Los tractores contra el clima: la batalla contra el nitrógeno se come el ganado

25/07/2022
En: elconfidencial.com
Digital
"Sin granjeros, no hay comida" . Es su lema. Lo cuelgan en tractores y camiones, frente al Congreso y en las pancartas que portan en multitudinarias manifestaciones . No están dispuestos a ceder, por mucho que la razón sea de peso: reducir las emisiones del nitrógeno los Países Bajos. En las últimas semanas, las protestas campesinas han llegado a los centros de distribución holandeses . Los agricultores han querido demostrar que sin ellos las estanterías de los supermercados estarán vacías. Que, si sus negocios desaparecen, todo el mundo se verá afectado. Una nueva arista de la transición energética y ambiental que, tarde o temprano, se extenderá por Europa. El nitrógeno es un grave problema que afecta a diferentes frentes. La construcción de viviendas lleva años de retrasos, la velocidad máxima en las carreteras es de 100 kilómetros por hora y Bruselas no deja de echarle la bronca al primer ministro Mark Rutte . El Gobierno tiene un archivo llamado 'Crisis del Nitrógeno' y un Ministerio solo para contener este problema, pero son miles los tractores en contra . Pero los expertos se han dedicado a negar ese argumento. Mientras que actualmente hay unos 3,8 millones de vacas y 11,4 millones de cerdos en Holanda, si los planes para reducir el nitrógeno salen adelante, los consumidores apenas notarán que hay un 30% menos de ganado . Alrededor del 40% de esa carne se consume dentro de Holanda. El otro 60% es para exportación. Como mucho, subirán los precios en casa y se enviará menos fuera. El suministro de alimentos sí estaría amenazado por el cambio climático y la pérdida de biodiversidad, dicen, por lo que se debe acelerar la sostenibilidad en la producción de alimentos. La causa directa del caos que se está escenificando en Holanda es el Programa Nacional de Áreas Rurales , que establece por zonas cuántas emisiones de nitrógeno deben reducirse para 2030 para que la biodiversidad y la naturaleza puedan recuperarse. En algunas áreas hay que bajar en torno al 12%, pero hay 131 zonas a menos de un kilómetro de Natura 2000 , una reserva protegida de naturaleza vulnerable. Ahí, hay que reducir hasta el 95% de las emisiones. Los agricultores del área no pueden seguir con su negocio. Las provincias tienen hasta julio de 2023 para decidir cómo quieren alcanzar los objetivos de emisiones de nitrógeno. Pueden tomar medidas para la industria, la construcción y el tráfico, pero el mayor sacrificio lo tienen que hacer los ganaderos. Son responsables del 60% de la precipitación de nitrógeno en áreas naturales sensibles. Los gobiernos están obligados por normas europeas a proteger las reservas naturales y los Países Bajos tienen 161 zonas en Natura 2000, considerados espacios que cree que deberían protegerse. Y aunque las emisiones de nitrógeno han disminuido en las últimas décadas , las reservas naturales siguen congestionándose, puesto que el nitrógeno que "cae" en esas zonas protegidas no desaparece, sino que se "acumula" con los años. Y la influencia de la ganadería intensiva cerca de las reservas naturales es claramente visible, sobre todo en el enorme parque natural De Veluwe. El gobierno tiene que reducir en un 50% el total de emisiones de nitrógeno para 2030, por lo que a los agricultores les toca bajar un 40 % sus emisiones totales. Esto se traduce en un 30% menos de ganado en los próximos ocho años. Por tanto, solo hay tres opciones para los agricultores cercanos a las áreas más vulnerables: tratar de transformar su negocio en más sostenible, reubicarse en otra región, o cerrar granjas. El nitrógeno no debería ser un problema. Al fin y al cabo, no deja de estar en todas partes en forma de aire, sin tener generalmente efectos nocivos sobre la naturaleza . Pero existen formas dañinas de compuestos de nitrógeno para las personas y la naturaleza, que se emiten principalmente por la actividad humana . Estos son el amoniaco y el óxido de nitrógeno . El primero es un compuesto químico entre el nitrógeno y el hidrógeno que se libera sobre todo en la ganadería. El segundo es un compuesto entre el nitrógeno y el oxígeno que se libera principalmente en la industria y el tráfico. Parte de todo ese nitrógeno acaba en la naturaleza , aunque no todas las reservas se ven afectadas por igual , puesto que depende del tipo de suelo y el nivel freático en esas áreas. A partir de los años cincuenta, la emisión de amoníaco y óxidos de nitrógeno creció de forma muy acelerada y con ello su precipitación o disposición en la naturaleza. La ganadería se hizo entonces más intensiva y los fertilizantes se usaban cada vez más, mientras que la producción de alimentos y la exportación de productos agrícolas se aceleró con fuerza. A la