Tío Pepe Cuatro Palmas, de palomino fino, envejecido por González Byass durante 53 años, es reconocido como una joya enológica
Recibió uno de los máximos galardones que se puede conseguir en el sector vinícola. El International Wine Challenge , celebrado en Londres y considerada la gran cita del vino internacional, premió el Tío Pepe Cuatro Palmas con el Champions of Champions Trophy, un reconocimiento que lo situó como el mejor vino del mundo del año. El concurso reúne las mejores referencias de todo el planeta, que compiten para llevarse tan preciado título, que en la 36ª edición reconoció, por primera vez en toda su historia, la calidad y singularidad enológica de un vino de Jerez.
El secreto de Tío Pepe Cuatro Palmas se encuentra en una serie de rasgos únicos e irrepetibles, que definen la personalidad de este amontillado muy viejo y que muestran la capacidad de la uva palomino fino para envejecer con elegancia y nobleza. Procede de solo una de las seis botas que permanecen, desde hace 53 años, en La Constancia Solera Museo de González Byass aguardando su momento para deslumbrar al mundo . Ha esperado durante más de medio siglo hasta que Antonio Flores, enólogo de González Byass, junto con la master of wine Natasha Hughes, han recorrido la bodega en su búsqueda. Es la bota donde el tiempo y la bodega han ido perfilando un vino con el que se recupera un legado histórico.
Tío Pepe Cuatro Palmas.
El resultado es un vino de crianza biológica de Jerez, limpio y brillante, que posee un color caoba intenso con reflejos ambarinos. En nariz es complejo, profundo y despierta aromas a mueble antiguo, cedro, lacas y barnices. En boca es contundente, muy seco, directo y salvaje, que acaba en un final imponente reflejo del perfecto equilibrio entre acidez y vejez. "Combina lo que tiene que tener un gran vino, la viña y la bodega, y de ahí proceden sus sorprendentes cualidades, una salinidad que le proporciona la albariza [un tipo de suelo que cubre el campo del Marco de Jerez] y las notas de frutos secos propias de la palomino fino", explica el enólogo.
El vino ha permanecido durante todos estos años en una bota de roble americano, lo que ha le ha permitido concentrar todas sus virtudes. "Muchas veces se piensa que lo viejo es bueno, pero no siempre es así. Para ser elegido el mejor del mundo tiene que ser el mejor vino de Jerez fortificado", añade Flores, que detalla que de este vino solo se ha puesto a la venta media bota, o lo que es lo mismo, 250 litros, un total de 500 botellas.
Este premio reconoce algo más que un único vino, ya que Jerez tradicionalmente ha tenido más reconocimiento fuera de España que dentro, aunque todo esto está cambiando, debido al apoyo de la alta restauración y de los sumilleres, que destacan las bonanzas de algo único en el mundo. De hecho, añade el enólogo, con este premio España se sitúa en el centro mundial del panorama vitivinícola actual y, además y supone un paso más en la #Sherryrevolution, un movimiento global e imparable, impulsado por González Byass, y que tiene por objetivo dar a conocer en todo el mundo la singularidad de estos vinos, así como la cultura y esencia de una de una las grandes regiones vitivinícolas del planeta, como es Jerez.
Detalle de las botas en las que envejece González Byass el Cuatro Palmas.
González Byass está empezando a embotellar la nueva añada que saldrá a la venta el próximo mes de noviembre, y que elabora bajo la categoría de Cuatro Palmas. La palma es un símbolo que la bodega marca en la barrica, con el que distinguen la finura del vino y su nivel de envejecimiento. De una palma hay tres botas de las que saldrán 3.000 botellas; de dos palmas, dos botas, de cuyo contenido se producirán 2.000 botellas, y de tres palmas, una bota para un millar de unidades. Del cuatro palmas de este año, con otro medio siglo de envejecimiento, añade Flores, se pondrán a la venta 500 botellas. "Y esperamos volver a sorprender al mercado porque seguro que es una joya", adelanta Flores.
González Byass es una bodega familiar fundada en Jerez en el año 1835 y dedicada a la elaboración de vinos y bebidas espirituosas. Cuenta con marcas como el Fino Tío Pepe, joyas enológicas como Noé o Apóstoles y el Brandy Solera Gran Reserva Lepanto. La tradición, la investigación, la sostenibilidad y la búsqueda de la calidad son los pilares en los que la bodega ha centrado su trabajo.
A lo largo de las últimas décadas, González Byass ha ido incorporando bodegas de otras zonas de España. Entre ellas se encuentran Bodegas Beronia, en Rioja, Viñas del Vero, en la denominación de origen de Somontano, Cavas Vilarnau, Finca Constancia, en Castilla, Finca Moncloa, en Cádiz, Beronia Verdejo, en Rueda, Pazos de Lusco, en Rías Baixas, y Fournier, en Ribera del Duero. En 2016, adquirió la bodega familiar chilena Viñedos Veramonte, y en 2017 compró la marca Pedro Domecq (brandis y vinos), cuya principal actividad está en México.