Mitos y verdades sobre las frutas y verduras de invernadero que deberías conocer
Materia prima
Ni son cultivos modificados genéticamente ni se utilizan pesticidas no autorizados, entre otros falsos mitos
Frutas y verduras de invernadero
Terceros
Laura Conde
10/01/2021 07:00
Se dice de ellas que maduran en camiones frigoríficos, que no saben a nada, que contienen pesticidas ilegales y que la huella de carbono que implica su producción es altísima. Las frutas, verduras y hortalizas de invernadero son habituales en las despensas de todo el mundo y muchas de ellas recorren a diario miles de kilómetros para llegar a todos los rincones del planeta. España es uno de los principales productores de frutas y vegetales de invernadero y El Ejido, en Almería, es el municipio del mundo que acoge la mayor concentración de estas instalaciones, con un 41% del total de la provincia.
Según datos del Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, correspondientes al periodo 2013-2017, España era la responsable de un 20% del global de la producción europea de frutas, verduras y hortalizas de invernadero, con un 29% en Andalucía, seguida por la Comunidad Valenciana (15%) y la región de Murcia (11%).
Una de las características de este modelo de producción es la tendencia a la especialización, es decir al monocultivo, y la concentración del negocio en unas cuantas empresas de gran tamaño. "Más que poner en cuestión el invernadero en sí, lo que se cuestiona desde diversos ámbitos es el modelo que representa, porque deberíamos tender, sin duda alguna, hacia el consumo de productos de proximidad y temporada. Más que demonizar el objeto, en este caso el invernadero, se trata de poner en valor otras modelos de producción y distribución que sin duda son más éticos, no tienen un impacto menor sobre el medio ambiente y el paisaje y fortalecen el tejido económico local", explica Marc Casabosch, comunicador, formador y escritor en el ámbito de la agroecología, autor, entre otros libros, de Cultivar la vida (Now Books, 2018).
La ciudad de El Ejido, rodeada de invernaderos
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No lo ve así Juan Colomina, portavoz de la Asociación de Organizaciones de Productores de Frutas y Hortalizas de Andalucía (APROA), quien señala que "existe el estereotipo de que la tradición es siempre mejor, pero es un sinsentido, porque esta cambia en cada época". APROA es, junto a la Organización Interprofesional Española de Frutas y Hortalizas (HORTIESPAÑA) y a la Asociación Europea de Frutas y Hortalizas (EUCOFEL), una de las organizaciones impulsoras del programa CuteSolar: cultivando el sabor de Europa en los invernaderos solares, cofinanciado por la Unión Europea, cuyo objetivo es informar a los consumidores sobre las características específicas de los métodos de producción agrícola en invernaderos solares. "Mejorar el manejo de nuestras actividades incorporando los últimos avances científicos no tiene por qué ser malo. De hecho, lo que hacían nuestros abuelos no es igual que lo que hacían nuestros tatarabuelos. ¿Qué es, pues, lo adecuado?", continúa Colomina, que recuerda que en los invernaderos solares un 96% de la energía que se emplea proviene del sol.
Más allá de consideraciones medioambientales, económicas e incluso éticas, es cierto que se han consolidado diversos mitos sobre los cultivos de invernadero que hoy en día están plenamente instalados en el imaginario de los consumidores. Repasamos algunos de ellos.
Las frutas y verduras de invernadero no saben a nada
Es una verdad a medias. Por un lado, en palabras de Colomina, "cuando se comenzaron a desarrollar los cultivos de invernadero en España se empezaron a usar variedades diferentes a las tradicionales. Se trabajó en que fuesen más resistentes y más productivas y se dejaron de lado aspectos como las cualidades organolépticas: este es el origen del mito". Este fenómeno ya no se da en la actualidad, asegura Colomina, puesto que "gracias al trabajo de las empresas obtentoras, especializadas en el desarrollo de variedades mediante la tecnología más puntera, hoy en día las variedades de invernadero tienen un olor y sabor excelentes, ya que se ha trabajado mucho y se trabaja día a día para lograrlo". Esto se debe, fundamentalmente, "a que el consumidor es cada vez más exigente y no va a aceptar bajo ningún concepto un tomate que no tenga sabor".
Frutas y verduras
EFE
Por su parte, Francesc Font, ingeniero técnico agrícola, fundador de la consultora en materia de agricultura regenerativa AgroAssessor y autor del libro Arrelats a la terra (Tigre de paper, 2020), señala, sin embargo, que "la producción de determinadas frutas y hortalizas mediante el modelo convencional, ya sea en invernaderos o a través de la agricultura intensiva, se sigue basando en buscar productos con una calidad determinada. Por un lado, que sean bonitos a la vista, y por el otro que sean duraderos, pues en muchos casos se deben transportar muy lejos durante varios días. Se priman, pues, determinadas variedades en detrimento de los valores nutricionales y organolépticos de los productos". El experto señala, en este sentido, que "no es extraño que determinadas variedades, pongamos por caso, de tomate, tengan la mitad de los nutrientes que las variedades más ancestrales", cosa que también tiene un impacto sobre la salud pública.
Son cultivos modificados genéticamente
Es falso. "El consumidor europeo está hipersensibilizado sobre la modificación genética, de manera que en España no se utilizan técnicas de modificación genética en los cultivos", señala Colomina.
