INFORMACIÓN ACERCA DE LAS COOKIES UTILIZADASLe informamos que en el transcurso de su navegación por los sitios web del grupo Ibercaja, se utilizan cookies propias y de terceros (ficheros de datos anónimos), las cuales se almacenan en el dispositivo del usuario, de manera no intrusiva. Estos datos se utilizan exclusivamente para habilitar y estudiar de forma anónima algunas interacciones de la navegación en un sitio Web, y acumulan datos que pueden ser actualizados y recuperados. En el caso de que usted siga navegando por nuestro sitio Web implica que acepta el uso de las cookies indicadas. Puede obtener más información, o bien conocer cómo cambiar la configuración, en nuestra sección Política de cookies


«No usar las nuevas técnicas de mejora genética en agricultura es como si un cirujano operase con serrucho teniendo bisturí»

03/01/2023
En: abc.es
Digital
«No usar las nuevas técnicas de mejora genética en agricultura es como si un cirujano operase con serrucho teniendo bisturí» Compartir «No usar las nuevas técnicas de mejora genética en agricultura es como si un cirujano operase con serrucho teniendo bisturí» La tecnología Crispr, que consigue plantas más resistentes o frutos más productivos, se utiliza cada vez más De momento, la Unión Europea la equipara a los transgénicos, haciendo casi imposible su plantación Suscribete Hace unos 10.000 años, los humanos ya cosechaban trigo: se agachaban para recoger sus granos, que caían al suelo una vez maduraban. Pero unas pocas de estas plantas desarrollaron una mutación genética por la que el grano permanecía dentro de la espiga, lo que facilitaba enormemente la recolección. Nuestros antepasados del neolítico , con su agricultura incipiente, extendieron este cambio en el ADN del trigo al recoger y plantar de forma predominante este tipo de semillas, siendo una de las primeras veces en las que la mano del hombre cambió el curso de la naturaleza. La tónica se ha repetido muchas veces desde entonces. Sin nuestra acción nuestros amarillos plátanos conservarían pepitas en su interior; o no existirían ni las manzanas rojas ni las coles de bruselas (aunque algunos puede que se alegrasen). Y nuestra técnica se ha refinado tanto con el tiempo que ahora, que somos capaces de 'leer' el ADN, podemos hacer cambios precisos que nos consigan, por ejemplo, melones que duran más tiempo , arroces resistentes a plagas , plantas de tabaco convertidas en biorrefinerías para crear fármacos o cosméticos o trigo apto para celíacos . Es la revolución Crispr y es la herramienta que están utilizando varios grupos españoles para desarrollar, de hecho, los anteriores productos en concreto. Aunque suene a ciencia ficción y muchos arruguen la nariz pensando que estos alimentos son sinónimo de efectos secundarios nocivos, lo cierto es que esta técnica está basada en la capacidad natural de algunas bacterias para erradicar de su material genético los virus que intentan atacarlas. Una especie de 'tijera' que corta el material genético que la amenaza. Los científicos usan esta tecnología para crear mutaciones genéticas 'a la carta' , tal como ocurriría en la naturaleza, pero eligiendo el carácter que desean modificar. De hecho, las plantas o frutos mejorados a partir de esta técnica son totalmente indistinguibles de los conseguidos por procesos 'naturales', ya que Crispr no deja huella más allá de la modificación del gen en cuestión, algo que podría ocurrir también con otros procesos mutagénicos naturales como la radiación solar, pero de forma aleatoria. Algunos países, como Estados Unidos, Canadá o Japón, empiezan a regular esta nueva tecnología, que se postula como una de las potenciales armas para combatir el cambio climático. Sin embargo, Europa se está quedando atrás con una regulación «desfasada», como claman muchas voces en el ámbito científico y como reconoció el propio Consejo de la UE en 2019. Es por ello que desde la Confederación de Sociedades Científicas de España (Cosce) ha elevado un informe en el que se pide a la Unión Europea que, «de forma urgente», revise la actual norma de Técnicas de Mejora Vegetal en la UE, en la que se equipara la tecnología Crispr con los polémicos transgénicos y hace casi imposible su cultivo debido a las enormes trabas burocráticas. En palabras de Gonzaga Ruiz de Gauna , coordinador de Plataforma Tecnológica de Biotecnología Vegetal (Biovegen) y