La burocracia, la sequía, la baja rentabilidad y la falta de relevo generacional amenazan la continuidad de la profesión Una joven ganadera se ve obligada a abandonar la actividad en Tous El oficio del pastoreo se está perdiendo. A día de hoy, la Ribera cuenta con aproximadamente una veintena de pastores que practican la ganadería extensiva en los campos de la comarca, una zona donde la trashumancia es cada vez más difícil de sacar adelante debido a las complejidades burocráticas que denuncian algunos ganaderos, a la sequía del terreno, a la baja rentabilidad y a la falta de relevo generacional, entre otros condicionantes. El Observatorio del Pastoralismo Extensivo del Mediterráneo subraya la «desconexión» de la sociedad con la naturaleza y la ganadería: «Es necesario sensibilizar a la población. Hay mucha gente que ni siquiera sabe lo que es la ganadería extensiva o que no ha visto una cabra en su vida», explican a Levante-EMV. Además, presentan el pastoreo como una manera de fijar la población al territorio: «La ganadería extensiva fija a la gente al territorio y lucha contra la despoblación, ya que obliga a hacerse cargo del rebaño todos los días, es una actividad continua. Las personas que se dedican a ello establecen su base en un municipio, lo que ayuda al desarrollo de la economía rural ya sea porque se quedan ahí a vivir o por el producto que venden. Tenemos que consumir productos que generen economía local», argumentan desde el observatorio. «Es una manera de mantener nuestra identidad ya que, aunque la Ribera siempre haya sido una comarca más agricultora que ganadera, ambas son actividades complementarias y apostar por la segunda sería cerrar el círculo», añaden estos expertos. Además, destacan los beneficios tanto para el medio ambiente como para la salud: «Recientemente hemos visto la necesidad de mantener los barrancos y los montes limpios, y la ganadería extensiva puede ayudar a ello. Por otro lado, produce una carne y una leche de calidad muy alta, mucho más sana para nuestro organismo». La sequía y la falta de pasto No obstante, expertos del sector lamentan que el precio de la carne ha ido bajando y los costes de alimentar al ganado han aumentado. «Venimos de unos años de mucha sequía que ha propiciado que no haya pasto, por lo que los pastores tienen que gastarse el dinero en pienso para los animales, lo que encarece la crianza y hace que cada vez menos gente quiera dedicarse a ello», analiza. Aunque no hay un censo oficial de pastores en la Comunidad Valenciana, fuentes de la Conselleria de Agricultura calculan apenas una veintena de pastores con pequeños negocios de ganadería extensiva en la Ribera. Laura (nombre ficticio) es una de ellas. La joven de 28 años es veterinaria y se ha visto obligada a cerrar el negocio de trashumancia de 1.000 cabras y 800 ovejas que tenía en Tous. El suyo no es un perfil habitual en este oficio, muy masculinizado y con un rango de edad más maduro, pero esta no ha sido la causa de su cese como ganadera extensiva: «Me he rendido por culpa de las trabas burocráticas que pone la administración», confiesa. Como veterinaria, Laura conoce bien la normativa sanitaria y de trazabilidad, pero considera que las exigencias administrativas han llegado «a un punto absurdo»: «Para cualquier mínima cosa que no tiene ninguna repercusión negativa y que, de hecho, es beneficiosa para el campo y los animales, tienes que hacer mucho papeleo y, si no, te enfrentas a sanciones, lógicamente. Todo es una complicación enorme y quien toma decisiones desde un despacho no sabe lo que es el trabajo en el campo. Es muy fácil imponer normativas sin conocer la realidad del sector», critica. Una crisis generacional No es un caso aislado. Según Laura, cada vez más ganaderos están abandonando el sector, asfixiados por una burocracia que, lejos de facilitar la actividad, la hace inviable, especialmente para los pastores de más edad: «Yo tengo menos de 30 años y sé manejarme con internet, pero me pongo en el lugar de gente mayor que lleva toda la vida con el negocio y ahora se encuentra con esto. Me da pena. Se van a cargar la ganadería en Valencia. Lo hacen tan sumamente mal que pienso que, dentro de poco, aquí no va a haber ganadería. Todo va enfocado a que la gente deje este sector». Afirma que ahora que su negocio ha cerrado, Tous ya no cuenta con los rebaños que despejaban sus caminos y cortafuegos cuando salían a pastar. Para ella, la situación actual explica por qué no hay relevo generacional: «Muchas familias viven de la ganadería, pero al final es normal que los jóvenes no quieran seguir. ¿Cómo va a haber relevo si ves a tu padre todos los días peleando con la burocracia y con una rentabilidad mínima? Yo, con 28 años, he decidido no seguir. Y como yo, muchos más», lamenta. Para intentar paliar esta situación, el Observatorio del Pastoralismo Extensivo del Mediterráneo ha lanzado la iniciativa «Activació de l'Escola Valenciana de Pastors». Un proyecto financiado por la Diputació de València que ayer tuvo su primera reunión en Alfarb para trazar la hoja de ruta de un plan formativo teórico-práctico enfocado a la juventud para salvar la ganadería extensiva valenciana.