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Los últimos esquiladores de ovejas: Antes hacíamos muchas más, ha bajado mucho el censo y muchas explotaciones han...

09/06/2025
En: segre.com
Digital
La última cuadrilla de 'xolladors' del Pirineo de Lleida afeita 25.000 ovejas en una intensa campaña de 40 días en la que se recogen 40 toneladas de lana. Ahora rondamos las 25.000 ovejas, pero hemos llegado a hacer nuchas más. Ha bajado el censo y muchas explotaciones han cerrado por falta de relevo, aunque también algunas han crecido", explica Albert de Casa Perutxo de Les Esglésies (Sarroca de Bellera), el jefe de la última cuadrilla de esquiladores que trabaja en el Pirineo de Lleida. "Hace más de veinte años que me dedico a esto. Siempre lo he visto en casa. Lo hacía mi tío y también mi padre", recuerda. El equipo lo forman cuatro personas, los tres esquiladores, equipados con tijeras eléctricas, y el ayudante que acerca y ata a los animales antes de ser afeitados. "Somos una cuadrilla estable", anota. De hecho, dos de los esquiladores y el atador no son ganaderos y uno de los primeros reside en Navarra, pero los cuatro llevan años haciendo juntos la campaña. "Trabajamos todos los días, unos hasta mediodía y otros hasta entrada la tarde según el número de ovejas", indica. Comienzan antes del 10 de mayo y terminan en torno al 20 de junio, a razón de 400 a 600 esquilas diarias. "Trabajamos en el Jussà, en el Sobirà, en la Alta Ribagorça, en el Aran y algo en la Noguera. Ni queremos ni podemos abarcar más", señala. Generan 40 toneladas de lana. El 90% de los animales que esquilan son de raza xisqueta, que hace tres décadas estaba al borde de la extinción. Ahora su censo mengua: quedan menos de 30.000 cuando hace cinco años había en torno a 60.000 ovejas solo en el Pallars, una cabaña a la que se sumaban otras 23.000 en la Alta Ribagorça y el Aran y 27.000 en la Noguera. La quadrilla, en plena tasca, aquest dimecres a la paridora d'Agustí de Casa Roi de Llessui. - GERARD HOYAS Llessui es un ejemplo de esa mengua de la cabaña ovina en el Pirineo. Agustí de Casa Roi, en cuya paridera esquilaba este miércoles la cuadrilla de Perutxo, lleva 63 años como pastor. Empezó a los 7 ayudando a su padre. "Por aquí pasaban cada año quince rebaños de 3.000 ovejas que iban a las montañas de Isil y al Aran", recuerda. En esa época, hace medio siglo, "en Llessui llegó a haber 30 rebaños de unas cien ovejas cada uno. Se hacían tres ramats entre todos y tres pastores los subían al monte. Ahora quedan 1.500 ovejas, seis rebaños y un pastor", anota. Las suyas, algo más de 400 con una veintena de cabras, subieron a una borda a 1.700 metros de altura nada más ser esquiladas. "Las suelto, y en dos horas están allí", explica. Y allí seguirán hasta el 1 de diciembre, salvo, si nieva fuerte, las que han parido esta primavera y están criando. No piensa en jubilarse: "tengo que salir, y no hacia abajo sino hacia arriba". La lana ha pasado de ser material de contrabando a un costoso residuo "La lana es un problema para los ganaderos", explica Albert de Perutxo, el jefe de la última cuadrilla de esquiladores del Pirineo de Lleida. "Hemos de pagar para que la saquen", corrobora Agustí de Casa Roi, ganadero de Llessuí. Las últimas cotizaciones de la lana en pesetas rondaban a las 140 por kilo (85 céntimos de euro) y en algunos proyectos llegó después a alcanzar el euro. "Ahora no vale nada", anota Perutxo, cuyo trabajo genera en torno a 40 toneladas por campaña, a alrededor de 1,5 kilos por animal. "Antes se la llevaban de contrabando a Andorra, y con el dinero que sacábamos pagábamos la esquila y el pan y el vino del año", señala Agustí. Las cuerdas de contrabandistas, de hasta quince personas, solían salir de Capdella para llegar tres horas después a Llessuí y otras tantas más tarde al Coprincipat. Cada uno cargaba una mochila de 40 kilos. "Sacaban toda la lana, ahora pagamos por tirarla", añade el pastor.
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