Maduran en el exterior
"La mayoría de invernaderos disponen de personal suficiente para poder recoger frutas y verduras en su momento óptimo de maduración, de manera que se van retirando del árbol, en el caso de las frutas, a medida que van madurando", explica el portavoz de APROA. Existen, sin embargo, casos particulares en que sí se cogen un poco antes. "No es lo mismo cosechar para Finlandia, cosa que requiere entre 5 y 7 días hasta que las frutas y hortalizas llegan a su destino, que hacerlo dentro de la Península, donde llegan en apenas unas horas", explica.
Se utilizan pesticidas no autorizados
No es cierto que en los invernaderos se empleen pesticidas no autorizados, puesto que las leyes europeas son muy estrictas al respecto. Sí lo es, sin embargo, que se utilizan más pesticidas que en la agricultura al aire libre, ya sea intensiva o extensiva, según un estudio publicado en la revista Chemosphere elaborado por investigadores de la Universidad de Lancaster. La investigación señala que los cultivos en invernaderos y poli-túneles tienen niveles más altos de pesticidas, llegando al doble que los cultivos a campo abierto. Colomina pone en entredicho esta afirmación, argumentando que "el invernadero ofrece un entorno más seguro, en el que es más fácil mantener el equilibrio, a diferencia de los cultivos al aire libre en que las plagas circulan libremente, de manera que se emplean menos pesticidas". Font le rebate: "los entornos más seguros para las plantas también lo son para las plagas, de manera que es habitual que proliferen más en estos espacios".
Las leyes europeas son muy estrictas respecto al uso de pesticidas
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En cualquier caso, en opinión de Font, deberíamos tender progresivamente a la desaparición de los pesticidas, uno de los pilares de la agricultura regenerativa. "Este modelo, que va más allá de la agricultura ecológica, apuesta por la regeneración del suelo para recuperar sus procesos naturales. Para ello se emplea la ganadería, cuyos excrementos fertilizan la tierra, y se trabaja por completo sin química: la idea es combatir las plagas con productos que no son químicos".
El invernadero tiende al monocultivo
Para Font, "el monocultivo es una característica de la agricultura intensiva, no solo de los invernaderos, que tiene efectos negativos sobre los suelos". Es por ello que, en el caso de Murcia, muchos agricultores especializados en la producción de pimiento están haciendo rotación en los últimos años con melón y calabacín, de modo que el terreno dedicado al monocultivo ha descendido en los últimos años en la región. "El monocultivo provoca que se creen entornos muy estériles, de manera que los sistemas de defensa naturales no funcionan. Cuando existe biodiversidad el suelo se vuelve más resiliente, se hace más fuerte. Al debilitarse los suelos entran en juego los plaguicidas, que es cierto que eliminan las plagas pero también la flora y la fauna auxiliares", continúan el experto en agricultura regenerativa.
Los cultivos de invernadero requieren de una sobreexplotación de recursos hídricos
Teniendo en cuenta que una zona desértica como es Almería recibe el sobrenombre de "el huerto de Europa", todo indica que en determinados casos se requieren más recursos hídricos que los que existen de forma natural para sostener estos cultivos. Colomina lo matiza. "En los invernaderos se utiliza el riego por goteo, que le da a la planta exactamente lo que necesita gracias a la incorporación de unos sensores muy precisos. Esto implica que se ahorre muchísima agua en comparación con los clásicos cultivos en que se inunda la parcela para que la planta tome lo que necesita, y que además esta esté mejor alimentada".
Invernaderos en Almería
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Sin embargo, diversas organizaciones ecologistas, entre ellas Ecologistas en Acción, han puesto en marcha diversas campañas por lo que llaman el ecocidio del Río Aguas, a causa de "un modelo de explotación de los recursos naturales claramente insostenible a todos los niveles", en palabras de la ONG. Esta situación, que definen como "catastrófica", se debe al impacto de los monocultivos "súper intensivos, regados con aguas fósiles extraídas del acuífero Aguas, sobreexplotado en más de un 400%". Para Ecologistas en Acción, "esta disminución de caudales amenaza el mantenimiento de actividades tradicionales ganaderas y agrícolas, lo que obliga a la gente a abandonar la zona en busca de otros lugares donde poder vivir".
La huella de carbono de este modelo es muy alta
"El problema no es el invernadero en sí, ya que en otros modelos más sostenibles también se usan invernaderos de forma puntual para acciones concretas, desde germinar semillas a hacer crecer alguna planta cuando las temperaturas no son propicias. Es el modelo de agricultura intensiva, que supone una concentración de la producción, el que tiene costes muy altos a nivel medioambiental que acabaremos pagando en algún momento, nosotros o las generaciones que vienen", explica Font, quien recuerda el impacto ecológico que supone el transporte de estos alimentos e insiste en la necesidad de consumir en la medida de lo posible productos de temporada y proximidad.
Colomina, por su parte, argumenta que la concentración de la producción favorece la protección de los espacios naturales. "En Almería solo un 3,4% del suelo está dedicado a invernaderos y esta es una de las ventajas de la intensificación, que se traduce en sostenibilidad. Esto significa que el invernadero protege el resto del territorio porque no es necesario explotarlo".
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