uno de los firmantes del informe: «Con este tipo de decisiones estamos condenando a la agricultura europea a que se convierta en una pieza de museo. Y los consumidores europeos pagaremos las consecuencias». De Mendel a los transgénicos La ciencia desembarca definitivamente en la agricultura de las manos de Johann Gregor Mendel y sus guisantes: gracias a los experimentos del considerado 'padre' de la genética, se descubrió cómo se transmiten los genes de generación en generación, hecho a partir del cual surgieron nuevas hibridaciones que permitieron incrementar el rendimiento de los cultivos. Por ejemplo, con esta técnica se consiguió en Japón en el periodo de entreguerras las famosas sandías sin pepitas: lo que se hace para obtener sandía sin semillas es cruzar un polen 'incompatible' con el que se obtiene un híbrido estéril. Una sandía incapaz de producir semillas maduras pero mucho más fácil de comer. En la segunda mitad del siglo XX apareció la mutagénesis aleatoria o la técnica de forzar cambios en el ADN de las semillas a través de la radiación o de procesos químicos, una tecnología ampliamente desarrollada y aplicada en los cultivos actuales. «Es una técnica útil pero que genera mutaciones no buscadas, aleatorias, lo que ralentiza el proceso», explica Ruiz de Gauna. Esta técnica, aplicada desde hace medio siglo de forma regular en las semillas, tiene varios inconvenientes: además de las modificaciones no deseadas, los cambios genéticos se producen al azar; las semillas se radian y después se plantan para ver los efectos y posibles cambios en la planta. China tiene varios tipos de arroz 'mutante' resistente a condiciones adversas o resistentes a plagas, como las variedades Jiahezazhan y Jiafuzhan, creadas por este método, pero existen muchísimos cultivos originados con este proceso. En los noventa llegaron los polémicos transgénicos , que incluyen genes de otras especies, lo que suscitó un enconado debate. En Europa se decidió poner trabas a la plantación. «No es que esté prohibido; de hecho, alguna variedad vegetal está autorizada para el cultivo. Pero el proceso de solicitud de nuevas autorizaciones no ofrece garantías jurídicas. Es posible que, con una elevada inversión inicial, un cultivo supere todos los requisitos técnicos y, sin embargo, sufra veto político en los Estados Miembros. No sale rentable preparar toda la documentación técnica», explica Leire Escajedo , experta en Derecho aplicado a las Biotecnologías por la Universidad del País Vasco y otra de las firmantes del informe de Cosce. Lo que sí está permitido es su importación: de hecho, la mayoría de la soja que compra la Unión Europea para piensos es transgénica. A pesar de que la evidencia científica lleva décadas apuntalando su seguridad -no solo para los animales, sino también para los humanos-, la etiqueta GMO (siglas de Organismo Genéticamente Modificado ), sigue creando rechazo entre los consumidores. Una esperanza llamada Crispr Es por ello que la tecnología Crispr se prometía como la herramienta perfecta que une ciencia y naturaleza: al contrario que la mutagénesis, los cambios que se producen en las plantas están totalmente dirigidos hacia el gen concreto que se quiere modificar, sin afectar al resto. Tampoco se introducen genes de otras especies, como ocurre con los transgénicos. De forma muy simplificada, Crispr es algo así como tener una especie de 'varita' capaz de tocar la tecla precisa dentro del ADN para que la planta se convierta en un vegetal más resistente a sequías, que tenga los frutos más grandes o que los granos no caigan de la planta. Sin embargo, en un giro de guion que pocos esperaban, el Tribunal de Justicia Europeo sentenció en 2018 que, a falta de una legislación más específica, los cultivos modificados con Crispr quedarían sometidos al mismo régimen que los transgénicos . «La situación de las innovaciones vegetales es una de las mayores deficiencias del sistema legal europeo», señala Escajedo. «En ninguna otra materia se ha constatado tanta distancia entre lo que recoge la legislación y lo que se aplica en la práctica». Aparte, tal y como señala la experta, los aspectos técnicos de la normativa se remontan a hace treinta años. «La ciencia ha ido avanzando, pero la legislación europea, que además es bastante rígida en este aspecto, se ha quedado obsoleta y, como reconoce el Consejo, ha perdido