Desde hace unos meses, el sector azucarero remolachero está sumergido en un contexto de profundo cambio, una coyuntura a la que no queda más que adaptarse con el fin de garantizar su sostenibilidad. Este hecho ha requerido cambios a todos los niveles, tanto en el campo como en la industria.
Azucarera planteó a finales de 2018 un nuevo modelo al remolachero en el que debe adaptarse a la volatilidad que plantea un mercado liberalizado, el del azúcar, que hace unos meses cayó a su umbral más bajo y que ya comienza a mostrar un repunte significativo de más de un 30% respecto a los precios publicados a finales de 2018.
Este modelo, basado en mantener el 85% de los ingresos medios (precio base de 26 /t junto con una cuantía de aproximadamente 10/t correspondiente la ayuda nacional y agroambiental) y añadir un complemento ligado al precio del azúcar, permite que a partir de que el azúcar alcance los 550 euros el remolachero podrá obtener unos ingresos superiores a los 42 euros por tonelada. A día de hoy, todas las previsiones apuntan a que el precio se situará al menos en 39 /t con un mínimo de complemento 3 /t.
Y, ¿por qué un mínimo de 3 /t? Porque el precio actual para los compradores que no tienen contratos a largo plazo (precio al contado), se sitúa ya en febrero en los 440/t después de un registrar subidas de importancia durante las últimas semanas y será esta tendencia la que marque el periodo de contratación de azúcar para la campaña 19/20 que se inicia en marzo.
Así lo anticipa Kingsman , consultora líder especializada en análisis de mercado de azúcar, una unidad de S&P Global Platts, que espera que el mercado repunte haciendo frente al primer déficit en tres años que comienza en octubre. Pasando de ser un mercado excedentario a deficitario ya que la producción caerá por debajo del consumo en 3,7 millones de toneladas.
Ventanas de oportunidad
Además, España cuenta con la oportunidad de cubrir una ventana de producción de 700.000 t que Alemania ha dejado al descubierto con el anuncio del cierre de 5 de sus fábricas en Alemania, Francia y Polonia. En esta circunstancia se estima que las siembras en Francia, principal productor europeo, caerán al menos en un 8%, y en Alemania la caída de superficie supondrá el 5%. Ambos suman el 50% de la producción de azúcar en Europa. Así la lógica de la oferta y la demanda hará que se balancee el consumo y la producción en Europa y el precio siga, como consecuencia, repuntando.
Asimismo, el ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación, Luis Planas, declaró hace un mes que la Comisión Europea "hace una lectura positiva del próximo periodo, pues cree que el mercado va a ir hacia arriba en precios".
Ante este nuevo contexto, la colaboración entre el conjunto de la industria, los agricultores y las Administraciones es fundamental. Según Planas "tanto el Gobierno de España como la Junta de Castilla y León apuestan por la continuidad de este cultivo, "muy importante para el conjunto de la agricultura y que mantiene 17.000 empleos".
Del mismo modo, es imprescindible que el remolachero conozca bien su contexto y pueda decidir libremente sobre el modelo o servicio que mejor se adapte a su explotación y aquel que le ayude a diversificar los riesgos, garantizar sus entregas escalonadamente en diferentes fábricas y contar con el respaldo de una estructura que le ayude en la financiación de costes.
Más allá de la opción individual de cada remolachero el sector azucarero español debe demostrar más que nunca a Europa, donde los remolacheros ya se adaptaron a los vaivenes del mercado, que seguimos siendo un actor competitivo en la nueva fotografía.
La agricultura de precisión, la tecnificación de los procesos de arranque, las mejoras agronómicas en semillas y suelo, la automatización en los procesos de recepción y análisis de muestras, etc. Son retos en los que el sector remolachero lleva años trabajando para la reducción de costes. Pero, además, las fábricas están sufriendo una importante transformación que pasa por la automatización y la optimización de recursos para convertir los centros molturadores en las fábricas más competitivas y eficientes de Europa.
Un cultivo rentable y seguro
No cabe duda que la remolacha es un cultivo rentable, estable y con futuro en el conjunto de España, debido a sus beneficios agronómicos, así como al impacto económico y social que genera en las zonas en las que está presente, contribuyendo a la fijación de la población mediante la creación de empleo directo, más de 1.300 puestos generados, y a la dinamización de otros sectores auxiliares como el transporte, almacenes, fertilizantes, abonos, semillas, etc.
El margen del cultivo hay que compararlo con el de las alternativas que tengamos en cada zona, pero también en términos de riesgo, tanto por la inversión inicial en el mismo, como por la incertidumbre del precio y del pago que la mayoría de cultivos de regadío tienen.
La remolacha sigue teniendo una garantía de precio mínimo conocido antes de la siembra, con una financiación de costes del cultivo de más del 50% (entre anticipo, semilla y cosecha, para el agricultor que lo desee), y la absoluta certeza del pago.