¿Puede la cultura cambiar por completo los territorios y resolver algunos de los grandes retos del presente? En realidad, esta no es una pregunta tan nueva, aunque no quita que siga siendo una de las guías para enfrentarse a los problemas del siglo XXI.
Uno de los espacios que está fijándose en la cultura y su potencial transformador es el medio rural. Las iniciativas se han ido sucediendo en los últimos años, desde el pueblo turolense que quiere hacer honor a su nombre, Libros , apostando por la lectura pasando por el potencial de las bibliotecas rurales -como el bibliobús - como elementos de dinamización ciudadana. Es en esa línea en la que encaja el programa Arte Público, de la Fundación EDP, que busca promover la sostenibilidad, fomentar las oportunidades entre la juventud e impulsar el desarrollo apostando por la cultura en el mundo rural.
«La propuesta pone el foco en el auténtico valor de la cultura», apunta al otro lado del teléfono Vanda Martins, directora general de la Fundación EDP . Concienciar desde la acción, explica, «es un gran reto, pero también una gran oportunidad». El programa apuesta por una localización en el medio rural para convertirla en un epicentro cultural, incluso -como ocurre en la edición de este año- recuperarla y dotarla de nuevos usos.
La primera edición del programa fue en 2020, «en pandemia», como recuerda Martins. Recibieron 33 propuestas de 20 municipios. La propuesta seleccionada fue la de la Central Artística de Bueño (CAB), en el ayuntamiento de Ribera de Arriba, en Asturias, que apostaba por crear un espacio cultural polivalente.
Años después, ya se puede hacer balance. Los organizadores se han encontrado con «un resultado muy positivo». En la CAB «han actuado artistas internacionales» y se han organizado todo tipo de actividades culturales, porque la experiencia les ha demostrado que se pueden hacer muchísimas cosas. Incluso, se ha convertido en un punto de conexión e intercambio artístico entre España y Portugal, gracias a la colaboración con otros organismos.
Este año, el programa ha buscado un nuevo destino. La localización ganadora aporta también un añadido: permite conservar el patrimonio histórico, convirtiéndolo en un escenario para las actividades culturales. Arte Público va a rehabilitar el Palacio de los Bustillo Ceballos, en Vargas, en el municipio cántabro de Puente Viesgo. El palacio -de finales del siglo XVIII y principios del XIX- está en medio de una finca llena de tejos, tilos y magnolios, que le dan un añadido extra.
Además, lo importante no es solo recuperar un espacio y dotarlo de contenidos culturales, sino hacerlo con la colaboración y la participación de la ciudadanía de ese lugar. Por eso, apuntan desde la fundación, el proyecto arranca con meses de escucha de la comunidad local, para potenciar su participación y para conocer realmente qué necesitan. De ahí, salen ideas y propuestas.
Quieren crear un centro cultural nuevo, pero emplazándolo en un «edificio singular» y con todo ello esperan dinamizar social y económicamente la zona en cuestión. Buscan, como indica Martins, «una actuación que genere valor». Especialmente, les interesa el impacto que tiene en la población más joven de ese entorno.
Es en este terreno, el del valor añadido, en el que está una de las grandes claves de la idea. «Es dar la oportunidad que las zonas rurales tengan espacios», señala Martins, lugares en los que se puedan hacer todo tipo de cosas. La directiva enumera: desde los sospechosos habituales culturales, como exposiciones o conciertos, a otras propuestas, como encuentros y conferencias. Y ejemplifica: si se va a organizar un encuentro sectorial, ¿por qué no se puede hacer en un espacio como estos? Se trata de «dar oportunidades para promover el desarrollo» y «que esos espacios no se queden olvidados».
Lo que vivimos en la pandemia, cuando una parte importante de la población estaba encerrada en las ciudades dándose cuenta de cómo vivían, nos ha enseñado una importante lección sobre calidad de vida, recuerda la experta. A no pocas personas les ha recordado los beneficios de la vida en el campo o les ha invitado a replanteárselo. «Con la tecnología podemos trabajar en varias zonas», indica Martins. «La forma de trabajar ha cambiado completamente», suma. Ya puedes estar en cualquier sitio.
Y esto es una oportunidad para el mundo rural y su desarrollo, pero no solo. «Hay que pensar un poco distinto, fuera de la caja, y encontrar formas de crear valor», asegura la directiva. Apoyar la cultura es una manera de apoyar también el desarrollo rural. «La cultura es necesaria, fundamental para una sociedad sostenible», resume Martins.
Igualmente, es también un recordatorio de que no todo pasa en las ciudades y, especialmente, en las que son muy grandes. La cultura está en muchos y muy diversos lugares.
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