par, la industria y el tráfico también crecieron muy rápido después de la Segunda Guerra Mundial. Pero, desde los noventa, las emisiones de nitrógeno han disminuido drásticamente . Un ejemplo es la reducción en casi tres cuartas partes de las emisiones de óxidos de nitrógeno en los últimos treinta años, a medida que las fábricas, el sector energético y el transporte introducían herramientas como el catalizador. Las emisiones de amoníaco también cayeron desde 1991 con normas estrictas para el estiércol. Pero, entre 2013 y 2017, las cabezas de ganado aumentaron considerablemente debido a la abolición de la cuota lechera . Y más ganado significa más amoníaco, más emisiones y más daños a la biodiversidad . La mayoría del nitrógeno procede de la agricultura y del extranjero. Dentro de Europa, calculado por hectárea, Holanda es uno de los líderes en emisiones de nitrógeno . De media, los países europeos emiten 11,2 kilogramos de nitrógeno por hectárea. El valor neerlandés, 46 kilos, es más de cuatro veces mayor que el del conjunto de la UE. Además, la mayor parte del nitrógeno emitido en los Países Bajos va a parar a suelo extranjero. En términos netos, Holanda es, por tanto, exportador de nitrógeno . Además, llama la atención el gran número de cerdos por hectárea de tierra agrícola que tiene Holanda. De hecho, las regiones holandesas tienen relativamente más ganado en comparación con el resto de la UE. Datos de 2020 confirman que Holanda es el mayor exportador de carne de Europa. España, que es mucho más grande en territorio y población, ocupa el segundo lugar . Las exportaciones representan alrededor del 60% de los ingresos por la venta de carne en Holanda. Por eso, con todo este panorama, el sector agrícola lleva años temiendo una decisión difícil en relación con la cuestión del nitrógeno. En 2019, el Consejo de Estado adelantó una inminente reducción del ganado, ya que la política neerlandesa no cumplía con las normas europeas y había que tomar decisiones más estrictas porque todo lo que se estaba haciendo era ilegal y contrario a los compromisos del país con Bruselas. El gobierno paralizó entonces todos los proyectos de construcción cerca de las zonas protegidas, redujo la velocidad en las autopistas a 100 km por hora y comenzó una época incierta para el sector agrícola. Ese fue el inicio de la movilización de los tractores contra Rutte. La Organización Agrícola y Hortícola (LTO), que cuenta con unos 35.000 miembros, presentó un plan el año pasado para lograr un "equilibrio sostenible" entre la ecología y la economía . El problema debe resolverse localmente, con la participación de los agricultores , sin que la solución venga "impuesta desde arriba", según han defendido en su plan. El sindicato pidió apoyo financiero para "innovación, agricultura inclusiva con la naturaleza, gestión de la naturaleza agrícola, reubicación voluntaria en lugares preparados para el futuro o cierres voluntarios de negocios". Que los campesinos mismos decidan qué hacer. Pero la propuesta no tiene de momento ningún peso en el Ministerio encargado. El gobierno de Rutte debe hacer su parte, pero a veces los problemas en las reservas naturales no se pueden resolver solo con medidas nacionales . Hay un porcentaje importante que viene del extranjero. En el caso de los Países Bajos, procede especialmente de Alemania . Pero de eso se tendrán que ocupar otros. Rutte ha reservado 24.300 millones para abordar el problema del nitrógeno en Holanda, además de los 7.000 millones que ya había destinado antes. Ese dinero irá a apoyar a los agricultores que ven cerca el fin de su negocio . "Estamos ante un fallo legal que es claro y simple. Primero tenemos que emitir menos nitrógeno, restaurar la naturaleza y solo entonces podremos otorgar permisos nuevamente. La única forma de sacar a este país de este problema es con este enfoque. No tengo otra opción". Son las palabras de la ministra para la Naturaleza y el Nitrógeno, Christianne van der Wal. Rutte y sus granjeros están entre la espada y la pared . Y pronto empezarán a rodar cabezas, por ahora de ganado. "Sin granjeros, no hay comida" . Es su lema. Lo cuelgan en tractores y camiones, frente al Congreso y en las pancartas que portan en multitudinarias manifestaciones . No están dispuestos a ceder, por mucho que la razón sea de peso: reducir las emisiones del nitrógeno los Países Bajos. En las últimas semanas, las protestas campesinas han llegado a los centros de distribución holandeses . Los agricultores han querido demostrar que sin ellos las estanterías de los supermercados estarán vacías. Que, si sus negocios desaparecen, todo el mundo se verá afectado. Una nueva arista de la transición energética y ambiental que, tarde o temprano, se extenderá por Europa.
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