la referencia de la base científica. Otros países, como EE.UU. en 1986, establecieron un margo regulador con mayor capacidad de revisarse a la luz de los avances científicos. Pero claro, la FDA es una autoridad reguladora que cuenta ya con más de 100 años de experiencia, mientras los cultivos GMO fueron las primeras técnicas de mejora vegetal de las que se hizo cargo una UE sin experiencia en este ámbito». La valoración en los EE. UU. se hace caso por caso y según el producto. «En la UE, sin embargo, la evaluación científico técnica se orienta más a los procesos que al producto final -continúa Escajedo- y a ello se suma que, aún superada la evaluación con un informe muy favorable, es posible que los países decidan no aceptar su cultivo. Todo es mucho más complicado». Todo esto provoca que proyectos que podrían estar explotándose aquí se planteen marcharse a otros países en los que las perspectivas son más halagüeñas en torno al Crispr. «Lo bueno de esta nueva tecnología es que es sencilla y barata de utilizar, por lo que podría ser una esperanza para pequeñas y medianas empresas. En cambio, tal y como está la reglamentación, solo es accesible para las multinacionales, que se pueden permitir grandes inversiones iniciales y deslocalizar los cultivos», explica Josep Casacuberta , profesor del CSIC e investigador del Centro de Investigación en Agrogenómica (CRAG). También es miembro del Panel de Organismos Modificados Genéticamente de la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA), por lo que conoce el tema. «No estamos en contra de una legislación. Al contrario, queremos un marco jurídico que regule su uso pero, que a la vez, nos permita usar todo su potencial», señala. De momento, la Comisión Europea está pidiendo informes de expertos y ha realizado un proceso de participación abierto a la ciudadanía para determinar si lleva a cabo cambios en la ley y en qué sentido. «Nos han dicho que el 70% de las opiniones están a favor de crear una ley específica para este tipo de cultivos mejorados; una normativa diferente a la de los transgénicos -afirma Escajedo-. En teoría, sacarán un borrador para mediados del año que viene, que será objeto de tramitación en el Parlamento Europeo. Intentamos pensar que habrá futuro para los cultivos Crispr en la UE; lo que no tienen es un presente». Mientras, en Japón ya se pueden comprar tomates que curan la hipertensión o algunos supermercados de EE. UU. tienen en sus estantes champiñones que no se ennegrecen por la oxidación y duran más tiempo gracias a esta técnica. «Si no regulamos pronto las nuevas técnicas de mejora, la agricultura europea perderá competitividad. No es bueno para el consumidor ni, por supuesto, para los agricultores», sentencia Ruiz de Gauna. Diego Orzáez Diego Orzáez, responsable detrás del proyecto Newcotiana Mikel Ponce Diego Orzáez // Plantas de tabaco como biorrefinerías «Crispr sería de gran ayuda a nuestros agricultores locales» En los últimos veinte años, el consumo global de tabaco en general ha disminuido, pasando de alcanzar al 32,7% de la población mundial mayor de 15 años en el año 2000 al 22,3% en 2020. La Organización Mundial de la Salud estima una reducción hasta el 20,4% en 2025. Unos datos positivos para la sociedad, pero negativos si pensamos en las personas que viven de estos cultivos (que en España se concentran en Extremadura). Pero, ¿y si pudiéramos hacer que la hoja en vez de nicotina creara otras moléculas que podrían ser usadas en fármacos o cosméticos? Esa es la idea del proyecto Newcotiana , capitaneado por Diego Orzáez , científico titular del Instituto de Biología Molecular y Celular de Plantas del CSIC-UPV. Gracias a la tecnología Crispr en cuatro años han conseguido crear estas 'biorrefinerías'. El siguiente es el estudio en campo, pero en Europa, tal y como está la legislación, es prácticamente inviable. «Europa es una pequeña península de Eurasia, y es posible que haya que llevar la idea a otros lugares», se lamenta. «Es una pena, porque esto podría ayudar a nuestros agricultores locales, en los que no están interesados las grandes multinacionales». Concha Domingo Brote de arroz en placa de Petri C. Domingo Concha Domingo Carrasco // Arroz resistente a hongos «Lo que con los métodos tradicionales tardamos 10 u 11 años, con Crispr puede estar en el campo en 2 o 3i España es el segundo productor de arroz