En 2022, Regino Coca aprovechó la tradición familiar en la gestión agrícola para crear Cocampo, portal líder en España para la compra, venta y arrendamiento de fincas. Coca asegura que "la inversión en suelo rústico no es una moda pasajera, sino una tendencia con fundamentos sólidos que ha llegado para quedarse". ¿Cuál es el valor añadido qué aporta Cocampo al sector inmobiliario rústico? Nuestra capacidad para hacer accesible y transparente un mercado tradicionalmente fragmentado y opaco. Con una plataforma sencilla y con más de 100.000 compradores potenciales mensuales, facilitamos el relevo generacional en el campo y ayudamos a que agricultores y ganaderos encuentren nuevas oportunidades. Además, impulsamos la profesionalización y digitalización del sector, ofreciendo herramientas de valoración y datos actualizados sobre precios y tendencias del mercado rural. Descárguese gratis la revista elEconomista Agro La inversión en suelo rústico se ha disparado en los últimos años ¿A qué es debido? Fundamentalmente por tres factores clave. En primer lugar, por la falta de relevo generacional. Actualmente, el 41% de los propietarios de fincas tiene más de 65 años, y se estima que el 50% del suelo rústico cambiará de manos en esta década. Esto está creando un flujo constante de oportunidades de inversión, ya que muchos herederos prefieren vender, facilitando la transferencia de tierras a nuevos actores en el mercado. Por otro lado, esa falta de mano de obra ha acelerado la mecanización y la digitalización de las tareas en el campo, incrementando la rentabilidad para los inversores con capacidad para gestionar grandes extensiones. En tercer lugar, la pandemia y la búsqueda de estilos de vida más sostenibles han despertado un creciente interés por los terrenos rurales, atrayendo así a una nueva clase de inversores y compradores particulares. A este contexto se suman la demanda de suelo rústico para proyectos de energías renovables, solar, eólica y recientemente con mucha fuerza el biogás y la búsqueda de activos inmobiliarios rentables por parte de inversores de renta como alternativa a los activos urbanos, afectados por una presión regulatoria creciente y una mayor competencia. ¿Y es una moda pasajera o ha llegado para quedarse? ¿Por qué invertir en suelo rústico? La inversión en suelo rústico no es una moda pasajera, sino una tendencia con fundamentos sólidos que ha llegado para quedarse. Esta inversión es atractiva por varias razones. A diferencia de los activos urbanos, el suelo rústico es menos susceptible a fluctuaciones de mercado y ofrece rentabilidades estables en el tiempo, con un potencial de valorización a largo plazo. Además, el envejecimiento de los propietarios del que hablaba antes y la necesidad de sucesión están generando un volumen significativo de transmisiones, lo que crea oportunidades únicas para los inversores. A eso se suma que la transición hacia energías renovables impulsa la demanda de suelo rústico para proyectos de energía solar, eólica y de biogás, sectores que seguirán en crecimiento. "Facilitamos el relevo generacional y ayudamos a que agricultores y ganaderos encuentren nuevas oportunidades" España es una potencia agraria. ¿Sus clientes son también de fuera de nuestro país? Aproximadamente el 20% de las conexiones a Cocampo provienen de IPs fuera de España, reflejando el creciente interés internacional por el mercado español. Este perfil de comprador extranjero suele aportar un valor añadido significativo, ya que cuenta con mayor liquidez y determinación para cerrar operaciones. Sin embargo, hemos observado que los inversores internacionales son sensibles a los mensajes sensacionalistas de algunos medios. Por ejemplo, la reciente etapa de precios altos de la aceituna despertó un gran interés por los olivares, mientras que otros temas, como la sequía y el futuro de la agricultura en España, generaron dudas basadas en tópicos, sin los matices de los argumentos científicos. ¿Para qué cultivos se están demandando más tierras y en que zonas de España? Actualmente, la demanda de tierras en España se centra en cultivos que permiten mecanización y economías de escala. Las zonas más demandadas son Extremadura y Aragón, debido a