son 'chabocos') y llegar al suelo fértil más abajo, y el verde solitario de las aguerridas hojas de la vid. Conseguir allí una solución que garantice la continuidad del viñedo y ofrezca alternativas al aumento progresivo de las temperaturas, que irrumpe en la maduración tradicional de la uva, fue el origen de este proyecto, que muchos, más tradicionales, miran con desconfianza. Las viñas de Playa Quemada, donde se obtiene la malvasía volcánica que se ha usado en esta vendimia de invierno L.Pintos « Si no se abandonan las viñas es solo por el cariño que se les tiene , por la parte sentimental, porque eran de los padres de los viticultores. Este trabajo es muy complicado, no es un cultivo atractivo por su dureza y el esfuerzo físico, -aquí es todo manual, no hay mecanización posible con estos hoyos-, pero lo estamos intentando, buscando la manera», dice el enólogo que encabeza esta idea revolucionaria. «Las olas de calor y los episodios de calima serán cada vez más frecuentes, aquí se notan muchísimo ya, y hay que buscar soluciones para nuestros viñedos . En otros lugares se lleva la viña hacia regiones cada vez más altas, pero aquí, al ser un territorio limitado, eso no es posible, y tenemos que buscar otras formas. El cambio de estación puede ser una», añade Rodríguez. Ya en bodega Así, en estos primeros días de julio, los jugos de 5.000 kilos de malvasía volcánica nacidas de 2.140 plantas que funcionan al revés en las dos hectáreas de Playa Quemada están ya clarificando en las instalaciones de El Grifo, fundada en 1775 y una de las diez bodegas más antiguas de España, la única insular. La cosecha de esta singular 'vendimia de invierno', una experiencia pionera de la que se espera aprender a «elaborar el vino cuando lo demande cada zona», «ha superado las expectativas no solo en cantidad, sino también en calidad, dado que la uva denotó gran frescura, mayor nivel de acidez y un cultivo mucho más progresivo», dicen sus autores. Ampliar El nuevo vino 'Vendimia de invierno' El Grifo No solo este vino es único, como única es la malvasía de la isla, que da unos vinos blancos memorables por su equilibrio y aroma, dorados, frescos y con un punto de salinidad. Quienes están llevando adelante esta prueba aseguran que hay más beneficios añadidos por el desarrollo durante los meses más fríos en lugar de los cálido, que suman puntos en el camino hacia la producción totalmente ecológica, y son los que tienen que ver con el control de plagas y enfermedades y con la demanda de agua, otro factor clave en un lugar desértico como Lanzarote. Esto acaba de empezar. Unas tres mil botellas saldrán al mercado a finales de agosto del nuevo 'Vendimia de invierno' (38 ), y cada copa abrirá nuevas vías para adaptarse y perdurar, como siempre lo ha hecho el buen vino y la pasión por ellos. Entrada a la sede de la Fundación Saramargo, en Lanzarote L.Pintos El homenaje Un vino especial para brindar por los 100 años de Saramago El nuevo vino El Grifo Saramago César Manrique diseñó una de las etiquetas más míticas de un vino de El Grifo, su favorito, y fue el que dio la idea de hacer un museo en la antigua bodega. El artista canario, símbolo ya de su Lanzarote natal y a quien se recuerda casi a cada paso en esta isla, no es el único famoso al que se venera en esta tierra de playas agrestes y tierras duras. Hay otro cuyo nombre, y legado, quedó unido para siempre a ella, aunque en su caso no nació allí, sino que la adoptó para vivir en la madurez y terminar en ella sus días. Fue el escritor portugués José Samarago , quien llegó a Lanzarote casi por casualidad, de turismo con la familia de su última mujer, su gran amor y hoy albacea Pilar del Río, y descubrió un entorno que le inspiraba y le identificaba en su despojamiento, su belleza ruda y su singularidad. Allí levantó una casa mirando al mar, blanca como todas las que hay en la isa. Luego añadió una vivienda cercana -las separa una calle angosta y en curva- para albergar su enorme biblioteca y establecer un segundo espacio de trabajo, y donde ahora está la sede de la Fundación Samarago. Ambas propiedades parecen mantener vivo el corazón del Nobel, de forma póstuma, porque todo allí lo recuerda, no como un museo polvoriento o sombrío, sino como si se tratara de una visita de cortesía a los ambientes que Saramago acaba de abandonar, hace un momento y no en 2010, sin tiempo o ganas de llevarse nada consigo. Allí están sus gafas y su vaso para el agua, junto a su sillón favorito. Su colección de plumas, sus fotografías, sus libros de consulta y los que estaba leyendo hacia el final, sus lápices y libretas, el felpudo para su perro junto a la mesa con su viejo PC ya amarilleado y la pantalla fundida a negro. Estar en su casa es vivir al hombre que fue más allá de los premios, en sus desvelos cotidianos por traducir al mundo. La visita a esta casa es el complemento perfecto a la de la bodega El Grifo, que como Manrique visitó varias veces y a cuyos propietarios frecuentó (les prologó incluso un libro, 'La tonelería tradicional y los vinos de Canarias'). El 16 de noviembre próximo se cumple un siglo del nacimiento del autor de 'Ensayo sobre la ceguera' o 'El evangelio según Jesucristo' y la bodega ha querido rendirle un homenaje presentando un vino de edición especial, un monovarietal de syrah de la vendimia de 2019. 'El Grifo Saramago', de elegante etiqueta blanca, tonalidad cereza y cuerpo envolvente y complejo, cuesta 30 . Bodegas EL Grifo Una bodega con tradición El Museo del Vino El Grifo acumula 247 años de historia, con el añadido de haberlos dedicado a la elaboración de vino de forma ininterrumpida. La bodega ha sido propiedad de tres familias hasta llegar, en 1880, a la actual de los hermanos Fermín y Juan José Otamendi, sus actuales propietarios, y ha habido varias mujeres durante todos estos años al frente de ella, entre otras su madre, Antonia Rodríguez Bethencourt y antes la suya, Manuela García Parrila. Con referencias muy comerciales y exitosas, como su Seco o su Rosado, que se pueden encontrar en grandes superficies, la empresa además produce otros vinos selectos, como el dulce Canari o el original Orange, y tiene la inquietud y el valor de dedicar parte de su trabajo a la investigación y la innovación. En su sede, en Masdache, al sureste de la isla y a pocos kilómetros del monumento al Campesino, alberga además de la bodega el Museo del Vino, ubicado en sus dependencias originales y con diversos utensilios y maquinarias típicos en exposición, entre ellos un lagar cubierto, además de una biblioteca especializada. Allí tienen lugar visitas guiadas que se complementan con una cata de sus botellas y un paseo por el jardín de cactus y por el campo, donde se puede ver de primera mano la vid propia que rodea al complejo, con su paisaje tan típico. Allí se pueden conocer, también, sus plantas centenarias -algunas más, de hasta 140 años- de uva moscatel, prefiloxéricas, es decir, anteriores a la plaga de la filoxera que acabó con todas las plantas en Europa a finales del siglo XIX. Más temas:
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