en Europa. No en vano somos el país de la paella. Sin embargo, los cultivos tienen un férreo enemigo: el hongo piricularia . En condiciones favorables, este patógeno puede arruinar toda una cosecha en apenas una semana. Sin embargo, hay variedades que han conseguido hacerse resistentes a él. No es el caso de algunas variedades que se dan en la costa levantina, como bomba o senia. Concha Domingo Carrasco , del Instituto Valenciano de Investigaciones Agrarias (IVIA), tiene en marcha varias vías de investigación para conseguir mayor resistencia de estas variedades locales, muy adaptadas a las condiciones y el clima concretos, a la piricularia. Una de ellas es con Crispr. «Para mí, personalmente, es una maravilla -afirma-. Lo que con los métodos tradicionales tardamos 10 u 11 años, con Crispr puede estar en el campo en 2 o 3». Recalca además que hasta ahora la ciencia y diversos estudios avalan su seguridad. «La radiación ultravioleta del Sol produce las mismas mutaciones, pero aleatorias. Con Crispr vamos al gen concreto». Francisco Barro Losada El equipo de Francisco Barro Losada en su laboratorio F. Barrro Losada Francisco Barro Losada // Trigo apto para celíacos «Comemos lechugas todos los días y no hacemos la fotosíntesis» Trigo apto para celíacos. Aunque pueda parecer un contrasentido, esto es lo que ha conseguido el equipo de Francisco Barro Losada , investigador del Instituto de Agricultura Sostenible IAS-CSIC: una vez hallados los genes que provocan la intolerancia de estos enfermos -el 15% de la población europea sufre algún tipo de intolerancias al gluten-, se elimina de la planta, que crea granos que puede consumir todo el mundo. «A la vista es una harina totalmente normal. El único cambio es que no tiene las proteínas que afectan a los celíacos», indica Barro Losada, quien añade: «Los productos sin gluten cuestan hasta 5 veces más que los elaborados con trigo normal. El trigo sin gluten creado por Crispr abarataría la cesta de la compra de las familias con intolerancias». Ahora mismo se encuentra en un estado muy adelantado de la investigación, fase en la que afirma no haber tenido ningún tipo de cortapisa. «El problema viene con la aplicación a la industria para luego comercializarlo, donde en Europa está casi prohibido». Defiende que Crispr ha supuesto, por su sencillez y accesibilidad, una democratización de la tecnología. «Es como si a un cirujano le dices que tiene que operar con serrucho. Todo el mundo pondría el grito en el cielo. Pero aquí no, porque tenemos un problema político de fondo», sostiene. En cuanto a la seguridad de estos alimentos, explica que los reactivos que se utilizan se sintetizan y se convierten en productos inocuos. «Es como pensar que por comer lechuga todos los días vamos a hacer la fotosíntesis». Jordi Garcia-Mas Melón cantalupo modificado con CRISPR CRAG Jordi Garcia-Mas // Melones que maduran más lento «La mayoría de las especies hortícolas que consumimos son híbridos» El melón cantalupo se ha puesto de moda en los últimos años por su sabrosa carne naranja y su gran aroma; sin embargo, es mucho más efímero que su 'prima', la variedad piel de sapo. Científicos del Centro de Investigación en Agrogenómica (CRAG) capitaneados por Jordi Garcia-Mas están llevando a cabo experimentos con Crispr para conseguir que los melones tipo cantalupo maduren más lentamente y, por lo tanto, puedan ser consumidos en un periodo más largo de tiempo. MÁS INFORMACIÓN «Sueño con ser el primer astronauta español en pisar la Luna, ¿por qué no?» «De momento, solo estamos investigando, para identificar los genes responsables y ver que funciona. Pero no se nos escapa que puede tener una aplicación directa para el mercado», afirma. Él cree que se mezclan términos cuando se habla de modificación genética de los alimentos: «La mayoría de las especies hortícolas que consumimos son híbridos, no transgénicos; eso se lleva haciendo desde el siglo XX». Además, defiende, es una tecnología que puede ayudarnos a combatir el cambio climático. «Europa se está quedando atrás mientras otros países están dando grandes pasos». Ver comentarios (0)
Fundación Bancaria Ibercaja C.I.F. G-50000652.
Inscrita en el Registro de Fundaciones del Mº de Educación, Cultura y Deporte con el nº 1689.
Domicilio social: Joaquín Costa, 13. 50001 Zaragoza.
Contacto Aviso legal Política de privacidad Política de Cookies