sus precios más bajos y la disponibilidad de tierras de calidad con acceso al agua. Castilla-La Mancha destaca especialmente para cultivos de almendros y pistachos, mientras que en Andalucía la inversión se ha frenado en los últimos dos años a causa de la sequía. Murcia y la Comunidad Valenciana mantienen un perfil de compradores agrícolas siempre atentos a nuevas oportunidades. En regiones como Lérida, País Vasco, Cantabria, Asturias y Galicia, la demanda es tan alta que las tierras agrícolas y ganaderas de extensión media y grande apenas llegan al mercado. Por otro lado, el interés por fincas de recreo continúa en aumento, superando en volumen al de agricultores y ganaderos. ¿Y cuál es el perfil del comprador? Es variado. Por un lado, están los profesionales agrarios que buscan tierras para expandir sus explotaciones. Por otro lado, encontramos a inversionistas, incluyendo fondos y family offices, interesados en activos reales y sostenibles. Estos compradores ven oportunidades de inversión atractivas en el sector agroalimentario, en terrenos con potencial para cultivos rentables o en fincas con características específicas para proyectos de sostenibilidad, como la producción de energías renovables o la captura de CO2. Finalmente, un perfil importante es el de los compradores de fincas de recreo, interesados en propiedades para el disfrute personal y la calidad de vida. ¿Ese interés creciente está presionando hacia arriba sobre los precios de la tierra? El precio de la tierra tiende siempre a crecer, como vemos en economías avanzadas como la americana o la australiana. De ahí nuestro lema en Cocampo: "Compren tierra, que no se fabrica más", ya que la escasez impulsa la revalorización. En España, la mayor revalorización la estamos viendo en tierras de regadío y en las próximas a grandes ciudades. Esta revalorización está también correlacionada con la inflación, y es importante recordar la etapa reciente de inflación disparada que hemos vivido. Aunque algunos ven la subida de precios como algo negativo, mi visión es distinta: lo relevante es la rentabilidad de la tierra y disponer de alternativas de financiación e inversión. Desde Cocampo, queremos ofrecer transparencia y acceso a todas las oportunidades del mercado, porque tanto los bancos como los inversores privados siempre querrán financiar buenos negocios agrícolas y ganaderos, y el agricultor saliente debería encontrar un retorno justo en el valor del suelo. Dicho de otra forma, una tierra muy barata y muy poco rentable no ayuda a nadie. El verdadero reto en este momento es que los datos muestran mínimos históricos de financiación hipotecaria a largo plazo para fincas rústicas, lo cual constituye el freno real para el acceso a la tierra, y no su revalorización. Algunas organizaciones agrarias denuncian que los fondos de inversión están desplazando al profesional. ¿Son compatibles? La presencia de fondos de inversión en el sector agrícola es compatible y, en muchos casos, beneficiosa. Su capacidad para aportar capital favorece la modernización, la inversión y la experimentación en nuevas prácticas de cultivo, tecnología y sostenibilidad, generando un efecto positivo para todo el sector. Probablemente estamos viendo el inicio de un futuro con tres tipos de explotaciones bien definidas: grandes explotaciones gestionadas por empresas que, con el respaldo de inversores y ahorradores, buscan ofrecer alimentos a precios económicos para una población en crecimiento; explotaciones de autor en manos de agricultores y ganaderos, orientadas a productos sostenibles y de alta calidad que respondan a las demandas de consumidores de economías avanzadas; y, finalmente, fincas de recreo y autoabastecimiento, una tendencia en alza. En este tema hay una parte importante que se omite y es la voluntad del vendedor. Si el agricultor que es propietario quiere vender, tenemos que ayudarle. Entonces, esta cuestión del perfil del comprador no va de limitar. Si queremos un modelo de agricultura diverso y con perfiles individuales y familiares, debemos impulsar los incentivos fiscales para las personas físicas que trabajan la tierra, incrementar la financiación y fortalecer las cooperativas. Cambiaría la economía rural.