El CITA investiga cómo luchar contra las patologías y plagas que afectan a los cultivos de estas cucurbitáceas y aumentar además su resistencia a la sequía.
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Fruto de melón obtenido mediante polinización controlada.
Ana Garcés-Claver
Poder cultivar nuevas variedades de melón y sandía más resistentes a enfermedades y plagas es crucial para los agricultores del sector. Con este objetivo se lleva a cabo el proyecto 'Control multidisciplinar de las pérdidas causadas por enfermedades y sequía en melón y sandía' por parte del Centro de Investigación y Tecnología Agroalimentaria de Aragón (CITA), con la doctora Ana Garcés-Claver como investigadora principal. En el proyecto interviene un equipo formado por miembros del CITA y del Instituto de Hortofruticultura Subtropical y Mediterránea 'La Mayora' -ubicado en Málaga- y está coordinado desde la Universidad Politécnica de Valencia por el Instituto Universitario de Conservación y Mejora de la Agrodiversidad Valenciana.
El proyecto, financiado por la Agencia Estatal de Investigación del Ministerio de Ciencia e Innovación, arrancó en 2021 y finaliza en el primer trimestre de 2025. Supune la continuación de trabajos previos y tendrá una prolongación con un nuevo estudio que acaba de comenzar en septiembre para cuatro años más. "Intentaremos seguir avanzando con los resultados ya hallados y añadir nuevos objetivos más innovadores", explica Garcés-Claver.
Este tipo de estudios de investigación requieren llevar sus ciclos de cultivo, años de trabajo y continuidad en el tiempo. "Realizamos una labor fundamental en el laboratorio pero también trabajamos con la planta en el invernadero o en el campo -continúa esta ingeniera agrónoma-, por lo que muchas veces las respuestas no se obtienen hasta el final de la campaña o, incluso, en un segundo plazo para comparar resultados".
"Obtener variedades resistentes resulta crucial para este cultivo. España es uno de los mayores productores del mundo"
En su origen, las investigaciones se centraron exclusivamente en el melón. Sin embargo, decidieron incorporar en 2017 también la sandía puesto que no encontraron ningún estudio similar en territorio español. Los cultivos de ambas frutas son de enorme importancia económica en España, uno de los mayores productores mundiales.
El proyecto que finaliza a principios de 2025 y cuyas siglas son 'Disdromewa' se centra fundamentalmente en el estudio de la mejora genética de especies hortícolas, en concreto del melón y la sandía, para obtener variedades preferibles por su resistencia a ciertas enfermedades. Esto no solo beneficia al agricultor, que obtendrá mejor producción, sino que es mucho más respetuoso con el medio ambiente, puesto que no requieren el uso de productos fitosanitarios.
Los principales objetivos
El primero de los objetivos del proyecto fue detectar la incidencia y la diversidad de los patógenos -tanto de las enfermedades fúngicas como de las virales- en melón y sandía en España. Ya se sabía por estudios anteriores que el hongo denominado Neocosmospora falciformis tiene una incidencia importante en una enfermedad conocida como fusariosis vascular, que puede aparecer en cualquier momento del desarrollo de la planta y provoca que muera. Se trata de una patología centenaria y está extendida no solo en España sino en toda la región mediterránea . "Hemos obtenido una colección de aislados de esta especie para estudiar sus diferencias genéticamente", expone la investigadora, doctora en Ciencias. Asimismo, analizan su comportamiento en diferentes condiciones de cultivo para conocer las herramientas de control de la patología.
También están trabajando con diferentes materiales conservados en los bancos de germoplasma de melón, de sandía y de calabaza, y han logrado identificar algunas entradas que tienen un alto nivel de resistencia frente a Neocosmospora falciformis. "Este material nos servirá como portainjerto si es compatible con la variedad o bien, mediante programas de genética, para introducir su resistencia en otras variedades", asegura.
Por su parte, también se están llevando a cabo estudios sobre la riqueza del microbioma del suelo en distintos sistemas de cultivo. "Los microorganismos que hay en el suelo, en ocasiones, permiten un mejor desarrollo de las plantas y, en otras, son potencialmente más patogénicas", asegura Garcés.
Por su parte, desde este proyecto se abordan herramientas de control de las enfermedades que sufren estos cultivos mediante la mejora genética , conociendo el patógeno, buscando materiales de interés que sean resistentes, estudiando la genética de la resistencia y también por medio del control biológico. Para esto último, han logrado identificar bacterias endófitas -que viven dentro de la planta- que potencialmente podrían inhibir el crecimiento de hongos fitopatógenos.
Por último, y no menos importante, también se está llevando a cabo un estudio del control genético de la resistencia de la planta frente a la enfermedad . Una vez halladas aquellas plantas que son resistentes, investigan qué genes son los responsables y desarrollan poblaciones de mejora, con individuos descendientes. "En ellos localizamos qué regiones del genoma confieren la resistencia -resume la investigadora oscense-. Una vez que ya se conocen, se pueden introducir en otras variedades por medio de cruzamientos y obtener nuevas variedades resistentes".
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