Además de impulsar económicamente el sector, se persigue reducir el riesgo de incendio y de desertización Alcanzar un 75% de superficie de bosques de alcornoque gestionados para el año 2030 y que la industria pueda abastecerse en un 75% con corcho local. Estas son dos de las metas fijadas en el primer plan estratégico del sector del corcho en Catalunya, que se encuentra en la fase final de redacción para su entrada en vigor el próximo 1 de enero del 2025. En la actualidad, la superficie gestionada es del 40%, mientras que únicamente el 10% del corcho que utiliza como materia prima la industria local procede de bosques catalanes. "Hace años que la extracción está estancada entre las 3.000 y las 4.000 toneladas, pero esta se podría triplicar por tres sin dejar de hacer una gestión forestal sostenible", afirma Albert Hereu, director de la Fundació Institut Català del Suro (ICSuro). Por parte de la demanda, Joan J. Puig, presidente de la Associació d'Empresaris Surers de Catalunya (Aecork), indica que la industria local utiliza entre 20.000 y 30.000 toneladas de corcho, con lo que podría asumir toda la producción local y aún así debería continuar importando materia prima. El 75% de bosques de alcornoque gestionados para el año 2030 se fija como objetivo el plan Los precios tampoco son un problema. Puig explica que "las cotizaciones, que son globales, subieron mucho hace unos cuatro años", haciendo más atractiva la extracción de esta materia prima. En cambio, para la industria, los mayores costes económicos asociados a la importación de corcho cuando este podría ser de kilómetro cero repercuten negativamente en la competitividad de las empresas. El presidente de Aecork señala también el impacto ambiental del transporte de larga distancia. Para cumplir con las metas fijadas, el plan del Departament d'Agricultura, Ramaderia, Pesca i Alimentació persigue incrementar la superficie forestal bajo gestión. "Aumentar la producción de corcho implica gestionar más bosques y esto pasa por hacer frente a la fragmentación de la propiedad forestal. La propuesta es agrupar a los propietarios para que les sea más fácil y rentable ejecutar planes forestales", indica Hereu. Los bosques de alcornoques se concentran en la provincia de Girona y en la zona del Montnegre-Corredor. El sector del corcho es uno de los mejores ejemplos de economía circular. "La gestión de los bosques de alcornoque no solo mantiene controlado el bajo bosque y reduce el riesgo de incendio, sino que también previene la desertización y ayuda a almacenar dióxido de carbono (CO2)", asegura el director de ICSuro. Tanto es así que se calcula que un tapón de corcho fija el doble de su peso en CO2. Además, ni en la extracción de la materia prima ni en los procesos industriales no se generan residuos porque todos los subproductos son reaprovechados, sobre todo en forma de biomasa para su quema en calderas. Cabe destacar que la obtención del corcho no requiere la tala del árbol y tras la saca, la actividad biológica de los alcornoques aumenta y, por lo tanto, su captación de CO2 se multiplica entre tres y cinco veces. El 10% del corcho que utiliza como materia prima la industria local procede de bosques catalanes Gracias a todo ello se estima que el valor ecosistémico de la industria del corcho catalana (de hasta 669 millones de euros) triplica su valor socioeconómico (de hasta 215 millones), según el estudio liderado por ICSuro y elaborado en colaboración con Aecork y la cátedra Mango de la Escola Superior de Comerç Internacional de la Universitat Pompeu Fabra (ESCI-UPF). Es decir, la elaboración de productos con corcho impacta positivamente en el mantenimiento de los servicios ecosistémicos de los bosques de alcornoques. El sector está integrado por unas 30 fábricas, que producen sobre todo tapones para vino, cava y champán, y emplean a 500 personas de forma directa, según datos facilitados por Aecork.